Capítulo X

72 18 0
                                    

-¡Papá, qué bueno que estás aquí!- escuchamos gritar a Tae, mientras corría hacia la sala en donde Kai había asentado sus maletas. Lo levantó en sus brazos y le besó el cabello. -¡Te extrañé mucho, papá!

-Yo también, Tae. Te extrañé mucho- lo abrazó nuevamente y después lo bajó de sus brazos. Lalisa volvió con un par de tazas y una tetera eléctrica, sobre una bandeja. –Gracias, Lalisa- dijo Kai, mientras ella la asentaba sobre la mesita de madera de la sala, y él tomaba asiento, con Tae a su lado. –Gracias por la invitación, amor- me dijo. –Me tomó por sorpresa, pero me hace muy feliz verlos en persona.

No supe cómo reaccionar ante eso. Me sentía extraña. Me había llamado "amor", como solía hacerlo cariñosamente, y aunque en el pasado habría sido el detonante para iniciar una larga sesión de sexo, la realidad es que ahora me pesaba. Me hacía sentir incómoda. Tampoco sabía cómo asimilar su presencia en Plimmerton. Estábamos en casa de Lalisa, en medio de todo este desastre, y además con una situación bastante inesperada e inusual. Kai seguramente esperando a que retomáramos la relación y yo muy confundida entre la comodidad de mi matrimonio, la felicidad pasada que habíamos compartido durante tantos años, y Lalisa. Era la gran incógnita de todo esto. Me sentía atraída hacia ella y ya no podía seguir negándolo, aunque ni siquiera estuviera segura de por qué. Probablemente mi terapeuta diría lo mismo que ya sospechaba, ante el caos y el duelo de la pérdida de la confianza en mi matrimonio, cualquier tipo de atención habría venido bien. Y seguramente lo había confundido todo, había corrompido nuestro vínculo. Sí, probablemente era eso, pero ya no había marcha atrás. En ese momento, me sentía más nerviosa por la mirada curiosa de Lalisa desde la barra del desayunador, ausente de la escena, que por la presencia de Kai. Estaba tremendamente guapo, eso sí, y sin embargo me sentía incómoda. Quería que se marchara, que la casa volviera a sentirse de todo menos intrusiva, que regresáramos a esa misma mañana, cuando Lalisa colgó la lámpara de estrellas de Tae en su cuarto, y después de que él saltara de la emoción hasta el cansancio, nos sentáramos los tres en el mismo sofá cama que ahora ocupaba Kai, a desayunar los waffles que preparé para el desayuno. No podía dejar de sentir toda la interacción y la dinámica como lo más familiar que alguna vez habría experimentado. ¡Y yo tenía una familia! Era madre y, a pesar de todo, aún esposa. Todo aquello se sentía extraño, pero infinitamente bien, correcto. Lalisa se sentía como volver a casa.

-¿Y cómo va la librería?- preguntó Kai, de repente. Había estado conversando bajito con Tae, aunque no presté mucha atención por estar sumida en mis pensamientos. Lalisa me miró un segundo, como pidiendo mi aprobación y al mismo tiempo haciéndome saber que todo estaría bien, que estaba conmigo. Respiré profundo y traté de relajarme.

-¡Está increíble! Tía Lili hizo unos libreros enormes- Tae levantó los brazos, tratando de dimensionar el tamaño – y además, puso macetas, mamá y yo las pintamos papá, ¿las quieres ver? Te mandamos fotos pero no las has visto en persona... Y además, ¡hay un montón de cosas! Y Wonho puso las lámparas, está ayudando a tía Lili con su librería, es muy divertido aunque no le guste mucho usar su camiseta y no nade demasiado bien- rió Tae. –Pero tía Lili nada como un pez, ¡igual me enseñó a pescar, papi! Y ayer pintamos mi cuarto, le puse muchos pececitos y mamá pintó el mar, ¿lo quieres ver?- finalizó, respirando agitadamente, lo que nos provocó risas a todos.

-Bueno, ya te dieron un resumen bastante completo de cómo han ido las cosas por aquí- dijo Lalisa, soltando una risita. –Pero sí, en general todo ha marchado bien. Espero abrir en un mes y medio, a lo mucho. Sólo faltan algunos detalles y que el proveedor envíe los libros. Eso es lo que más me tomará tiempo, registrar y archivar todo para crear una base de datos. Pero es divertido.

-Oh, ya veo- respondió Kai, sirviéndose agua en la taza con el té. –Suena bastante bien, por lo que mencionas. ¿Ya sabes cómo emplearás la energía eléctrica?

