Capitulo 2.19

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Cuando Santiago dijo que esta noche tendríamos una cita, no tenía mis expectativas tan altas, esperaba solo una cena tranquila en la que pudiéramos conversar y después irnos a la casa. Pero cuando la imponente fachada roja del Museo Estatal de Historia se presentó frente a mis ojos, quede deslumbrada por su presencia era una pieza arquitectónica única que albergaba un sinfín de objetos catalogados en millones.

El museo tendría que estar cerrado, pero Santiago había conseguido que nos dejaran entrar, el hombre de seguridad solo nos indicó que siguiéramos al interior, el cual describirlo quedaba corto en palabras, me quede perdida viendo las figuras de bellas artes.

— La construcción del museo estuvo a cargo de Vladímir Osipovich Shervud, se dice que es un artista que utilizó el diseño neo-ruso de fines del siglo XIX y decoró el interior de manera elegante y recargada— empezó a decir Santiago recitando de memoria la información de arquitectura que seguro había sacado de algún lado, pero con su tono de voz me mantenía presa en cada una de sus palabras.

— ¿y cuándo aprendiste esto? – le dije mientras me acercaba a él.

— Desde que llegue aquí y lo veía a la distancia, pensaba que te encantaría este lugar y solo quería que estuvieras cerca de mí para mostrártelo – dijo rodeando mi cintura

— Eso es hermoso – le dije mientras me empinaba y le daba un beso.

— Bien, señorita, porque me prepare para mostrarte todo el museo y soy su guía – dijo de forma traviesa.

— Entonces vamos, señor guía – le dije con una hermosa sonrisa.

Estaba feliz, la historia me encantaba y los museos eran una clara representación de esta, Santiago continuo el recorrido donde menciono la historia de algunos objetos y yo solo me deleitaba viendo todo y prestándole atención a lo que me decía, me parecía adorable que se aprendiera todas las historias detrás de cada artefacto solo para complacerme.

— Bien y terminamos en la barcaza traída de los bancos del Río Volga – dijo Santiago dando por terminado el tour.

— Santi estoy sin palabras – le dije con un suspiro feliz.

— Vamos ahora a cenar – dijo tomándome de la cintura.

— Si tengo hambre – le dije feliz rodeándolo con mis brazos.

Santiago tenía la capacidad de hacerme sentir única y especial para él, en estos momentos me sentía en una nube de felicidad de la cual no me quería bajar.

— Vamos – me tomo de la cintura y me guio a la salida.

— Que tengan buenas noches, alfa – se despido el vigilante.

— Gracias – le dije feliz mientras Santiago solo asentía con la cabeza.

Nos dirigimos al Mercedes Clase S Limusina, en el que el chofer nos esperaba con la puerta abierta, esta noche según él quería que fuera especial y por eso nos transportábamos en una limusina y con chofer.

— Moscú es hermosa de noche – le dije viendo todo por la ventana.

— Lo único hermoso de esta noche eres tú – dijo Santiago mientras dejaba un beso en mi cuello y me mantenía sujeta en sus brazos.

La limusina se detuvo y nos abrieron la puerta, Santiago me dio la mano para ayudarme a bajar y el restaurante nos esperaba con una vista increíble y una mesa reservada solo para los dos, cuando vi el menú mis ojos se ilusionaron al contemplar lasaña entre su menú principal.

— Una lasaña, por favor – le dije al mesero.

— Te dije que este lugar tenía una lasaña deliciosa – dijo Santiago viendo el menú.

1. El Alfa OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora