I

2.1K 131 27
                                    

Hoon Lee estaba convirtiéndose en un adulto y consigo muchas preocupaciones llegaron a su vida. Siempre se repetía la misma historia en su cabeza, aquella en la que su amada madre falleció y dónde su padre lo dejo con una deuda. Su vida se había convertido en una completa miseria, desde su pubertad tuvo que rentar un departamento barato, la casa en la que había vivido su niñez ya no era de él, tuvo que dejarla cuando unos hombres llegaron a embargarla; ahora  estaba desempleado y sufre de bullying en la escuela. Tiene tantos problemas que se ha dado por vencido, no tenía sentido la vida para él, no había razones por las cuales deseara esforzarse o un amigo que estuviera a su lado. Hoon Lee tenía tantas ganas de morir.

Era uno de esos días en que no quieres salir de casa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Era uno de esos días en que no quieres salir de casa. Afuera hacía tanto frío y estaba tan nublado que la gente común se quedaba en casa a tomar café caliente.

Para Honni no había demasiada diferencia, no tenía un calefactor o algo que le diera calor, así que estaba temblando de frío.

Estaba mal, todo en su vida estaba mal; se sentía como la gran mierda, aunque eso no era nada nuevo. Cerro los ojos esperando olvidarse de su existencia por una fracción de segundo; se hubiera quedado dormido de no ser porque alguien comenzó a llamar a la puerta.

Hooni abrió los ojos espantado e intento ocultarse abrazándose a si mismo.

— hola ¿Hay alguien en casa?

Se escuchó al otro lado de la puerta, era la casera, una de tantas personas que Hooni prefería evitar.

— disculpe, pero aún no ha pagado la renta. Está bien si solo me da lo de un mes por ahora

Honni cerro los ojos, si pudiera desearía ser sordo.

La mujer al otro lado de la puerta suspiro al no recibir respuesta. Ella era alguien tolerante, en especial porque sabía que ahí vivía un estudiante.

Pronto se alejo y Hooni pudo volver a sentirse tranquilo.

Una parte de él se sentía mal al fingir que no estaba pero no podía hacer otra cosa, aunque quisiera pagar la renta no podía hacerlo.

Se giró hacía la pared y de nuevo intento dormír. Cuando cerró los ojos comenzó a sentirse melancólico, estaba solo. ¿A quién le importaría si dejará de existir? Tal vez saldría en las noticias con algo de suerte, o tal vez nadie encontraría su cuerpo. De cualquier forma él no estaría ahí para verlo.

Las horas pasaron y el hambre lo invadió. Era desafortunado tener que salir por algo de comer con el frío que hacía, pero el deber lo llamaba.

Estaba camino de regreso  a casa con su sopa en mano, podría sonar ridículo pero estaba teniendo un pequeño momento de felicidad, todo iba bien de no ser porque vio a un chico unos pasos adelante de él,  tenía apariencia de un típico bully, alto, rubio y podría jurar que tenía un tatuaje en el brazo.

LA VIDA DESDE QUE TE CONOCÍ • Soorim x Hooni Donde viven las historias. Descúbrelo ahora