Tras un par de horas de limpieza su casa tenía un aspecto totalmente pulido. Podía chocar un poco con su fría personalidad ese hogar tan cálido, pero era lo único importante que tenía. Quería conservarlo como tal y como lo había soñado siempre, aunque ya nada más fuera igual en sus sueños.
Hoy se encontraba nostálgica. Por alguna razón Nayeon la humanizaba y hacía que despertará emociones ya enterradas en el pasado. Nunca había hablado de nadie con ello, ni había sentido la necesidad de hacerlo. Era solo suyo, su pequeño tesoro, su pequeño secreto.
Nadie podía imaginarse que años atrás la pelirroja era una universitaria más que soñaba con vivir cada instante como si fuese el último de su vida, fantaseaba con tantas cosas. Quería ser una gran artista, que su música y ballet removiese los sentidos de todos los que la escucharan y observaran, y que gracias a ella pudiesen experimentar todo lo que guardaba su interior. Quería sanar al mundo. Tal vez por eso se había metido a estudiar medicina, le parecía poético poder curar en todos los sentidos. Pero todo cambio aquel día. Fue una estúpida por pensar que el mundo podía ser de color rosa, nunca volvió a cometer ese error.
Flashback
— ¡¿Cómo te atreves a volver después de lo que nos has hecho?! ¡¿Cómo tienes el valor de mirar a tu hija a la cara, de mirarme a mí? – La señora Myoui estaba furiosa.
Mina observaba la escena desde las escaleras. Nunca antes los había visto discutir, no así. Sus padres no se habían dado cuenta de que ella estaba allí.
— Lo siento, Sachiko – la voz de su padre intentaba ser tranquilizadora a pesar de no poder ocultar los nervios — Tienes que admitir que nunca nos ha ido bien, nuestra relación siempre ha sido superficial. Nunca nos hemos amado como para discutir siquiera, simplemente... convivíamos.
— ¡¿Estás diciéndome que todo lo que tenemos es superficial?! ¡¿Qué nunca hemos tenido nada?! – El señor Akira se dio cuenta tarde de lo equivocadas que estaban sus palabras — ¡¿Y entonces para que mierda me pediste que me casara contigo?! ¿Para qué quisiste que tuviéramos una hija? Si todo esto es superficial adelante, tíralo – fue entonces cuando cogió una pistola y se apuntó a la cabeza.
Mina no aguantó más en su escondite y salió para intentar detener a su madre.
— ¡MINA! – el señor Myoui no se esperaba que la pequeña estuviese ahí — Vete a tu cuarto, cariño – intentó calmar el ambiente pero era irremediable.
Sachiko Myoui bajó el arma. Ahora apuntaba a Mina.
— ¿Ma-mamá?
La respuesta a aquello fue el sonido de un disparo. Su madre, su cariñosa madre que tantas veces había jurado amarla le había disparado.
Su padre había intentado protegerla pero no pudo remediarlo. Ahora se encontraba arrodillado con su pequeña apoyada en él. Ella siempre sería su pequeña niña.
— ¿Por qué lo has hecho? – las lágrimas brotaron de sus ojos - ¡¿POR QUÉ?!
La mirada de Sachiko fue un puñal helado.
— Porque como tú dijiste, esto solo era algo superficial – Y acto seguido se disparó en la cabeza.
Su madre murió al instante, pero ella sobrevivió. Al menos su cuerpo lo hizo.
Durante el tiempo que estuvo en el hospital se enteró de la infidelidad de su padre. Él había encontrado a una mujer mucho más joven que le juraba amor eterno y quería casarse con él.
Pensaba que había encontrado el amor con Sachiko pero no era así, esta otra mujer había despertado cosas en él que jamás sintió antes. Se dio cuenta entonces que había estado años convencido de haber encontrado el amor, pero estaba equivocado.
Mina se vio obligada a asistir a un psicólogo por voluntad de su padre, pero ella no quería estar allí. ¿Cómo iba a poder ayudarla aquel desconocido? La felicidad de sus padres había sido una farsa. Su padre había traicionado a su madre y su madre la había traicionado a ella. Ese loquero jamás podría entender lo que sentía.
Su padre se desvivió por cuidar de ella. Nada era suficiente para poder ayudarla. Incluso la apoyó cuando le comunicó que dejaba la carrera de medicina. Ni siquiera le preguntó por qué, solo quería cumplir sus deseos. No se imaginaba que le hubiese ayudado mucho más siendo él quien hablara con ella en vez de mandarle a médicos y más médicos, si en vez de comprarle tantos regalos o tantas tonterías le hubiese preguntado cómo estaba. Le hubiese bastado con que le preguntara por qué ya no quería salvar al mundo.
Él se absorbió tanto en darle todo a su hija que descuidó sus negocios, y de la noche a la mañana la empresa entro en quiebra. Estaban en bancarrota. Fue entonces cuando se terminó el "amor eterno" con aquella mujer. Ella le puso una excusa barata y se marchó por donde había venido, sin el menor remordimiento por haber destrozado una familia. Su padre comprendió que había sido engañado, que había sido un mero juguete, y como una estacada en el corazón se dio cuenta que él era el culpable de todo lo que había pasado. No podía retroceder en el tiempo ni podía darle ya nada a Mina. La única opción era el seguro de vida que le otorgaría su muerte. No fue capaz de ver que aún tenía amor que darle. Ya solo contaba el dinero.
Un sonido seco interrumpió el silencio de la noche. Mina se había quedado sola.
Fin del flashback
Una lágrima recorría su rostro. ¿Por qué ahora? ¿Por qué recordaba aquello con lo que llevaba años guardándolo en el último rincón de su memoria? No podía permitirse flaquear. Cogió su bolsa y se fue a la piscina municipal a darse un baño. Él único abrazo reconfortante que podía recibir era el del agua rodeando su cuerpo.
👥👥
Estaba ofuscado en su despacho pensando en Im. Tarde o temprano hablaría por lo que era primordial encontrarla para evitarlo. De ser así perderían la batalla por descontado. Ni la propia Nayeon sabía que aquella información que se le había proporcionado era tan valiosa, pero en aquellos momentos se lo debía estar suponiendo. No, no podía hablar.
Alguien llamó a la puerta.
— Adelante
— Mi señor, no estamos muy seguros pero creemos haber localizado a Matthew.
— ¿A quién? – le miró extrañado.
— Al rubio fortachón de los Shinobu.
Le costó un poco situarlo pero cuando lo hizo comprendió la importancia de esa información.
— El subjefe, ¿verdad?
— Sí, señor.
— Establece turnos de vigilancia por parejas. Le quiero controlado las 24 horas. Seguro nos lleva hasta Im.
— Sí, señor. Llevamos haciéndolo desde que nos pareció verle. Ya tenemos fichado su hogar y el que creemos que es el cuartel general.
— Muy bien, buen trabajo. Ya puedes retirarte – el jefe sonrío. Aún tenían una oportunidad.
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Somin se sorprendió al ver entrar a Mina tan pronto. Tenía el cabello mojado pero, a diferencia de ayer, hoy hacía buen día. Llevaba ya varios días que llegaba antes de tiempo y salía tarde de su turno. Algo tramaba. Lo mejor sería que advirtiera a Matthew. Tenía que convencerle que esa chica rara no era de fiar.
— Bueno, ya que estás aquí creo que puedo irme. Algunas tenemos cosas que hacer fuera de este cuchitril.
La pelirroja asintió.
— Le he dado de cenar, ya que tanto te preocupa.
Esta vez ni siquiera recibió un gesto. Dios, ¿Es qué nunca hablaba? A veces le daban ganas de abofetearla. Recogió su bolso y su abrigo y salió de allí lo más rápido que pudo. Se le ponía la piel de gallina de estar en el mismo cuarto que esa anormal.
Soledad. Qué bien, esta noche nadie más estaría con ella. Eso le permitía tener más intimidad con la pelinegra. Hoy necesitaba escuchar su cálida voz haciéndole preguntas curiosas. Además hoy era el último día que Nayeon había tenido de descanso. Mañana reanudarían los interrogatorios, y con mayor intensidad.
Estuvo un rato pensando en que excusa podía utilizar para entrar a verla, pues, para su desgracia, la castaña ya le había llevado la cena. Sonrió. La castaña era la misma respuesta. Ella siempre andaba quejándose de lo mal que olía el cuarto.
Comenzó a llenar la bañera mientras buscaba en su armario algo de ropa limpia y una toalla sin usar. Su ropa de deporte podía valer. Cerró la bañera y dejó las cosas allí. Ya solo quedaba buscar a la pelinegra. Confiaba en que ésta no hiciera ninguna tontería e intentara huir... la necesitaba ahí.
Nayeon se extrañó al ver que alguien abría la puerta. Hacía rato que le habían dado de cenar, y hoy era el segundo día consecutivo en el que no le habían sometido a ningún interrogatorio por lo que no precisaba mucho de sus ayudas médicas.
La pelirroja le hizo un gesto para que la acompañara. Esto era nuevo. Se dio cuenta de que portaba un arma. Eso también era nuevo.
Fue delante de ella. Se dejó guiar por sus manos. No se molestó en oponer resistencia o en intentar escapar. Sabía que estaba débil para luchar y que de seguro todas las puertas estarían cerradas. Por no hablar de que si la habían dejado sola con ella significaba que debía saber defenderse bien. Asimismo, una parte de ella no quería tener que lastimarla, ¿tendría síndrome de Estocolmo? No quería creerlo o directamente no lo creía. Ella tenía que ser distinta al resto. Al menos eso la hacía sentir así sea aún con su indiferencia.
El fin del recorrido la hizo dudar. ¿Un baño? ¿La iba a bañar? Se sonrojó un poco ante la idea de tener que desvestirse y lavarse delante de ella. A pesar de eso no dijo nada. Seguía firme en su intención de devolverle su silencio con más silencio.
Mina la ayudó a desnudarse. Se sorprendió a sí misma al percatarse de que estaba totalmente embelesada mirando el cuerpo de la pelinegra. A pesar de que había perdido unos kilos desde que estaba allí seguía manteniendo el cuerpo firme, fuerte. Sospechó que se ejercitaría en el cuarto aun estando herida, probablemente esa fuera su forma de escapar mentalmente de aquel lugar. Salió de sus pensamientos y volvió a fijarse en ella. La pelinegra parecía cortada pero no dijo nada y se dejó desnudar. Mina acarició su espalda al quitarle el sujetador. Sintió que se le erizaba la piel con aquel contacto. Y con la visión... aquella visión era realmente deliciosa. Cuando comenzó con la parte de abajo no pudo reprimir su sorpresa. No por la belleza de sus piernas, que también le fascinaron por completo, sino porque éstas parecían recién depiladas. No se había percatado antes de que el resto de su cuerpo también daba esa sensación. Hizo todo lo posible para no sonreír, debía ser una diosa. Al terminar de desnudarla fue ella la que se puso colorada. Empezaba a dudar de que eso del baño hubiera sido una buena idea.
Nayeon había temblado mientras aquella chica la desnudaba. Cada roce hacía que un escalofrío le recorriera la columna vertebral. Procuró pensar en otras cosas para distraer su mente. Hoy era una tarea imposible evitar mirarla a los ojos. Dejó que la metiera en la bañera. El agua era agradable, estaba en una temperatura perfecta. Iba a proceder a lavarse pero antes de que moviera un solo brazo ya estaba la joven limpiando su cuerpo. Se quedó totalmente paralizada.
Mina recorría el cuerpo ajeno con sus manos. Estaba tan bien formado... distraerse en él le permitía evitar pensar en por qué Nayeon ya no le decía nada. No podía evitar echar de menos su voz. Volvió a reprimir sus pensamientos y se concentró en su cabello, quizás debería cortárselo un poco porque se miraba maltratado, pero otro día. Así podría alargar esa sensación de intimidad con ella.
La japonesa estaba distinta. Normalmente llevaba puesta aquella máscara intraspasable que no dejaba mostrar ninguna emoción pero hoy era extraño, diferente. Parecía que más que distante estaba distraída, absorte en algún pensamiento. Era la primera vez que la veía así a la pelirroja. Se sintió apenada porque los ojos de la chica parecían totalmente perdidos. De alguna manera quería ayudarla aunque no entendía por qué. Ella le tenía prisionera, ¿Por qué no quería verla triste? Suspiró. Fuese como fuese daba igual, sus emociones eran lo único que le quedaba así que decidió rendirse y volver a otorgarle la palabra a la chica.
Iba a abrir la boca para hablar pero un sonido celestial interrumpió su acción. Su voz.
— Deberías tener más cuidado – la miró a los ojos. Mina había empleado un tono sentido por primera vez – Si sigues negándote a hablar te lastimarán mucho...
Tras esas palabras la pelirroja le retiró la mirada. No quería mostrarle debilidad, pero la respuesta de Nayeon la hizo volver a sus ojos.
— No te preocupes. Sé me da bien sobrevivir – Nayeon añadió una media sonrisa después de esas palabras.
Esta vez no retiró la mirada. Con sus nudillos le propinó una suave caricia a la mejilla de la pelinegra, quien devolvió el gesto cerrando los ojos, perdiéndose en el agua de aquella bañera y en el tacto de su mano. Hasta el infierno podía tener un pequeño paraíso.
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Something I need | ♡ MINAYEON ♡
FanfictionMyoui Mina es la espía más seductora y eficaz del país, no existe misión que no haya logrado cumplir. Ahora tiene en sus manos una de las misiones más importantes que decidirá cuál de los dos bandos ganará la batalla, ¿podrá cumplirla sin involucrar...