-Sí, por el momento empezaremos con energía convencional y más adelante que recupere la inversión espero poder instalar paneles solares. Nos resultaría mucho mejor para mantener el área de librería climatizada, e incluso para iluminar la zona al aire libre sin tanto esfuerzo.

-Exactamente, sería una gran inversión, Lalisa- titubeó un poco al mirarme y continuó. –Si gustas, podemos realizar la proyección del consumo y los costos, y dependiendo de cuántos kw utilices, tendremos un punto de partida para elegir los paneles. Si lo cotizas con nosotros, los costos de instalación van por nuestra cuenta- sonrió. Lalisa me miró antes de responder, y le sonreí tímidamente. No quería que se sintiera comprometida conmigo ante la propuesta de Kai. Era una gran oferta y seguramente beneficiaría a su proyecto. Sí, nosotros teníamos problemas y yo preferiría no tener que interactuar con ambos al mismo tiempo, pero había invertido tanto tiempo y esfuerzo en esto, que definitivamente negarse no sería la decisión más inteligente. A pesar de todo, Kai era el mejor en su área.

-Claro, en cuanto considere prudente reinvertir las ganancias en los paneles, te lo haré saber. Gracias, Kai.

-Perfecto. No es nada, Lalisa. Me alegra que todo esté marchando bien con el local.

-Papi, ¿podemos ir a comer? Siempre vamos con Giulio, ¿podemos ir?

-Tae, tu papá debe estar muy cansado, hizo todo viaje desde Auckland hasta aquí- le dije. En parte era cierto, pero sobre todo porque no deseaba interactuar más tiempo con él y Lalisa simultáneamente. Si pudiera haber cavado un hoyo en la tierra en ese instante para esconder mi cabeza, lo habría hecho.

-No, no pasa nada. Me parece perfecto, Tae. Podemos ir por esas malteadas y hamburguesas tan famosas de las que siempre me hablas. ¿En dónde es?

-En el pueblo, tía Lili sabe cómo llegar porque está cerca de la librería y Giulio es como su papá, lo quiere mucho. Aunque siempre pide lo mismo, ya probé su café y ¡iugh!, sabe horrible, pero a ella le gusta. A mí me gustan más las malteadas de chocolate, Giulio le pone nueces y también chispas de colores- Lisa soltó una carcajada y Kai sonrió.

-En efecto. Parece que alguien escucha más de lo que debería, ¿no es así?- dijo Lisa, acariciándole el cabello. –Tengo que ir al local, ya casi son las cuatro y Wonho llega a esa hora a terminar de instalar los minisplits. Jennie, me llevo la camioneta y ustedes me pueden seguir en la camioneta de Kai.

-De acuerdo, tú nos guías- sonrió Kai, mientras se adelantaba con Taehyung, quien había salido para explorar la costa con sus binoculares.

-Todo va a estar bien, ¿de acuerdo? Relájate, y recuerda que si necesitas algo, estoy a una cuadra- Lalisa tomó mi mano y me rodeó en un abrazo. Sentí el ligero tacto de sus labios sobre mi cabeza. –Trata de disfrutar a Tae, por él estás aquí.

-Sí, tienes razón. Gracias, Lili- susurré, sin deshacer el abrazo. –Y ya ve subiendo a la camioneta antes de que Tae descubra que no vendrás con nosotros. Va a ponerse como loco- dije, divertida. Soltó una carcajada y me apretó una mejilla.

-En ese caso, tendrás que compensarlo con nueces y chispas extra- bromeó mientras cerraba la puerta y, una vez más, el mosquitero se le deslizaba de las manos, para chocar contra el marco y sonar estrepitosamente. Sonreí, seguía sin entender cómo aquella mujer era tan habilidosa pero incapaz de cerrar la puerta de su propia casa sin hacer un desastre. Observé a Kai en el asiento del conductor, hablando con Tae por el espejo retrovisor, y a Lalisa, que se colocaba las gafas de sol mientras cerraba el maletero, tras supervisar que llevaba todo lo necesario para el trabajo. Me sentí completamente vulnerable ante la escena, por un lado la comodidad pasada que representaba Kai en mi vida, y que sin embargo los últimos meses se había esfumado casi por completo, y por el otro, Lalisa y todo lo que ella representaba ahora para mí, el nerviosismo, la emoción, la atracción, el cariño y el cuidado. En el fondo, estaba muy aliviada de no tener que demostrarlo por mayor tiempo ante ninguno.

-¡Mamá, date prisa, tengo tanta hambre que mi estómago va a reventar!- gritó Tae, desde el asiento trasero. Hice una nueva nota mental para explicarle después el funcionamiento del sistema digestivo. Sonreí. Sería un largo fin de semana.

The seaside - JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora