~Un asalto al corazón~

Eres el agua que mata mi sed.

Por fin tierras madrileñas...abrió la verja de su casa, chalet o como le llamara. Verdaderamente flipante. Una casa de ensueño, que sólo la reina del pop podía obtener.

-Cariño, bienvenida al paraíso Malú. -dijo pegando saltitos. -Y menudo paraíso. Con ella, el pilar de mi vida.

-El paraíso no sería esto si no estuvieras tú. Mi vida no sería la misma si no hubieras aparecido con esa sonrisa que me mata, con ese don para hacerme olvidarme de todo, sentirme tuya, de nadie más, abrazarte y que sienta algo que con palabras no podía decirte. Gracias, mi vida. -pude observar cómo sus lágrimas resbalaban por su mejilla.

-Te amo, demasiado. -Y se tiró hacia a mí dándome el mayor de los abrazos, acompañado de un beso que dijo todas las palabras que en ese momento no salían.

-Mmm cariño, tengo una sorpresa para tí. -Le dije abrazándola por detrás. -Sígueme.

-El qué ay, me pongo nerviosita. -Le tapé los ojos con un pañuelo, cogí la maleta que estaba en la entrada, saqué de ella su sorpresa y se la di.

-Ábrelo, vamos. -dije sonriendo.

-Cariño y por qué me tapas los ojos. Que no veo lo que es. -dice con voz de niña pequeña. -Y se dispone a romper el papel sin visión ninguna. Al notar el tacto de un cristal con bordes de madera se puso eufórica.

-Malú, quiero que seamos un cuento ciego. Algo que no veamos exterior, sino interiormente. Quererte por lo que me haces sentir, pequeña. -Le besé la comisura de sus labios. Y coloqué una segunda sorpresa en su muñeca. -ya puedes quitártela.

-Ai a v....TE COMO. TE COMO. ERES LO MÁS BONITO DE ESTE MUNDO. -Era un marco con nuestra primera foto, y otra segunda que salíamos rozandonos suavemente los labios. Y una pulsera, en la que ponía nuestras iniciales. Empezó a llorar tan fuerte que me contagió.

-Quiero que sepas que me has marcado, Malú, y es así. -Y sin dejarme hablar más, se lanzo a mis labios. Los besó. Abrazando fuertemente nuestro cuadro. Y pasamos así un rato, calladas, mimándonos.

-No reacciono. Estoy enamorada, el cuadro y la pulsera son intocables a partir de ahora. Joder, gorda, que me has dejado sin palabras.

-Reacciona mi amor.-Dije mordiéndome el labio.

-No hagas eso porque estoy aquí eh. -Dijo resoplando.

-Mmm aquí conmigo, ven. -Y de un tirón la llevé encima mía. -Tengo sed de ti. Estrenamos la casa?

-No me lo digas dos veces. -Y fue a mi cuello. Lo atacó, ardiente, con pasión. Subió al lóbulo de mi oreja y empezó a jugar con él como se le antojaba. Mi excitación era tal que me mojaba más cada segundo. Le agarré, fuerte. Bajo su mano y llegando a mi zona íntima solté un gemido. Uno, dos, más. Me costaba no soltar un grito. Y llegó. Me puso su respiración en mi oreja, mordiéndome mientras lo hacía. Y un estallido de placer inundó el salón. Y ahora me tocaba a mí. Bajé y sin rodeos me adentré. Un ritmo frenético tan placentero que le hacía delirar.

-Por favor no pares, por favor. Elena, termina. -Y paré en seco. Pero su mano empujó a la mía y se lo di. Mis embestidas provocaron mi nombre ahogado en gritos. -Gorda, eres buena hasta en el sexo. -Y cogiéndola en brazos y durmiendo junto a ella. Pasamos la noche con un ambiente madrileño romántico. Le tapé por si tenía frío. Y así, ella y yo, empezamos a disfrutarnos. 

-Marmota, arriba. Dije gritándole un pelin.

-Me cago en tu puta madre. Que tengo sueño gilipollas. -Y me dio un puñetazo.

-Levanta que hoy vamos de paseo. -Me levante por pesada, desayune junto a ella y me mandó a vestirme y pornerme lo más cómodo.

-A ello voy. -Me puse unos pantalones de chándal anchos y cargados. Mis air force, y una camiseta conjuntada. Me recogí el pelo con las gafas de sol. Y bajé junto a ella.

-Guapa a rabiar. -Y dándonos un beso, nos montamos en su coche. -vamos, haremos deporte anda. Y me la llevé a correr. Ni 5 min y se paraba agotada. Venga vamos.

-Joder Malú, no tengo tu costumbre.

-Quejica vamos. -Pero su cara cambió cuando al levantar su mirada se encontró con algo que le cambió la cara. Sus lágrimas aparecian descontroladas...no pude ayudarla.