- Capítulo 11 -

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El Llamado

Tan solo una noche. En un sólo instante, la fantasía que nos envolvía, la magia que trazaba nuestra realidad, se desvaneció.

Seguramente habrás leído un cuento de hadas alguna vez. Has usado su suave arrullo de la boca de alguien más para conciliar el sueño siendo aun niño. O quizas hayas sido tú quien contó la historia. No importa, porque siempre hay algo que no te han de contar.

Porque se perderia la magia.

La sombra oculta de los héroes y las princesas en los libros se esconden a simple vista de los ojos humanos. Inclusive la sombra de los villanos.

Las ninfas, somos como una leyenda, vieja y fácil de olvidar. Y por supuesto, en algún punto, falsa. Se puede decir que el llamado es la otra cara de nuestro bello cuento.

¿Qué importa la verdad, cuando el ganador es quien corrige el borrador final? Sólo ten en cuenta esto: toda mentira, guarda detrás una historia por contar.

¿Quieres a escuchar las mías?

♦♦♦

Una, dos, tres; gotas cayeron por doquier. Cuatro, cinco, seis; chocaron contra el pavimento, creando una lluvia inversa. Siete, ocho y nueve; el cuerpo se retuerce con espanto. Y diez....

La mente cede ante un encanto.

Cual marioneta controlada por su titiritero, el cuerpo inmóvil de la niña sobre la cama, se enderezo de repente. Sin velas que alumbraran aquella pequeña habitación, y sin una sola luz en el cielo que tranquilizara a los insectos de la noche, era imposible ver su rostro. Su rostro limpio, sin tiras de tela blanca que lo escondieran. Pero no sería por mucho, pues la luz dorada de la Luna Llena venía alzandose por el horizonte, entre los árboles y las montañas.

Por los huesos de Maya, una sensacion que conocía empezó a surgir. Escalando por sus piernas, inundando su cuerpo, robandole su raciocinio.

Locura, no existía mejor palabra para describirlo.

Pero aún no era tarde. Aunque la Luna del mundo de la oscuridad era más poderosa que la Luna de los humanos, no la llamaría hasta que estuviera en su punto más alto. Era esa laguna, la que le deba a Maya un último atisbo de cordura a su cabeza, cuyo único propósito era recordarle...

Lago. Busca un lago. Tengo que buscar un lago.

Fuera, las gotas de agua inundaban el panorama. Una lluvia calmada, sin ventiscas.

Se supone que en las noches lluviosas, el encanto, o más bien la bendicion de la ninfa del lago ayudaría a combatir las voces de la naturaleza. Si así se sentía ahora... no sabía si le quedarían fuerzas suficientes para resistir una vez se marchasen las nubes del cielo.

Sus pies hormigueaban al tocar la alfombra, sin sentirla, ni calor, ni frío. No podía percibir nada más que un leve cosquilleo. Tropezó varias veces con los objetos dentro de la habitación antes de poder llegar a la puerta. Abriendola.

Fuera todo giraba, como si estuviese dentro en el ojo de un tornado, no podía mantenerse en su lugar sin flaquear hacia un lado. Pero tenía que pasar, tenía que salir. Estrellándose en ocasiones contra las paredes de la residencia, se las arreglo para llegar fuera sin ser vista. Fue un milagro.

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⏰ Última actualización: Sep 27, 2021 ⏰

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Ephemeral: Crueldad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora