AZUL ULTRAMAR

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Tal vez fueron esos ojos azules, sí, ahora que lo pienso fueron esos ojos  ultramar los que me hicieron pensar que todo podría ser posible y que el amor había llegado por fin a tocar la puerta de mi corazón, era como si me transportara del otro lado del mar con solo una mirada, como si me matase y me regresara a la vida en un segundo, como si el mundo me dijera a gritos -¡Es él!- pero ahora que lo pienso, tal vez fue sólo mi corazón el que me jugó una mala pasada.

Una tarde de primavera en la que yo acababa de llegar de la preparatoria un poco cansada por los exámenes que había tenido en el día fue cuando todo comenzó.

En ese entonces era una chica bastante aplicada en los asuntos escolares dentro de lo que cabe y tenía muchos labores por hacer todavía, así que tuve que comer lo que pude, subí las escaleras y me fui a mi cuarto con el objetivo de estudiar, pero antes quise ponerme ropa más cómoda, unos shorts de mezclilla, una playera holgada color morado y unos tenis blancos parecían lo más viable para soportar el calor.

De pronto escuché el sonido del timbre y por extraño que me pareciera aún no había llegado mi hermano de la universidad, así que tuve que ir corriendo a la puerta y en el momento en el que abrí quedé atrapada en un color azul, el más hermoso que mis ojos hayan visto.

Sinceramente ahora que lo recuerdo tal vez me quedé petrificada por unos segundos, fue como caer hechizada en la profundidad de su mirada y eso me hizo quedar como una tonta, sin poder gestionar palabra y con los ojos abiertos.

-Emmm hola, mi nombre Eiden y seguramente tú eres Vianey la hermana de Julio, yo soy su amigo de la universidad, él me dijo que estarías aquí.

Unos segundos después mi cerebro pudo reaccionar, no sé cómo mis nervios me dejaron hablar y por fin con mucho esfuerzo incluyendo un poco de tartamudeo pude decirle.

-Cla...claro, adelante ¿sabes dónde está él?

A lo que me respondió.

-Aún está en la escuela, se le olvidaron unos cuadernos en el locker y me dijo que me adelantara.

Inmediatamente me quedé observando lo que se alcanzaba a ver de una motocicleta color negra con unos  estampados de calaveras y sin querer fijé mi vista en todo su cuerpo, recorriendo cada parte de él y admirándolo por completo.

Su cabello era de un color castaño rubio un poco largo y un tanto despeinado, traía una camisa blanca y a través de ella podía admirar perfectamente unos cuadros bien definidos en su abdomen y unos pectorales no demasiado llamativos pero exactamente como me gustan.

Sus pantalones eran color negro un poco rasgado al igual que su chaqueta negra y unos lentes de sol colgando del cuello de su camisa.

Podría decirse que todo un modelo parado en el marco de mi puerta, pero sin lugar a dudas él era un chico atrevido porque se quedó viendo fijamente mis ojos y mi cabello marrón, mis muslos, aquella piel que quedaba al descubierto y que el sol acariciaba debido a mis pequeños shorts y a lo que se marcaba de mi pecho en la playera que llevaba puesta.

Ambos nos quedamos sorprendidos del aspecto del otro y sin decir nada él atravesó la puerta acercándose a mí para poder entrar, pero al parecer fue demasiado rápido y me sorprendieron sus pasos por que no pude moverme de mi lugar, estuve a punto de perder el equilibrio y caer al suelo pero sorpresivamente él me cogió lo suficientemente rápido de la cintura evitando que cayera. Sentía sus manos grandes y fuertes en mis caderas, su cara quedó demasiado cerca de la mía, tanto que nuestros ojos se quedaron mirando fijamente unos instantes, yo podía escuchar su respiración y oler su perfume tan varonil que desde ese momento me volvió loca.

No me había dado cuenta que para evitar caer me había sujetado de su cuello y por suerte o desgracia mía pude tocar parte de su espalda, el tacto me hizo sentir el trabajo de horas de gimnasio, nuevamente mi cerebro me abandonó y mi corazón comenzó a latir rápidamente como si él mandara ahora, latía tan fuerte que temí que escuchara mis latidos y que pudiera sospechar algo, así que en un movimiento ágil me escapé de su agarre y me levanté agradeciendo su ayuda.

Primera advertenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora