Capítulo XXVIII. Asuntos

221 26 0
                                    

Hoy
Reino de DunBroch
Asuntos

Reina Elinor! Que gusto haberla encontrado. -dijo el castaño acercándose a la mujer con una sonrisa, fingiendo no tener el corazón roto.

-Oh, joven Haddock, me alegra su prescensia, ¿cómo puedo ayudarlo?

-Verá... Tengo que retirarme tal vez por unos días. -suspiró mientras rascaba su nuca.

-¿Retirarse? No será que nos deja, ¿verdad? -preguntó para comenzar a caminar y el joven la siguiera por el castillo.

-Oh no, por supuesto que no. Es solo que sucedió un problema en Berk, únicamente es eso.

Mentía.

Sabía que no necesitaban su prescensia con urgencia en la isla, pero quería ir él. Podría mandar a cualquiera de sus compañeros que se encontraban acompañándolo, pero necesitaba alejarse lo más pronto de aquella pelirroja.

Estos últimos días, se encontraba encerrado en la herrería y evitaba que su compañero lo viera, porque podía notar ciertas lágrimas que brotaban del castaño. Odiaba tanto llorar, sentirse débil en todo momento, pero ¿qué podía hacer? Sabía que merecía todo esto, nunca tuvo la oportunidad de un final feliz con ella, después de lo que dijo hace tantos años. Despertaba temprano y era el primero en desayunar en la sala; después, se dirigía a la herrería y comía en ocasiones ahí; y al final iba a su habitación y sus lágrimas eran los que lo arruyaban antes de caer en el sueño.

-Que lastima, pero espero verlo nuevamente antes de las bodas.

-Por supuesto, regresaré lo más pronto posible.

Ambos seguían caminando por aquellos pasillos sin mencionar ninguna palabra, era cómodo. Hiccup, aunque llevará poco tiempo con su madre, sentía varios rasgos iguales con la reina de DunBroch. No solamente física, también como en actitudes; ambas eran amables y cariñosas, pero su madre Valka lo demostraba más, cuidadosas y calculadoras, todo lo que una líder debe ser.

-Se ven bien juntos, ¿no crees? -preguntó la reina viendo por una ventana que tenía destino a uno de los jardines reales.

Hiccup llegó a su costado de la castaña para comprender de a quienes se referían. En el jardín, se encontraban los dos jóvenes enamorados riendo y persiguiendose por todo el lugar mientras gritos de la chica los acompañaban.

-Se aman, es claro verlo. -dijo mientras la boca de su estómago lo hacía añicos, mientras con su brazo derecho, apretaba su otro brazo con gran fuerza.

-Aunque no lo creas, Merida, no siempre fue así. -exclamó la reina sin apartar su vista de tan conmemoradora escena.

El castaño, simplemente cambio su rostro a confusión para ver a su compañera. Notaba una cierta tristeza y nostalgia en su mirada al ver a su pequeña.

-Cuando Merida se fue, con ustedes claro, era triste y sombría. Se sentía tan imponente en la situación en la que nos encontrábamos; siempre estaba de mal humor y practicaba con mayor frecuencia las armas. Pero cuando ella se fue, pareciera como si todo dolor y sufrimiento se hubieran esfumado, o eso relataban las cartas de tu padre.

»La mayoría de ellas decían que estaba feliz, siempre estaba con su hijo, no mostraba ninguna señal de sufrimiento, eso me alegraba. Pero apesar de toda felicidad que me transmitía saber de su seguridad, no pareciera que hubiera existido cuando la volví a ver.

Cuando volvimos nuevamente a DunBroch, pasaba todos los días encerrada en su habitación, en ocasiones, no comía por días y se debilitaba. No deseaba ver absolutamente a nadie mientras que permanecía sola en aquella habitación. Pareciera, que aquella pelirroja que existía en cada palabra de tu padre jamás hubiera existido; en varias ocasiones, pensé que él solo mentía para que no nos preocuparamos. Aunque tú padre, nunca mentiría, era conocido como un hombre sabía y honesto, no habría razón para que fingiera una felicidad que jamás existió.

Mericcup: Love In AshesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora