Si dijera que la situación entre Lalisa y yo era tensa, sería una terrible atenuación. No sólo porque no supiéramos cómo dirigirnos hacia la otra, sino que además me estaba evitando. Era habitual que pasara muchas horas en el local, pero siempre volvía poco antes de cenar. También acostumbraba a preguntarme qué comeríamos en el almuerzo y, antes de que mi impulso arruinara las cosas, me daba un beso en la frente antes de ir a dormir. Todo aquello estaba suspendido en el aire, junto con nosotras mismas. Tras la noche anterior, el único rastro que tenía de su presencia en la casa era el ruido de la puerta al deslizarse cuando salía a correr, el de los trastes que usaba en la cocina para prepararnos el desayuno, y el sonido de la puerta al volver casi a la medianoche.
Me sentía sumamente culpable por lo que estaba ocurriendo, pero sabía que siendo la persona sumamente sensible e introspectiva que era Lalisa, lo mejor era darle espacio. Aceptaba las consecuencias de mis acciones y estaba dispuesta a marcharme si me lo pedía, pero me aterraba la idea de pensar en la posibilidad de tener que terminar nuestra amistad. No podría soportarlo. Incluso la pérdida de mi matrimonio y la ausencia de Kai en mi vida parecían nimias al lado de lo que representaba el solo pensamiento de tener que alejarme de ella.
Tras un par de días así, me desperté como de costumbre con el ruido de la puerta que hacía rumbo a su carrera matutina. Decidí darme una ducha y preparar el desayuno para Tae. Mi apetito estaba desaparecido, por lo que opté por fruta para mí. Después del baño me dispuse a cocinar waffles y sentí su mano tocar mi espalda. Seguramente lo habría despertado el olor que emanaba de la cocina, no había manera de hacer que dejara de querer comer.
-¡Hola, mami!- dijo, con una risita. Fingí asustarme, aunque lo había escuchado cerrar la puerta del dormitorio al salir. -¡Te asusté!- dio saltitos hacia el comedor y se sentó. –Gracias por hacer mi desayuno favorito, no olvides el kiwi y la fresa- dijo, con seriedad. El desayuno era un asunto de suma importancia para él.
-A la orden, capitán- respondí, haciendo una señal sobre mi frente con la mano.
-Los de tía Lili llevan plátano y miel, tampoco lo olvides. Nunca les vayas a poner crema batida porque va a vomitar- dijo, riendo. Hizo una pausa y tomó su iPad de la repisa. Me estremecí al escucharlo, él también la quería mucho, y si estábamos en la recta final de nuestra amistad, sería aún más doloroso para él lidiar con su ausencia. Taehyung se entretuvo unos minutos con videos, hasta que habló. –¿Mamá?
-¿Hmmm?- estaba cortando el kiwi en rodajas finas y noté que caminó hacia mí con la iPad en las manos.
-¿Podemos ir al cine hoy? En este video aparece la película que quiero ver. ¿Podemos ir, por favor? Voy a limpiar mi habitación para siempre, pero por favor vayamos hoy al cine- insistió, con visible emoción en el rostro.
-Ya limpias tu cuarto siempre, tendrás que pensar en otra cosa para chantajearme- respondí, divertida. Taehyung era un niño excepcional para su edad; además de organizado, le gustaba limpiar su espacio. Salvo por el hecho de que perdía todos los calcetines que pasaban por sus manos, la verdad es que no era demasiado descuidado.
-No si dejo de limpiar mi habitación a partir de hoy- respondió, convencido de que era la mejor solución. No lo pude evitar y solté una carcajada, su razonamiento era adorable. -¡Mamá, no te rías!- reclamó. -¿Podemos ir al cine?
-De acuerdo, iremos- respondí, con una risita. –Asumo que es la nueva película de Spiderman, así que en cuanto desayunemos, reviso los horarios y compramos los boletos, ¿de acuerdo?
-¡Genial! Voy a ver más videos de Spiderman- corrió a la sala a sentarse en el sofá-cama y permaneció en silencio mientras cambiaba de video cada tanto. El ruido de la puerta azotando el marco de madera eclipsó el sonido del tocino cocinándose en la sartén. Era Lalisa, estaba regresando de su carrera matutina con el top negro de siempre. Estaba ligeramente agitada y la mariposa en su vientre lucía más nítida a causa del sudor.
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The seaside - JENLISA
FanfictionDespués de un matrimonio en crisis tras doce años juntos y un hijo en común de seis, Jennie Kim decide tomarse un descanso de su vida como madre y empleada en un banco para sanar heridas del pasado y del presente. Pero durante el verano en la costa...