Capítulo XII

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El despertador de Lalisa sonó a las ocho de la mañana, pero ella ya no estaba. Me levanté de la cama y apagué la alarma. Caminé a la habitación que compartía con Tae, con cuidado de no despertarlo a él ni a Kai, pues ambos estaban profundamente dormidos. La lámpara de estrellas que Lalisa colocó estaba encendida así que la apagué, tomé mi neceser, una muda de ropa y me dirigí hacia el pasillo para entrar al baño.

Poco a poco empecé a recordar pequeños fragmentos de la noche anterior. Kai y yo discutiendo en la playa, las casas de campaña, el viento contra mi cuerpo al correr de vuelta a la casa... el abrazo de Lalisa. Ahora me sentía terriblemente mal por todo lo ocurrido, por las cosas que Kai dijo en voz alta y que tanto tiempo habían estado girando por mi mente. Era cruel, desde luego, pero también cierto. También había arruinado la noche de campamento de Tae, y sospeché durante toda la ducha que me costaría algo más que sólo dos malteadas ganarme su perdón, tendría que pensar en una buena excusa. Pero lo que más me sorprendía era la reacción automática de mi cuerpo al buscar a Lalisa. No me dirigí a la habitación de Tae, o al baño, sino que corrí inconscientemente, buscando su abrazo. Había sido muy reconfortante, aunque no recordaba demasiado porque me quedé dormida casi al instante. Ahora que conocía el calor de Lalisa desde un nuevo plano, con todos estos sentimientos de por medio, estaba aterrada de saber que quería sentirlo el resto de los días.

Al salir de la ducha, revisé el móvil y encontré un mensaje suyo. Había dejado el desayuno en el horno y se había ido al local después de su carrera matutina diaria. Quizás el cansancio emocional era demasiado, porque no noté su ausencia en la cama esa mañana, hasta que desperté. Al parecer pasaría la mayor parte del día en el local colocando las baldosas de la terraza, ahora que Wonho había terminado la instalación eléctrica de todo el sitio. Sonreí involuntariamente, no eran ni las nueve y seguramente ya tendría el overol cubierto de polvo, con el móvil perdido entre tantas cosas.

-Buenos días- carraspeó Kai. –Jennie, lamento mucho lo de anoche. ¿Podemos hablar?

A decir verdad había olvidado por completo su presencia en Plimmerton, por unos instantes la casa se sintió como en la cotidianeidad que ya habíamos creado los tres. Me tomó por sorpresa y no supe que responder.

-Entiendo que debes estar confundida- dijo. –Pero no podemos seguir arrastrando el tema, no podemos evadir las cosas, Jennie- se acercó al desayunador, estaba recién bañado, y el olor de su colonia no hacía sino volverlo más atractivo. En el pasado, me habría resultado imposible resistirme a aquella sonrisa divertida, sabiendo el efecto que ocasionaba en mí, y terminaríamos haciendo el amor sobre la mesa o el sofá de la antesala. Pero ahora todo ese pasado parecía inverosímil, como si nunca hubiera sido nuestro. No sabía si seguía enamorada del hombre frente a mí, a quien conocía tan bien como ahora conocía todos los rincones de la playa en Plimmerton. Lo cierto es que ya no éramos las mismas personas. Incluso un par de semanas antes de llegar a casa de Lalisa, podía sentir la avalancha de enamoramiento al pensar en él, y el sólo pensamiento me llenaba de nervios. Sin embargo, ahora por más que lo intentaba, sólo quedaba un fuerte sentimiento de confusión.

-Kai, escucha... No estoy lista para hablarlo. Lamento si malinterpretaste la situación. Anoche dijimos muchas cosas y ese beso... Estuvo completamente fuera de lugar.

-Lamento haberte incomodado, creí entender las señales de otra manera- susurró, apenado.

-No estoy enojada por eso, creo que me tomaste por sorpresa y no quisiera que empezaras a malinterpretar las cosas entre nosotros. Lo que te dije es cierto, no sé si todavía estoy enamorada de ti, o si deseo que nuestro matrimonio vuelva. Mi cariño por ti se mantiene intacto, eres el padre de Taehyung, pero no estoy segura de lo demás que siento, más allá de la confusión. Espero que puedas entenderlo.

The seaside - JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora