Soledad.

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— Ya hemos terminado de colocar los dispositivos que nos pidió. 

— ¿Incluido el que les pedí en el cuarto de la chica?

— Por supuesto, puede visualizar las imágenes de todas las cámaras a través del monitor que hemos colocado en el despacho.

— Ok, gracias, ya pueden retirarse, Somin y yo nos las apañaremos solos.

Los técnicos se retiraron del almacén tras haber cumplido sus órdenes. Gracias a ellos el edificio contaba con un sistema de video-vigilancia completo. Matthew no iba a cometer ningún error más.

Aún no se había presentado ante el jefe con la noticia de la traición de Mina, y mucho menos con la de que era el causante de la muerte de su hijo. Por suerte para él, el jefe había quedado tan abatido que aún no había reaccionado. Él estaba tomando las riendas del bando en estos momentos. Los shinobu necesitaban un líder de cara al enfrentamiento con los yakuza y él no iba a dejar escapar esa oportunidad. Al final de la guerra él sería el nuevo líder. Sabía que no tenía que preocuparse por Somin, ella jamás lo delataría, y con su apoyo y sus manipulaciones podría obtener fácilmente el control. De hecho, gracias a ella había conseguido la instalación de las cámaras en tan corto plazo y sin tener que tramitarlo con el cuartel. Finalmente estaba resultando una buena inversión... Aunque a ella no le había sentado especialmente bien el hecho de que decidiera incluir una cámara extra para el cuarto en el que tenían encerrada a Mina. Pero daba igual, ella nunca le negaría nada.

Miró a su alrededor. La castaña dormía, parecía exhausta. Eso estaba bien, así tendría tiempo de disfrutar a solas de un momento de intimidad con Mina, aunque éste fuera a través de las cámaras.

Se metió en el despacho y cerró el pestillo, no quería ser interrumpido bruscamente si Somin se despertaba. Activó el monitor. Ahí estaba la chica de cabellos rojizos, sentada en el suelo en la esquina del cuarto, agarrándose las piernas con sus brazos. Aún tenía el rostro hinchado y enrojecido, y mostraba varios arañazos en sus brazos, que sin duda alguna se habría causado ella misma. Quién le iba a decir meses atrás que disfrutaría tanto viéndola llorar... Ahora sólo tenía que eliminar a esa maldita pelinegra del mapa.

                                                                                                         --

Era curioso ver como el tiempo se acompasaba a su estado de ánimo. Hace unas horas nadie hubiera dicho que podría ponerse a llover así con el cielo tan despejado que tenían, inundado por un inmenso sol. En cambio ahora se había formado una fuerte tormenta que había precipitado el anochecer. El cielo estaba igual de oscuro que su destino.

No tenía a donde ir, pues la que hasta hace no mucho fue su casa estaría custodiada por miembros de ambos bandos, a la de Mina no podía volver, y tampoco podía permitirse pasar mucho tiempo en un hostal si quería pasar desapercibida. Tenía que buscar un sitio más seguro. Suspiró. No podía más. No entendía cómo le podía haber engañado después de todo lo que se habían contado, después de todo lo que habían compartido... Pero qué estúpida había sido, al fin y al cabo siempre supo que ella era una espía, ese era su trabajo diario. Y a pesar de eso ella le había creído... Ella había sido una completa ilusa por sentirse afortunada de ser capaz de ver a través de sus ojos. Nunca vio nada, sólo lo que ella quiso mostrarle... Y aun así seguía sintiéndolo tan verdadero que le costaba que todo eso no estuviera siendo un mal sueño. ¿Cómo podía haber sido una farsa cuando cada poro de su ser lo sentía como cierto? 

Llevaba casi una hora sentada en el aquel escalón, dejando que la lluvia empapara su cuerpo en un comportamiento masoquista. El agua le recordaba tanto a ella... Y sentirla por toda su piel, haciendo que su ropa se pegaran a su cuerpo, era similar a sentirla a ella. Aún no podía terminar de desprenderse de Mina. Su mente recreaba sus últimos instantes con ella una y otra vez, el cariño, el amor, ese íntimo momento de confesión, el peligro, la decepción, el dolor de la traición. Se veía a sí misma yéndose con miedo a escuchar ninguna explicación que ella pudiera darle. No estaba preparada para la verdad, ¿Qué pasaría si Mina hubiese estado mintiéndole desde antes de que se acostaran por primera vez? ¿También le habría mentido en su disculpa en aquella ocasión? Y si realmente sentía algo por ella... ¿Cuándo empezó a sentirlo? ¿Antes o después de haberle robado cada fragmento de su alma? No podía seguir atormentándose con eso como una simple espectadora, tenía que actuar aunque la respuesta le hundiera por completo. Necesitaba actuar. No tendría que haberse ido de allí tan rápido sin escucharla... Ella tampoco había actuado bien con esa decisión. A fin de cuentas Mina nunca reveló nada de Jackson... e incluso cuando hablaron del tema con Minhyun intentó dejarlos a solas... Pero entonces, ¿por qué le mentía? Nada tenía sentido. En su mente se estaba librando una batalla entre la razón y el corazón, pero ninguna de las partes era capaz de sostener sus argumentos. Nayeon notaba como perdía el equilibrio con cada razonamiento carente de sustancia. Ninguno de los dos estaba destinado a ganar esa batalla, aunque su interior le reprochaba a gritos no haber hecho caso a la pelirroja cuando le dijo que se fueran de la ciudad en coche... Ella rogaba por que ganara el corazón. ¿La querría tanto que estaría dispuesta a vivir una mentira solo por estar con ella? No lo resistió más. Sacó el teléfono y marcó su número. No podía ni tomar una decisión plenamente racional ni machacar su corazón sin conocer sus motivos.

Something I need | ♡ MINAYEON ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora