Capítulo IV

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Lalisa frunció el ceño, colocando la punta de la lengua entre sus labios ligeramente entreabiertos mientras se desviaba de la orilla de la carretera. Estaba concentrada porque el camino estaba algo empedrado a la entrada del restaurante de 24 horas en el que nos detuvimos. Yo estaba exhausta y protesté cuando Tae sugirió detenernos a cenar porque, según él "sus tripas iban a reventar" de tanta hambre que sentía. Habría que explicarle el proceso digestivo después. A decir verdad, sólo deseaba llegar a casa de Lalisa y caer rendida del cansancio que sentía en cada parte de mi cuerpo, pero ella no sabía negarle nada al niño, así que ahí estábamos, sentados en una mesa de madera un poco alta para Taehyung, al aire libre en una terraza muy amplia, con un televisor reproduciendo videos musicales de los 80, colocado justo a un costado de la pared que daba con la cocina y de frente a los baños, mientras esperábamos a que nos tomaran la orden.

-Tía, ¿qué es shshmi?

Lalisa lo miró y después a mí. Yo intentaba contener la risa, porque estaba segura de que había intentado leer "sashimi", sin éxito. Tae aún estaba aprendiendo a leer, y muchas veces inventaba las palabras que no entendía.

-¿El qué, corazón?- preguntó ella, frunciendo el ceño.

-El sssshshmi- respondió, prolongando la "s".

Entonces no aguanté más y solté la carcajada. Lalisa tomó el menú de sus manos con cuidado y Tae protestó hacia mí, indignado.

-¡Mamá, deja de reírte, no es gracioso! Sólo quiero saber qué es el shshmi.

Lalisa estaba conteniendo la risa, los hoyuelos se le marcaban todavía más en el rostro y parpadeó lentamente intentando respirar profundo para no disgustar a Tae. Se estaba muriendo por liberar una carcajada estruendosa, pero no lo hizo. En cambio, buscó la palabra en el menú y le respondió.

-Ah, es carne de pescado cortada muy finita. Pero se dice "sashimi", Tae –sacó el móvil y le mostró una imagen, él la observó con detenimiento, muy intrigado por su descubrimiento. -Aquí dice que venden sashimi, ¿quieres probarlo?

-Hmm, no sé. ¿A ti te gusta el sh... el sa-shi-mi?

-No realmente.

-¿Sabe feo?

-No, es que soy vegetariana. Eso significa que no como ningún tipo de carne, ni siquiera de pescado.

-Ohhh... –hizo una pausa, mientras veía el menú. -¿Y entonces qué vas a comer?

-Pensaba pedir la pizza que está abajo, ¿puedes leer qué ingredientes hay para elegir?

-Sí, hay una vaca y un puerquito, pero tú no comes vacas ni puerquitos- dijo Tae, simplemente mencionando las imágenes que incluía el menú, todavía no podía leer las palabras que aparecían en él. -Entonces vas a pedirlos con hmm... ¿le vas a poner aceitunas?

En ese momento la cara de Lalisa se descompuso y yo no pude evitar soltar otra sonora carcajada. No había sido tan mala idea venir a cenar después de todo, me estaba divirtiendo mucho, aunque al parecer ellos no tanto.

-No mi amor, si le pones aceitunas a la comida de tu tía probablemente muera de coraje antes de probarla- le dije bromeando.

-¿Te dan alergia, tía?- preguntó él, visiblemente confundido.

-No Tae, es que no me gustan. Esas no son aceitunas, son champiñones. ¿Qué te parece si pido mi pizza con champiñones y la compartimos?

-Sí, ¿pero podemos pedir la mitad con jamón?

-Claro que sí, lo que quieras ponerle.

Taehyung se durmió apenas subimos a la camioneta. Estaba exhausto desde hacía unas horas, pero tenía que gastar la pila y la emoción de ver a Lalisa después de varios meses. Apenas la reconoció en el aeropuerto, corrió hasta ella y le saltó encima. Lalisa tiene una buena condición física, pero ni todas las rutinas del mundo le darían la resistencia necesaria para detener al huracán que es Tae cuando está emocionado. Sonrió ampliamente mientras él le rodeaba el cuello con los brazos. Esa imagen me llenó de ternura, incluso casi olvidé la incomodidad que había sentido toda la tarde, desde que Kai nos acompañó al aeropuerto, esperó a que anunciaran nuestro vuelo y se despidió de mí con un abrazo, al que una parte de mí se resistió, para después susurrarme un "te amo, Jennie" más. Lalisa caminó hacia mí, con Tae todavía en brazos, lo bajó y me dio un abrazo muy reconfortante, besó mi mejilla y se detuvo a mirarme unos segundos, sonriéndome. "Bienvenida a Wellington", dijo finalmente, tomándome ambos costados del rostro, y ahí rompí a llorar. Tae se asustó, pero en seguida lo tranquilicé diciéndole que estaba muy emocionada por ver a su tía después de tanto tiempo. Él asintió con calma, y tuve que reñirlo por haber salido corriendo de mi lado. Buscó la mirada de Lalisa, ella intuyó lo que intentaba hacer, así que le sonrió y le pidió que no lo repitiera, porque podía lastimarse y terminar como una mantarraya en el piso. Él dio un brinco riendo y ella soltó una risa alegre. La había extrañado muchísimo.

The seaside - JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora