NOCHE ESTRELLADA

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Se encontraba ahí recargado en la entrada con los brazos cruzados, los ojos cerrados y la cabeza baja, era Eiden. No sabía que vendría a casa, ni siquiera sabía si había recibido mis mensajes, en realidad por un momento creí que me estaba ignorando porque le hice varias llamadas antes de que mi teléfono muriera por falta de batería pero nunca me respondió.

Me acerqué a él con pasos firmes, estaba algo confundida. Primero ignoró mis llamadas, pero ahora está aquí ¿Qué está pasando?

-Te estuve esperando mucho tiempo Vianey, ¿puedo saber en dónde estabas?

-¿Y ahora eres tú el que hace las preguntas? Yo debería ser la que te cuestione ¿por qué no me recogiste en la escuela por la tarde? ¿Por qué te olvidaste de mí? Te estuve esperando y no llegaste.

-Tuve algunos problemas para llegar por ti a tiempo, no te olvidé y nunca lo haría, en cuanto pude salí a buscarte pero no te encontré en la escuela, marqué a tu teléfono y me mandó a buzón, vine aquí pero solamente estaba Julio, me dijo que no habías llegado y que tal vez habías ido a hacer un proyecto y aunque no lo creí me resigné a imaginar que era cierto para no pensar que te había pasado algo, para no pensar que Beca te había lastimado, para...- expresó Eiden mientras apretaba con fuerza sus puños.

-Eiden escucha, no te enfades, estoy bien.- le dije mientras intentaba calmar su preocupación sujetando sus manos con las mías –¿pero qué es esto?- pregunté. Sus nudillos estaban manchados con ¿sangre? - ¡Por Dios Eiden! ¿Qué te pasó?-

-Es solo...un asunto que tuve que atender justo cuando me estabas llamando- respondió con frialdad.

-¿Podrías decirme qué asunto?-

-No puedo, es algo que solo...resolví-

-Si no puedes decirme, al menos déjame ayudarte. Vamos, entra a la casa.-

-Tampoco puedo hacerlo, Julio...- Yo sabía lo que Eiden diría, que Julio le ha prohibido acercarse a mí –Tranquilo, él no sabrá que estás aquí- le respondí.

Entramos a la casa silenciosamente, Julio se encontraba en el sofá de la sala y por suerte estaba recostado a punto de dormir. Cruzamos la casa de puntitas y sin hacer ruido hasta llegar al patio trasero. Guié a Eiden hasta "Mi paraíso", quité el candado de la puerta y lo hice entrar.

-¿Qué es este lugar?- me preguntó.

-Este es mi cabaña de pinturas, en realidad todos tienen prohibido entrar aquí, incluso mi hermano-

-¿Este es el sitio en donde te escondiste el día que nos conocimos? Recuerdo que estabas llena de manchas de pintura por todo el rostro-

-Si bueno...lo único que me preocupa al estar aquí es el cuadro que estoy pintando en ese momento, incluso mi apariencia pasa a segundo plano.

-Lo noté aquel día, estabas hecha un desastre- rió Eiden.

-Así como tú ahora- señale nuevamente sus nudillos –Espera un momento aquí ¡no toques nada, no destapes nada, no mires nada! iré a buscar hielo a la cocina y unas vendas-

-De acuerdo, no lo haré- dijo mientras hacía una mueca.

Salí entrecerrando la puerta sin hacer ningún ruido. Cuando entré a casa me di cuenta de que Julio ya no estaba en el sofá y de pronto escuché una voz detrás de mí.

-¿Se puede saber qué estás haciendo?- me dijo Julio con voz adormilada.

-¡Ahhhhhhh! Jejeje eres tú-

-Sí ¿esperabas a alguien más?-

-No en realidad...-

-¿Por qué llegas hasta ahora y sin avisar? ¿A qué hora entraste?-

Primera advertenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora