La promesa que no se cumplio.

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Llego ebrio y dolido, sus manos estaban manchadas de sangre, tal vez tenía algún hueso roto debido a que por ahí se encontró a un cristiano y le rompió la cara a golpes. Pero qué más da, si era el hijo del emperador, el pulcro respetado y serio hijo del emperador, Minato Uzumaki.

Entro a la mansión y ahí estaba su madre sentada junto con su futura esposa. Su padre como siempre estaba en su despacho.

Su madre lo miró con esos ojos llenos de tristeza y decepción se levanto y se acercó hasta su hijo que apenas podía mantenerse en pie.

—Cariño ¿que te ha pasado?—

Naruto no respondio al contrario se recargo en el hombro de su madre y la abrazó fuerte, ese abrazó que quería desde pequeño y que le había negado tantas veces por qué estaba ocupada, la culpa no era de ella pero si del mundo tan frívolo y distante en el que vivía.

—Perdoname mamá.—

Hinata observaba la escena distante y quiso preguntar que sucedía.

—Naruto-kun, estábamos preocupadas. ¿Donde estabas? —

—¡Tú cállate maldita zorra! ¿Quién te dijo que podías ir a donde sakura?— grito el uzumaki lleno de rabia.—Crees que no se que la amenazaste, ya me voy a joder la vida casandome contigo a ella déjala en paz.—

—Naruto no le faltes al respeto ella es tu prometida— dijo la madre.

—Está no es más que una zorra que se quiere con el dinero de la familia, Sakura era la mujer perfecta lo único que necesitaba en la vida para ser feliz, es amable y buena con todos. Yo nunca tuve amigos a excepción de gaara, y justo ahora, justo ahora que tenía a Sasuke que no me buscaba por lo que tengo, ese amigo se va a mierda con la mujer que amo. ¿Y todo por qué? —

Naruto tomo a hinata del cabello y le grito en la cara, kushina quiso detenerlo pero no pudo.

—Por una puta que lo único bueno que sabe hacer es coger y peinarse. Yo le prometí a él  que la cuidaría que no le haría daño y ahora por tu maldita culpa rompi esa promesa. Me das asco, por qué  no te mueres de una vez. —

—Naruto, me estas lastimado, por favor sueltame— suplicaba la Hyuga.

—¡Basta Naruto!— le grito Minato seguido de una bofetada, había escuchado los gritos desde su despacho y decidió intervenir. —No te voy a permitir que le pongas una mano encima, respetala. —

—Toda esta familia es una maldita farsa—

Como cualquier niño berrinchudo Naruto se fue a su antigua habitación, ahí se encerró en el baño y abrió la regadera se metió y dejó que el agua corriera por su rostros mientras lloraba como nunca.

Lo había perdido todo por qué para el Sakura y Sasuke ahora lo eran todo en su vida. No sólo le había mentido a la mujer que amaba, había amenazado y apuntado con un arma a su mejor amigo. Recordó a Gaara el hijo de uno de los  sultanes de arabia quien había sido su gran amigo cuando estudiaba en londres y que había muerto en una riña contra la policía.
Se quito la ropa y se baño, luego se arreglo para volver a salir.

Por otro lado la familia Uchiha tenían los mismos problemas a diferencia de que era su hijo el mayor quien siempre estaba causándole dolores del cabeza al primer ministro y sasuke como siempre  estaba intentando arreglar la relación rota entre su padre y su hermano.

Sasuke había estado llevando a sakura con él a todos lados pues aun la veía muy desganada justo ese día fueron a la mansión de los Uchiha por algunas cosas que necesitaba.
Desde los 18 comenzó a vivir solo, trabajaba por su cuenta, primero en un local de comida luego se iba al campo con un anciano a sembrar arroz, todo para poder pagar su carrera de leyes, cosa que a su padre le llenaba de orgullo pues no era el típico niño rico, Sasuke tenia todo absolutamente  todo lo que cualquier persona podría desear, pero él prefería ganarse las cosas. Siempre decía que Sakura le había enseñado a que la vida afuera es difícil para cualquier persona que no tuviera los recursos y sobre todo los estudios. Se codeaba con la gente del barrio ayudaba a las ancianas a cargar sus bolsos y hasta había rescatado a varios animales. El dinero que le daba su padre lo junto y ahorro mucho para comprarse la mansión en la que ahora vivía y lo demás lo donaba al orfanato donde creció sakura.

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