Capítulo 2.

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Alba.

12 horas después de la muerte de mamá...

« Se ha hecho de público conocimiento que en la madrugada de ayer la famosa modelo Laura Bleir, murió a causa de una sobredosis en su centro de rehabilitación. Nuestro más sentido pésame a sus familiares y amigos.»

24 horas después de la muerte de mamá...

« Seguimos de luto por la muerte de nuestra querida Laura Bleir, era esposa y madre aparte de modelo y lamentamos lo que pasó. Fuerzas al reconocido político Vicent Vernez y a sus hijas.»

Ya pasó un día y siguen hablando de su muerte como si se tratara de un maldito espectáculo de circo, esa noche volvimos solas a casa porque papá no aparecía y sigue sin hacerlo.

Me encuentro hecha un ovillo en mi cama, sin tiempo más que para llorar y gritar, Adara me trajo comida pero no la he tocado, no tengo apetito, intentó no llorar delante de mi sin éxito alguno, dejó la bandeja y se marchó por el llanto, no la culpo, al final de cuentas perdimos lo mismo y estamos solas.

5 días después...

No he salido de la habitación. Ya no tengo fuerzas para gritar, solo cuando duermo dejo de llorar y son escasos esos momentos sin lágrimas, duele como la mierda y lo único que puedo hacer es sentir el dolor.

Papá llegó hace 2 noches, subió a mi cuarto mientras me hacía la dormida, me dió un beso en la mejilla y si somos sinceros, me sorprendió escuchar un sollozo de su parte, desde entonces sale en la mañana y vuelve muy tarde de su oficina.

Mis mejores amigos han venido todos los días desde que pasó y no les he permitido pasar, no quiero que nadie me vea ni que nadie sienta pena por mí, quiero estar sola.

Adara es quién viene a verme y a preguntar como estoy, no recibe respuesta pero en ciertas ocasiones el silencio responde muchas cosas. A veces hasta más que las palabras mismas.

Un mes después...

—¡Mierda Alba! Tienes que levantarte, ella se fue y ya no volverá, acostúmbrate y sigue con tu maldita vida! —me gritaba mi padre desde el umbral de la puerta.

—Papá dejala...—trataba de calmarlo mi hermana menor con lágrimas en los ojos.

—NO. Tú estás aquí, yo estoy aquí, seguimos con nuestras vidas. No se puede estancar en el dolor, no puede quedarse así, ¡Joder ya pasó un puto mes Alba! —seguía gritando y yo solo sollozaba en la cama.

—¡Que la dejes te he dicho! —chilló Adara y él dejo entender su sorpresa, finalmente salió de la casa con un portazo.

Mi hermana se sentó en mi cama mientras me acariciaba la cabeza. No decia nada, solo estaba... Finalmente dejó un beso en mi frente y abandonó la habitación.

Dos meses después...

No lograba sacar el dolor de mi vida, pero mi mente sabía que si podía sacar mi vida de este mierdero, y quizás morir no sea el acto más heroico pero;

¿A quién le interesa ser valiente cuando está así?
¿Que sentido tiene vivir si no vives...?

Por poco lograba ver a mi alrededor, tenía los ojos hinchados y llenos de lágrimas amenazantes, a duras penas llegué al baño, con el pecho vacío y las manos temblorosas pero decididas cogí un recipiente del gabinete, me quedé observando mi rostro en el espejo al cerrarlo y con un punzón en el estomago tomé asiento en el retrete.

Mi cabeza repetía una y otra vez que destrozaría a Addie pero no me importaba, no podía seguir sintiéndome así ni un día más.

Cogí aire y tragué al menos medio frasco de pastillas...

Uno...

Dos...

Tres...

Todo se desvaneció, caí de costado al piso y cada vez sentía menos el peso que llevaba conmigo hace meses.

Estuve a punto de sentir la paz completa pero logré ver la silueta de la puerta abrirse bruscamente, no supe de quién se trataba.

Uno...

Dos...

Tres...

—Por favor Alba, no te vayas aún, sé que se siente como una jodida mierda pero no te vayas, te vamos a ayudar —me dice la voz de no sé quién.

Daba saltos entre la conciencia y la nada, realmente quería irme, ¿por qué no me dejan?.

Uno...

Dos...

Tres...

—Tenemos pulso, denle mucha agua cuando despierte, iré a dar las noticias —dijo un hombre que no logre ver.

Estoy tan agotada que solo quiero dormir.

Uno...

Dos...

Tres...

Fui abriendo los ojos despacio mientras trataba de moverme, todo mi cuerpo dolía y el ambiente olía a hospital.

Tania y Addie estaban a mi lado, ambas con los ojos hinchados de tanto llorar y la culpa me obligó a cerrar los ojos nuevamente.

Es mi culpa.

A los pocos minutos entró mi padre con la decepción marcada en la cara.

—Estarás aquí esta noche, en la mañana volveras a casa y ya no te permito volver a estar en ese hoyo depresivo que casi te acab... —dice y es mi hermana quién lo interrumpe destilando ira por los poros.

—¡Mierda papá! ¿No ves que está realmente mal? —dijo enfrentándose— ¿Que no ves que necesita ayuda? Joder, deja ya tus putas exigencias y ayuda a tu hija si tanto la quieres.

Tania me susurraba que todo estaría bien y entonces entendí que fue ella quién me sacó del baño.

Uno...

Dos...

Tres...

Los últimos meses se resumen en especialistas y ayuda profesional, la psicóloga me está ayudando mucho para ser sinceros, quiero estar bien, siempre quise estarlo, solo busque la manera incorrecta...

Luego de 8 meses volví a casa y estaba realmente contenta por ello, he visto a Addie todos los sabados y a Tania igual, los viernes era Paul quién me visitaba, pero aún así no era lo mismo...

No me olvides... (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora