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Te sonrió e hiciste lo mismo.
Hanseok ya no te veía como aquella niñita de seis años que usaba vestiditos coloridos y que llevaba su mochila a todas partes.
Si de esperar se tratara. A Hanseok le deberían dar un premio.
—¿Estas segura?—acarició tu mejilla.
Asentiste porque ni siquiera podías hablar.
—Hanseok si no quieres...
Pero te calló enseguida cuando te levantó de un tirón de la cama para poder besarte.
Esperó 13 años a que crecieras,pero si tú se lo podías,podría esperar más.
No podías pensar en nada más, la boca de Hanseok se sentía tan bien.
Te jaló de nuevo hacia a él para guiarte a un lado de la cama, sentías tus piernas temblar y tú corazón bombear demasiado fuerte.
Y sentiste tus emociones intensificarse cuando comenzó a besar tu cuello y a dejar saliva en cada beso.
Te sujetaste de él como pudiste. Su mano derecha bajó al botón de tus jeans para abrirlo y sin pensarlo bajó el cierre también.
Trataste de ayudarle, así que comenzaste a deshacerte de ellos con ayuda de tus piernas.
Agradeciste al cielo haber escogido una de tus bragas favoritas, no eran nada exóticas pero a ti te gustaban.
Y eso tenía a Hanseok muy mal, bastante mal.
—Vas a hacer lo que yo te diga ¿si?— más que una pregunta fue una orden.
Asentiste frenéticamente.
Y es que en realidad, ibas a dejar que Hanseok te hiciera lo que quisiera.
Sentías que la ropa de tu hombre estorbaba, así que comenzaste a jugar con sus botones de su camisa hasta ir desabrochándolos.
Sabías que Hanseok tenía un buen cuerpo, demasiado bueno a decir verdad. Pero siempre lo habías visto con sus enormes ropas o cuando usaba sus trajes de tonto abogado.
—La camisa—dijiste entrecortadamente cuando ahora eras tú la que besabas su cuello y la parte de su pecho que estaba expuesta debido a la prenda abierta.—Quítatela.
