- Capítulo 5 -

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Mentirosos.

       Todos tenemos secretos. Secretos que nos destrozan, que nos carcomen por dentro, que queman en nuestro interior como la pasión de una noche pasada, ó como la culpa tras una traición. Estos, secretos, nos unen, nos dividen, nos rompen, y nos vuelven a unir. Los secretos nos juntan y nos quebrantan. Nuestros dedos se entrelazan, abrazando lo ocultó que guardamos como algo precioso en nuestra intimidad, para más tarde aventarlo, y así nunca volver a amarnos, a mi, a él, a ella, a nuestro secreto.

Al final todos somos mentirosos.

       No podía creer lo que acababa de pasar. Simplemente impensable, ¿Dar la cara por un hombre? ¡Por favor, sería quemada si sus hermanas se enterasen!. Por un sentimiento pasajero como la simpatía, parece estúpido.

一No, és estúpido. 一pronunció en un suspiro.

       Paseaba ella por los pasillos buscando su aula, que al divisarla, la halló vacía. Todos los estudiantes ya habían salido a su próxima clase, que se llevaba a cabo en el salón de música. 一¿Donde era...? 一No sabía a donde dirigirse. Habían tantas aulas en aquella institución que era fácil descolocarse. Y sin saber a donde ir, corrió en busca de alguien de su grupo. Lamentablemente, no lo logró, terminando en el edificio 4, justo el lugar donde cierto albino la dejó tirada como trapo usado. Con coraje al recordar lo acontecido se adentró en el lugar, si mal no recordaba, había un salón de música dentro, aunque este no se solía usar, por lo cual era su única opción.

       El edificio en sí estaba desolado, ni un alma transitaba los alumbrados pasillos, el sonido de su tacón resonaba, causándole una terrible sensación. No le gustaba para nada los lugares grandes y modernos, le parecían temibles; lo cual es comprensible teniendo en cuenta que viene de una aldea aislada. Tanta tranquilidad le calmaba y a la vez aterraba. Hasta que escucho una voz, una hermosa voz que cantaba despacio, como si intentase hipnotizar a alguien y alentarlo a entrar en la más profunda e infame de las pesadillas creadas por el hombre.

      Con pasos lentos retomó camino, intentando ignorar la canción, que no paraba de darle un mal presentimiento, uno que gritaba ¡Peligro! En letras rojas. Pero viendo que era la única persona, o quien sabe aparato electrónico con el que probablemente se toparia en todo su transitar suspiro resignada.

       Uno, dos, y hasta tres cuadros. Todos retratos de mujeres extremadamente preciosas. Todas sirenas. Una sensación de Ascó le invadió. "¿Por que alguien querría un retrato de esas cosas?" Pensó con desdén. Mientras más fuerte se escuchaba la voz, más cuadros aparecían, y más náuseas se hacían presentes, ya ni siquiera sabía si era por los retratos o la canción. Al leer la palabra "Música" escrita a un lado de la puerta en letras doradas y empolvadas, el mismo presentimiento la arribó, como una alarma que le gritaba "Es tu última oportunidad de escapar", pero ya era muy tarde y demasiado terca como para echarse atrás, y de un suave empujón se adentró a lo que sería su error número 2, si, ya que su primer error lo cometió al salvar a Nagi de una paliza, pero, ¿Serán estos errores y los venideros realmente lo que son? Sólo el futuro incierto frente a nosotros lo dirá.

       Resulta y no se trataba de ninguna grabadora, sino del mismísimo Natsume.

       Rompiendo la bella tonada con un espantoso chirrido destrozó el nostálgico ambiente que envolvía al individuo, llevándolo a una severa incomodidad. Sus manos se quedaron tiezas sobre las teclas, dándole un abrupto final a su actuación.

Ephemeral: Crueldad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora