INSPIRACIÓN

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Cuando terminó la escuela esperé en la puerta del estacionamiento a Eiden por más de 20 minutos pero no llegó, le hice varias llamadas a su teléfono antes de que se apagara el mío pero no atendió ninguna de ellas, así que un poco indignada decidí ir caminando a la parada del autobús para volver a casa. 

Cuando esperaba sentada en la estación, un automóvil color rojo un tanto lujoso se estacionó frente a mí, los vidrios eran oscuros así que no podía ver al conductor pero me dio muy mala espina que justo aparcara enfrente cuando únicamente me encontraba yo esperando, estaba por echarme a correr cuando de pronto veo abrirse la puerta del conductor... ¡era Gerald! caminaba con mucho porte en mi dirección con unos lentes de sol puestos (él tiene razón, cuando sale de la escuela es muy diferente, se ve más seguro de sí mismo y con mucho más estilo).

-Decir que Eiden pasaría por ti... ¿fue una excusa para decirme que no querías que te llevara o es una indirecta para evitarme?

-No pondría decirte ninguna excusa para evitarte, más bien Eiden se olvidó de mí.

-Lo dudo, yo jamás podría olvidarme de ti, así que supongo que él tampoco. Por segunda ocasión en el día te hago la misma proposición ¿estarías dispuesta a aceptar que te llevara a casa?

-Ni siquiera tienes idea de dónde es mi casa, además sería el segundo favor que me haces y mi deuda contigo seguirá creciendo, no es necesario que te tomes más molestias.

-No me perdonaría dejarte aquí esperando sola el autobús, cualquiera podría hacerte daño, por favor acepta.

-Está bien, tú ganas.- Entré en el auto y tal cual se veía por fuera era por dentro, algo lujoso pero no muy extravagante, los asientos eran de piel, estaba todo muy limpio pero lo que me embriagó fue el perfume de Gerald que se encontraba impregnado en cada centímetro del tapizado.

Le indiqué mi dirección -Calle pinos número 8, esquina con robles y cerezos, manzana 8- Él comenzó a reír -¿Qué tiene de gracioso?- pregunté.

-Que parece que me estás diciendo la dirección en donde vive Blancanieves, con pinos, robles, cerezos y manzanas-

No lo había pensado, pero si es bastante gracioso, si quisieran pensar en la dirección de la casa de los enanos seguro sería esa, así que con justa razón comenzamos a reír juntos.

- Debería pensar mejor en dónde vivir para que no llegue una persona a querer envenenarme-

-A decir verdad te pareces bastante a ella, tu piel es blanca, cabello y ojos negros, labios rojos y dulce voz, no me extrañaría que cualquier bruja quiera ir por ti.-

¿Qué yo me parezco a Blancanieves? Debe ser un chiste, jamás me compararía con una princesa, no tengo tal delicadeza como la que siempre se les describe en los cuentos, más bien me compararía a Mérida de Valiente, porque es obstinada y solamente se deja llevar por el viento, aunque en ambas películas aparece una bruja con hechizos que le hace la vida imposible a la protagonista, solo que en la primera fue por el rencor de quitarle su lugar y la segunda fue por un deseo voluntario ¿en cuál de las dos situaciones me encuentro yo?

Debía dejar de pensar demasiado, Beca me sigue atormentando la cabeza y Eiden por igual, además él no me respondió y ya no tengo opción a llamarlo, se ha agotado la batería de mi celular. Decidí tranquilizarme, ya estaba a punto de llegar a casa, lo pondría a cargar y después tomaría un baño.

Mientras Gerald conducía se escuchaba en la radio la canción de "Estar contigo" de Alex Ubago y mientras sonaba me di cuenta de que él se encontraba feliz por la manera en la que sonreía -¿Te molestaría desviarte un poco del camino? Me gustaría mostrarte algo- expresó.

Primera advertenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora