capitulo 8

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—¿Qué haces aquí? —dijeron después de salir del aturdimiento.

Y para explicar qué está pasando, tenemos que volver un poco al pasado.

Pov Xie Lian.

El jardín de su mejor amigo era algo que le fascinaba, flores por doquier y de distinto tipos, si algo le gustaba a Xie Lian de visitar a su amigo, era cuidar las preciosas flores.

Fue una tarde como cualquier otra a la edad de quince años, estaba tirando en el pasto con su mejor amigo hablando de vaya uno a saber que, cuando este se levantó.

—Iré a buscar algunos bocadillos y más bebidas —Xie Lian simplemente asintió.

Una vez su amigo se marchó, caminó hacia la reja que daba a la calle, lugar donde más flores había.

Las tocó con sumo cuidado y se sumergió en su belleza, pensando en que amaría tenerlas en su hogar, decorarlo de tantos tipos de colores y aromas que estas regalaban.

Fue entonces cuando se percató de la presencia del joven del otro lado de la reja, quien miraba atentamente una flor específica.

Xie Lian siempre fue alguien conversador y amigable, por lo que no dudó en hablarle —Son muy bonitas ¿verdad?

El joven al oírlo se asustó, más no huyó —Lo son —Respondió. — Son mis favoritas

—¡Muy buen gusto! —exclamó Xie Lian felizmente.

Ninguno volvió a hablar después de aquello, entonces la voz de quien era su mejor amigo, Xie Lian oyó —¿didi?

Fue entonces cuando el joven se dispuso a seguir su camino.

Xie Lian nunca se había animado a arrancar una flor de aquel bello jardín, esa fue su primera vez. —Ten, llevatela, será nuestro secreto.

El joven, algo avergonzado, la tomó con manos temblorosas —Gracias jeje y corrió calle abajo.

Esa tarde, para Xie Lian fue un encuentro al azar. Vaya sorpresa se llevó cuando, cada vez que iba a la casa de su mejor amigo, el otro joven, cuyo nombre era San Lang y lo supo en su segundo encuentro, pasaba por allí.

Ambos mantenían conversaciones cortas cada vez que podían, Xie Lian sabía que su mejor amigo no tendría problema si invitaba a San Lang a sus meriendas, pero el mantenerlo en secreto le gustó más.

Y por cada vez que ambos se veían allí, Xie Lian una peonía blanca a San Lang le regaló.

Si Lan Zhan le preguntó un día por qué faltaban flores, él se hizo el desentendido.

Entonces los meses pasaron, su mejor amigo debía mudarse, y Xie Lian ya no tenía motivos para pasar por aquel vecindario, no volvió a saber de San Lang.

Hasta ese día, no muy lejano a la actualidad.

Xie Lian iba y venía en la cafetería, llevando pedido tras pedido, una vez paró a descansar, la campana de la puerta sonó, poniendo su mejor sonrisa para saludar al nuevo cliente.

Pero al ver quién aquella puerta cruzó, la taza de café que tenía en sus manos se estrelló contra el piso.

Xie Lian podía olvidar muchas cosas, pero jamás aquella mirada tan hermosa, a esos ojos bicolores, uno rojo oscuro y el otro café.

Inmediatamente notó lo que había hecho se arrodilló en el suelo, en un intento torpe por levantar los pedazos de cerámica con sus manos.

—¡¿Qué haces?! —exclamó uno de sus compañeros, llegando con una escobilla y una pala — atiende al cliente nuevo, yo levanto eso

Tres cabezas NO piensan mejor que una. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora