Final

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|Cuatro meses después|

Gulf despertó de una forma muy inusual esa mañana y no podía decir que no le gustaba sentir unos brazos que conocía muy bien alrededor de su cintura, de hecho era una sensación muy agradable. Podía sentir la respiración tranquila de Mew sobre su cuello, un habito que había optado desde hace algunas semanas, aferrarse a su cuerpo como si fuera a desparecer en cualquier momento.

Pero Gulf no se iría a ninguna lado.

Con suavidad, casi como si fuera una caricia superficial, deslizó su mano por sobre su brazo, aquel que apretaba su cuerpo con fuerza y calidez. ¿Como es que habia llegado a este extremo? Normalmente nunca se quedaba hasta el día siguiente luego de tener su sesión se sexo. Todo era tan banal con sus amantes. Pero descubrió sensaciones nuevas y abrumadoras con él. Joder, le gustaba despertar en compañia de Mew, los desayunos sencillos en las cama e intercambiar besos y palabras mudas. No es que vinieran justos, pero de alguna manera termina usurpomando el departamento de Mew, el cual había comenzado a vivir desde hace un mes. No sabía lo que estaba haciendo, pero había dejando de cuestionarse muchas cosas al respecto.

Sentia paz, tal vez por el hecho de saber que había acabado con Tong, quizás no era una paz que debería sentir o esperaban los demás que sintiera, matar a un ser humano seguía siendo el acto más lamentable del mundo, sin embargo, para Gulf fue la ficha que le faltaba a su tablero, y con él terminaba su misión. Haber hecho aquel acto junto con Mew le llevó a una grado de excitación más allá de lo carnal. El fuego había recorrido su cuerpo y sus ojos se abrieron de par en par al ver su cuerpo alli sin vida. Aunque la cosa fueron diferente para Mew. No sabía que sentir, por un lado la satisfacción llegó a él como el agua en plena sequía, pudo vengar la muerte de su hermano y cerrar al fin esa etapa de su vida.  Pero por otro lado, la sensación seguía en su mente, noches enteras de no poder dormir. Las pesadillas lo atacaban sin darle alguna tregua y el rostro psicópata de Tong no le dejaba en paz.

Gulf tuvo razón, que al momento de machar sus manos con una vida, no habría retorno. Nadie debería elegir cuando muere una persona. Tomar un arma, y robar la vida de alguien, era imperdonable. Pero allí estuvo él, velando por Mew como nunca antes lo había hecho por nadie hasta que dejará de tener miedo. ¿Que era esta cambio tan repentino? Mew entró en su mundo para ponerlo patas arriba y mirarlo a los ojos sin reservas ni miedo. Aquel chico de mirada intensa y sonrisa sincera, había mirado más allá, atravesando todas sus defensas y cuando al fin logró escalar el gran muro que los separaba, él simplemente abrió sus brazos aceptandolo. Sin importar nada.

Ya no tenía miedo de que viera su verdadero ser.

─ Buenos días ─ la voz ronca de Mew lo hizó reaccionar, sus ojos se dispararon para encontrar los suyos somnoliento, aun así sonrió como un bastardo ─ ¿Hace cuanto que estas despierto?

─ Apenas unos minutos ─ contestó repentinamente de buen humor ─ Tus ronquidos no me dejaban dormir.

─ Yo no ronco ─ Mew hizo una mueca demasiado infantil.

─ ¿Respiras muy fuerte? ─ pronunció Gulf recordando aquella pequeña excusa infantil.

─ Así es ─ dijo él ─ ¿Que hora es?

Gulf observó unos segundos el reloj de la pequeña mesita que daban las diez de la mañana.

─ Son las diez ─ dijo relajado como si no supiera que debía de estar con Jung hace una hora.

─ Mierda ─ mascullo Mew. Se levantó de un sopeton olvidando que estaba completamente desnudo.

─ Vaya ─ murmuró Gulf deleitandose con la increíble vista.

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