VI

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Un par de días después, decido que ya es hora de llamar a Tae y ver qué tal le están yendo las cosas. Lleva en la universidad casi una semana entera y me ha intentado llamar todos los días, pero yo ni caso.
Nos hemos mensajeado unas cuantas veces, pero echo de menos escuchar su voz. Creo que estoy preparado para hacerlo sin derrumbarme. El teléfono apenas da un tono de llamada antes de que descuelgue.
—Hola.
Vale, estaba equivocado, escuchar su voz me hace querer romper a llorar otra vez.
—Hola —digo y cierro los ojos con fuerza en un intento por controlar mis rebeldes emociones.
—Te has tomado tu tiempo en devolverme la llamada —me dice con un tono burlón. Es casi como si supiera que necesito que me aligere el día. A veces pienso que me conoce mejor que yo.
—Lo siento, he estado liado en el restaurante. Pero sí que te echo de menos.
Inspira de un modo tan exagerado que hasta yo lo escucho a través del teléfono.
—Jimin, ¿estás seguro de que no quieres que vuelva a casa este finde? Termino las clases mañana a las doce, así que puedo llegar allí para la cena.

La esperanza es palpable en su voz, pero estoy a punto de volverlo a desilusionar.
—No empieces. Tengo que trabajar el finde entero de todos modos. Además, estoy seguro de que tendrás una o dos fiestas a las que ir en vez de dedicarte a volver aquí —digo en un intento de hacerle cambiar de idea sin decirle que no directamente.
—Jimin…
—Por favor, Tae. Necesito que hagas esto por mí. Conoce a gente nueva y disfruta de la experiencia —le ruego.

Quiero que tenga las cosas que yo no puedo tener ahora mismo, aunque eso signifique dejar marchar a la única persona aparte de mi madre que lo significa todo para mí.
—El próximo fin de semana vuelvo a casa y no te está permitido discutir conmigo. —Suena serio y un poco autoritario. Yo puede que esté herido, pero sé cuidarme solo.
—Bueno, ¿y qué has estado haciendo, chico universitario? —pregunto y apoyo la cabeza sobre la almohada.

—¿Estás intentando cambiar de tema? —Su voz suena con una mezcla de diversión y frustración.
—Taehyung por favor.
—Vale —suspira—. He estado yendo a clase, al gimnasio, estudiando, comiendo y durmiendo. Nada mucho más interesante de lo que tú has estado haciendo, seguro.

Tiene razón. Yo he estado trabajando, corriendo y sentándome solo en mi habitación. Y, esporádicamente, mi mente se aleja de Tae y se desvía hacia Jungkook. Apenas lo conozco y no lo he visto desde que me dejó la nota en la servilleta, pero no puedo evitar preguntarme qué es lo que está buscando.
—¿Cómo te van las clases?
—No son difíciles, pero ya tengo dos trabajos que hacer esta semana. Ya sabes lo mucho que los odio —contesta.

—Sí, pero se te dan bien. Creo que solo los odias porque son demasiado fáciles para ti —digo sonriendo ligeramente. Tae era uno de los niños más listos de nuestra clase. No ha decidido lo que quiere ser cuando «sea mayor», pero en realidad puede hacer lo que sea que se proponga.
—Supongo que sí —dice.
Si no me equivoco, creo que intuyo una sonrisa en el tono de su voz.
—Oye, Jimin, odio tener que cortar, pero tengo una clase ahora. Hablamos mañana.—La última parte suena más como una pregunta que como una afirmación.
—Trabajo hasta las dos, pero contestaré al teléfono si me llamas a cualquier hora más tarde.

Hablar con Taehyung, más que entristecerme, me hace sentir mejor. Tengo ganas de volver a hablar con él. Espero que con cada día, y con cada llamada, la distancia entre nosotros sea más fácil de llevar. Quizá pueda sobrevivir aquí sin él.
—Más te vale.
—Adiós, Taehyung.
—Adiós, Jimin.

Como tengo todo el día libre, voy a salir a correr hasta que las piernas no me respondan. Me enfundo unos pantalones de gimnasio y una camiseta sin mangas antes de abrocharme los cordones de las zapatillas. Es lo único que todavía me gusta hacer. Es una forma de aclararme las ideas y de soltar toda la rabia y el estrés que se haya acumulado en mi cuerpo.

Everthing [Kookmin adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora