¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Aclaración: Karen tiene 19 y Hanseok 31.
El sonido de los huesos de Hanseok contra el pavimento fue lo único que se escuchó en ese momento.
—No te metas Hanseok, suficientes problemas ya tengo contigo y vaya que tú eres uno muy grande— su padre lo miró como si nada hubiera ocurrido.
—Es que no lo entiendes—a pesar de que sus huesos dolían, se levantó para enfrentarlo de nuevo—¿tienes miedo?¿es eso papá?¿por qué no puedes hablar conmigo sin estos?— miró a sus guardaespaldas que hace unos segundos lo habían empujado entre ambos haciendo que cayera al suelo.
—Te lo dije, no es asunto tuyo—recalcó.—si sigues así, acabarás como tu madre.
Y eso fue suficiente para que Hanseok se lanzara de nuevo contra él.
Esta vez,ni los dos hombres pudieron detenerlo.
—Es tu culpa, es tu maldita culpa que mi madre esté así—su cuerpo mantenía inerte el de su padre y sus manos rodeaban con fuerza su cuello. Lo estaba asfixiando y a pesar de que los hombres trataban de quitarlo de encima no podían.
Cuando la cara del presidente Jang comenzó a tornarse morada fue cuando decidió soltarlo. No lo mataría, no hoy.
Sintió como su cuerpo era elevado del piso y cuando menos lo esperaba lo estaban arrastrando muy lejos. Su padre lo miraba, lo había conseguido.
Ahora le tenía miedo, el gran Jang Guk-Han estaba asustado.
Hanseok ya no era el niño asustadizo que lloraba y soportaba cada golpe solo porque su padre había tenido un mal día.
Hanseok no tuvo infancia, ni amigos y los pocos que tuvo al final comenzaron a alejarse al verlo llegar al colegio con un golpe diferente cada día.
Él nunca se tuvo la culpa de haber nacido en esa familia,haber tenido ese padre. Nunca fue un niño que al llegar la tarde esperaba a reunirse de manera familiar para cenar, Hanseok recibía golpes muy duros solo por el hecho de existir.Nunca entendió por qué, solo se preguntaba qué había hecho mal.
Había cumplido con los deberes, traía las mejores calificaciones, obedecía a mamá. Pero cada noche su pesadilla se hace realidad, ver cruzar a su padre por esa puerta.
Nunca fue sano para un niño de cinco años haber tenido los niveles de cortisol tan altos, el corazón acelerado y los sentidos en alerta todo el tiempo.
A Hanseok lo habían roto desde hace mucho tiempo.
Ese día,tan solo tenía veinticinco años cuando comenzó un plan para acabar con Babel o más bien, quitar a su padre y adueñarse de el.
[...]
—Salte de tu imaginación—esa odiosa voz de nuevo interrumpió a Hanseok.
