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Cuarto año
Abriste por última vez la mochila negra que se encontraba en tu cama, sí era la misma que Hanseok te había dado cuando regresaste a tu país.
Contenía papeles importantes, efectivo en dólares. Al parecer una carpeta con una sola hoja en la que describía el perfil del pasante de abogacía "Jang Jun-Woo" para que pudieras encontrarlo cuando regresaras. Pero eso no era todo, tenia una tarjeta de crédito con bastante efectivo, la intención desde el principio fue que con eso pudieras pagar tu universidad. Sabía perfecto que tu papá te había dejado por tu cuenta lo de la universidad. Y aunque tuvieras un trabajo no podrías pagarla, era cara y privada pero con tu esfuerzo habías logrado aprobar el examen de ingreso.
La tarjeta contenía suficiente dinero para pagarte la carrera completa, gastos académicos, incluso gastos médicos por si necesitabas algo.
Por supuesto que desde en un momento pensaste en no aceptarlo pero si querías estudiar esa carrera que tanto anhelabas no tenías otra opción como la que te ofrecía Hanseok. Prometiste que ibas a devolvérselo.
Hanseok y tú tenían un lazo de sangre. Te daba su amor incondicional y hacía cosas que no cualquiera haría por ti.
Sonreíste y cerraste el cierre de la mochila. Tu maleta se encontraba ya lista, al igual que tu pasaporte, identificación y todo lo necesario. Lo de la estancia en Corea ya lo tenías arreglado.
No podías creer que las cosas se dieran así de esta forma, aún faltaban dos años para que concluyeras la universidad. Pero al parecer la vida te estaba dando una segunda oportunidad.
—¿Me llamarás todos los días, verdad?—Tommy ahora tenía 12 años y tú 22.
—Te lo prometo—extendiste tu meñique y él lo tomó.
Lo ibas a extrañar muchísimo pero era parte de la vida, no ibas a poder quedarte con tu ahora padre Alfonso, mamá y tú pequeño hermano.
—Creciste tanto, mi niña—mamá te abrazó y sentiste ganas de llorar.
Volverías, claro que sí.
Después de una nostálgica despedida, abriste por última vez ese correo que te había llegado.
—¿Vendrás a mi graduación?—Recordaste la pregunta que Hanseo te había hecho hace años.
—No lo creo,si regresó no podré irme de nuevo.
Tu corazón se sintió tranquilo. El correo que leías una y otra vez era de la invitación a la graduación de Hanseo.
