- Capítulo 9 -

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Lo desconocido.

      Hay veces en las que pensamos: ¿Que tal sí pruebo algo nuevo?, queremos ampliar nuestra lista de contactos, salir a tomar un café con alguien o simolemente nos sentimos tan abatidos, frustrados y cansados por la rutina diaria y la monitoriedad de esta que pedimos a gritos ayuda. Una salida. Es como estar atrapado en un pozo, es oscuro, lo suficiente como para perderte a ti mismo. La salida esta ahí, la puedes ver burlándose de ti desde arriba, sin poder llegar a ella. Quieres salir, pero has pasado tanto tiempo en ese pozo que la vida antes de el es sólo un recuerdo alegre y lejano al que le das vueltas de vez en cuando ¿Que encontrarás allá arriba? No lo sabes, y crees que esta bien, que no es necesario, que no es tan importante como todos te lo hacen creer.

      Pero la verdad es otra. Lamentablemente para cuando te das cuenta de ello, el pozo se ha echo más profundo, tanto, que ni la cálida luz del día, ni el soplar del viento es capaz de alcanzarte. Gritas, gritas por ayuda con todas tus fuerzas.

"No estoy bien, estoy cansada, ya no sé que hacer".

      Pensarán que estas jugando, que sólo quieres atención, que es la edad, que es tú problema. Pero siempre, habrá alguien que tire un extremo de su corazón hacia ti.

      ¿Serás capaz de escalarlo?

      Y una vez fuera, vuelves al mismo punto.

      Todo es nuevo, desconocido e incierto. Lo sabes, tú lo conoces, pero ¿Siempre fue asi? ¿Siempre se sintió así?

      Tu reflejo frente al espejo vaciando el contenido de tu corazón no es el mismo que hace una vida. Las personas, los lugares, las experiencias, todo te es desconocido. Asusta, si, porque tememos de lo que no tenemos certeza, esta escrito en nuestro ADN desde hace millones y millones de años.

      Aún así, cualquier cosa es mejor que ese pozo, aún el miedo de ser lastimado.

      Dime, ¿le temes a lo desconocido?

♦♦♦

ㅡAh... No, definitivamente no.ㅡ Maya se negó tan pronto las palabras del docente atravesaron sus oídos, sin dar espacios a negociaciones.

ㅡBien sé que Natsume puede ser un chico algo... único, pero no es malo... del todo.ㅡ más que brindar un consuelo, las desastrosas dudas del Dr. Robin sólo confirmaban sus conjeturas acerca del cenizo. Sin embargo, justo antes de que Maya pudiera atacar, el hombre frente suyo, puliendo delicadamente el cristal de sus gafas con el extremo de su bata blanca impecable, prosiguió. ㅡDespués de todo, sería una lástima que alguno de ustedes se quedará sin vendas con las cuales esconderse ¿No es así, Srta. Maya?

       Tan solo hizo falta un instante para qur la sangre en la punta de los dedos de Maya se congelará por completo. Adormeciendo su sentido del tacto.

ㅡ... ¿Fue eso una amenaza?ㅡ la hostilidad en sus palabras era casi palpable. Cualquiera se habría retractado con ver la presion impuesta bajo ese iris plateado y tormentoso que poseía la peculiar chica. Aunque contrario a esta creencia, el doctor permanecia calmado e impasible, con esa sonrisa de oreja a oreja tan molesta de siempre.

ㅡ¿Yo? Esa es una sería acusación señoritaㅡalegó con fingida aflicción notable a kilómetros. ㅡDigo que debería de empezar a pensar más en lo que le conviene y no le conviene, es una mera recomendación de su querido enfermero a cargo.ㅡuna respuesta peligrosa entonó con frivolidad, dejando a Maya en la profundidad de sus pensamientos durante un minuto.

Ephemeral: Crueldad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora