La chica de los ojos verdes (Séptima parte)
El ruido de las ruedas de la maleta por la acera era escandaloso comparado con la quietud en la que estaba sumida la calle. Ya era tarde cuando salieron de la casa en busca del coche. Ambos en silencio...no habían cruzado más que algunos síes, noes, toma y pasa.
Ella había aceptado su propuesta de matrimonio, de acuerdo no había jugado limpio y la había presionado cuando Seher estaba al borde del éxtasis...pero no se arrepentía...Ella ahora no se atrevía a mirarlo. Yaman suponía que se trataba de vergüenza...sobre aquella pequeña cama la había llevado, sólo con sus manos y su boca, al orgasmo. Él sabía que era el primer hombre que la había tocado de forma tan íntima...Desgraciadamente para él también era la primera vez...con una chica virgen y tampoco sabía que hacer para que ella olvidase la vergüenza y entendiera que a partir de ahora él la iba a tocar, besar, acariciar...y mucho además.
Cuando llegaron al coche Yaman cargó el equipaje y ambos subieron al coche. Más silencio...cuando pararon en el primer semáforo Yaman encendió la radio. La música de una balada pop comenzó a sonar. El semáforo cambió a verde y reemprendió la marcha. Con la vista fija en la carretera, a tientas extendió el brazo y buscó la mano de Seher para entrelazar sus dedos con los de ella mientras conducía con la otra.
Seher miró sus manos unidas y se maravilló de que en unos instantes sólo con música y el calor de su piel, ella se sintiera tan segura. Un rato antes cuando salía de su casa en mitad de la noche se había sentido extraña. No se reconocía a si misma...y todo lo que venía sucediendo parecía una historia digna de un relato o una serie de televisión. Estas cosas no le pasaban a la gente normal y corriente. En tres día no te enamorabas y te prometías en matrimonio...aunque claro sólo con un beso ella ya lo supo...el primer día...¿Esto era amor?...¿del que no se marcha y perdura en la historia?. No tenía ni idea, pero sí sabía que él seria su marido y también sabía que nunca jamás le contaría a nadie cómo aceptó la propuesta de matrimonio...
Volvió a mirar a hurtadillas a su...novio...ya que no sería prometido hasta que fuese formalmente pedida a su padre. Su rostro en la penumbra sólo se veía claramente cuando era iluminado por los faros de otro coche. Seher intentaba interpretar su expresión pero no lo conseguía...Sin llegar a mirarla él supo que ella lo observaba y preguntó,
- ¿Qué quieres saber?
La inesperada pregunta sorprendió a Seher...había tantas cosas que quería saber...sin embargo y sin pensar de su boca salió,
- ¿Porqué yo?
Yaman no pareció sorprenderse por la pregunta y con la misma naturalidad le contestó...
- No lo sé...pero ya no puede ser nadie más que tú...¿Porqué yo?
Yaman le devolvió la pregunta y Seher con media sonrisa le respondió,
- Creo que...porque me encanta el café...
La inesperada respuesta de ella hizo que Yaman soltara unas carcajadas, era la primera vez que ella lo veía reír con esas ganas. Si antes le había parecido guapo, riéndose era indescriptible. Su risa bronca provenía directamente de su pecho, ese sonido resonó como un eco dentro de su vientre...y unido a unos hermosos dientes blancos y la insinuación de unos hoyuelos bajo la barba hicieron que se le cortase la respiración.
Yaman se inclinó hacía ella y llevó las manos entrelazadas a su boca besando la de ella y dijo,
- Café....a mi también me encanta y ahora que lo has dicho... creo que de repente tengo muchas ganas de probar tu café también porque ya he caído rendido por tus galletas de vainilla...
Seher se puso colorada como un tomate , Yaman era muy ágil mentalmente. Rápidamente supo que a ella le gustaba su sabor y por eso le había dicho eso...No esperaba que él hubiese hecho el mismo símil con ella. *Café y galletas...* eran una buena combinación pensó, *negro, fuerte y amargo suavizado con el dulce y cremoso*. Quizás sí que estaban hechos el uno para el otro después de todo...sólo el tiempo les diría hasta que punto.
Cuando llegaron a la mansión todos estaban ya dormidos. Yaman llevó él mismo las cosas de Seher a la habitación de invitados. No quiso pensar demasiado y se obligó a comportarse como un caballero. Le había prometido a su futuro suegro que cuidaría de su hija y eso haría...Pero tenía que reconocer que no estaba hecho de acero así que le dio a su novia un casto y rápido beso en la frente, le dio las buenas noches y salió de la habitación todo lo rápido que pudo.
Al fin estaba sola...intentó tomar aire en profundidad pero no lo consiguió, sus pulmones se negaban a expandirse del todo. Sin duda este había sido el día más intenso de su vida...¿de verdad sólo habían pasado veinticuatro horas?. Se sentó en la cama y al alzar la cabeza se vio a si misma reflejada en el espejo de la cómoda. Parecía la misma pero... sus ojos tenían un brillo distinto, sus labios estaban más exuberantes, su piel más sensible...Y eso era sólo lo que se podía ver desde el exterior, lo que no se veía a simple vista era lo que más había cambiado. Todavía reverberaban en su interior los ecos del orgasmo al que él la había llevado...Nunca creyó que sería así...había leído sobre ello en cientos de libros pero igualmente la pilló por sorpresa. Y las sensaciones no quedaron ahí ...después quiso más aún...quiso estar dentro de él y que él estuviese dentro de ella. Deseó tocarlo también y que él se sintiera como ella misma. Se dio cuenta de que el sexo era un acto de generosidad recíproca y no un acto egoísta...
De repente empezó a sentir calor sólo con recordar y un latido sordo comenzó de nuevo en el punto de su cuerpo donde todo había estallado por primera vez hacía sólo unas horas. Deseo, puro y crudo deseo, que casi la llevó a levantarse y salir de la habitación en busca de él. *Me estoy volviendo loca* pensó, y se levantó de la cama para dirigirse a la ducha antes de hacer alguna locura más como la de la noche anterior en la que entró en su habitación.
No conseguía dormir...ya llevaba dos horas en la cama dando vueltas y no había manera. Ya se había quitado la parte de arriba del pijama y se había tapado y destapado mil veces. Pero el sueño lo esquivaba y el recuerdo de ella lo encontraba una y otra vez. Saber que Seher estaba al otro lado del pasillo era superior a él. Saber que ella sería suya pronto no ayudaba a calmar su ansía, al contrario, la inflamaba...¿porqué negarse algo que ya sabía en su interior que sería suyo?...Además ella había aceptado, ella no le negaba nada...y que Dios lo ayudase porque tampoco él se lo negaría a ella.
Estaba agotado, necesitaba dormir, mañana tenía no una sino tres reuniones importantes. El futuro de la empresa dependía en buena parte de ellas y con esto el bienestar de su familia... Ella también sería responsable en breve de ese bienestar familiar así que debía aportar su parte...era todo muy lógico....Yaman se levantó de la cama y salió de la habitación, dos minutos después estaba en la habitación de Seher junto a su cama contemplándola dormir.
La visión de ella tan agotada y dormida lo enterneció y curiosamente lo relajó. La destapó con cuidado, ella llevaba un camisón cortito de algodón blanco liso, sin más adorno que un lazo en el escote en uve. Con tanto cuidado como pudo la tomó en brazos sin despertarla, a mitad de camino ella se despertó un poco pero se acurrucó contra su pecho y le rodeó el cuello con los brazos para seguir durmiendo. Ella confiaba en él incluso en sueños, el conquistador que Yaman llevaba dentro rugió satisfecho. Seher era suya hasta dormida se entregaba a él, su subconsciente acorde a su consciente...
Al llegar a la habitación la acostó con cuidado y luego él se acurrucó con ella abrazándola por la espalda. Envuelto en su olor, en la calidez de su cuerpo y escuchando su respiración Yaman se quedó dormido en pocos minutos...con la satisfacción de saber que todo y todos estaban en el lugar al que pertenecían.
Continuará...
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LA CHICA DE LOS OJOS VERDES
Fiksi PenggemarRelato corto de Yaman y Seher, protagonistas de Emanet, una historia diferente.