Capítulo 10 Remembranza.

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-¡No está por ningún lado! -dijo Nappa.

-El no está en este planeta, mi rastreador no lo detecta- dijo Raditz precionando un botón de su rastreador.

-Eso es absurdo, no tenemos nave espacial -contestó Nappa molesto.

-Entonces dame una razón, ¿Dónde está? ¿Acaso se lo trago la maldita tierra? -preguntó Raditz irritado.

-¡Tiene que estar en este planeta!-dijo Nappa muy seguro.

-No lo creo, seguro encontró una nave espacial y se largo- Raditz cruzo los brazos.

-¿Dónde mierda? Según mis datos los humanos no tienen tecnología para crear naves espaciales-dijo Nappa, enseguida se sentó, se sentía muy frustrado no sabía que debía hacer, por una parte Vegeta tenía razón, les ordenó que no llamarán a la base para solicitar que les enviaran naves espaciales, por primera vez se les premio con una exelente nave con todas las comodidades y ellos la perdieron en la primera purga, serían el házme reír de todos los soldados de Frezzer si se enteraban que una frágil mujer los burló, no les volverían a dar otra así. Vegeta estaba decidido a encontrar a la mujer y recuperar la nave, le pidió ayuda a un colega para que viniera a la tierra y le prestará una nave espacial para encontrar a la azulada, de esa manera Frezzer no se enteraría de lo que ocurrió.

-¿Estás consiente que no nos podemos quedar aquí para siempre?..Si no aparece Vegeta tenemos que llamar a la base, solicitar que nos envíen naves espaciales, tenemos que reportarnos -dijo Raditz.

-Es verdad, pero antes esperaremos un poco más- dijo Nappa, en el fondo sabía que Vegeta aparecería, lo conocía sabía que no se iría, algo no andaba bien tenía un mal presentimiento. Pasaron un par de semanas y la paciencia de los dos sayayin se agotó, si no aparecía Vegeta al siguiente día llamarían a la base, ya no soportaban estar ningún minuto mas en la tierra. Cuando cayó la noche ellos se sentaron y recargaron sus espaldas sobre unas rocas para poder dormir, por la madrugada una rara inquietud invadió a Nappa, le fue muy difícil dormir, cuando al fin cayó en los brazos de morfeo y consiguio dormir profundamente tuvo un sueño perturbador. La muerte lo envolvía en un abrazo, enseguida el comenzaba a volverse un esqueleto, ni con toda la fuerza de sayayin pudo escapar del letal abrazo.

Nappa estaba cara a cara con la muerte, abrió los ojos violentamente encontrándose con Bulma frente a él.

El Sayayin se movió con rapidez y la tomo del brazo con salvajismo, segúndos después sintió como su cuerpo perdía fuerza, se desvaneció y cayó al suelo.

A la mañana siguiente los sayayin aún yacían en el suelo sin poder moverse.

Raditz luchaba para hacer que su cuerpo respondiera, entró en pánico y por primera vez en su vida sintió miedo, esto era peor que el infierno, no solo su movilidad desapareció si no toda su energía, se sentía vulnerable e indefenso, estaba encarcelado en su propio cuerpo, por otro lado Nappa maldecía en su mente, gritaba en sus adentros, no entendía que ocurría, eso lo atormentaba ¿Estaba acaso en una horrenda pesadilla? ..quería despertar, no tardó mucho en entender que no era un sueño. El peso de la desesperación se hizo presente para los Sayayín cuando pasaron muchos días y no recuperaban su movilidad, estaban debilitándose, el calor tan fuerte había quemado su piel, tenían mordeduras de algunos insectos, derrepente se escucho un ruido y con ello un nauseabundo hedor.

Bulma salió de su carro y arrojó un animal muerto en un estado grave de descomposición.

-Podría dejar que se murieran de hambre pero...

Los ojos de Raditz se abrieron sorprendidos era la voz de la terrícola.

-En mi misericordia des daré una muerte ..eh más o menos rápida, tampoco se merecen tanta compasión después de lo que hicieron ¿Que se siente ser ahora ustedes los indefensos? -Pregunto Bulma con burla.

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