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Es fácil odiar a Hanseok. Busca todo lo que queremos: dinero y poder. Odia perder y sentirse derrotado, quiere controlar todo y que todo le salga perfecto. Y tú te parecías a él.
—Señora Jang— tu secretaria te interrumpió.
—¿Puedo ayudarte con algo Min?— le preguntaste y el hecho de que ella fuera tu mano derecha era de gran ayuda. A parte de ser una buena abogada, también era una gran amiga. Estaba cerca de sus cincuenta y actuaba como una madre para ti.
—Ya es de tarde y en unas horas anochecerá, no ha comido nada en todo el día. Le traeré algo o si quiere comer algo en específico puedo conseguirlo— se acercó hasta quedar frente a tu escritorio.
Llevaste tu vista al reloj de tu muñeca para comprobar la hora— Min, no he tenido tiempo de nada pero no te preocupes por mi, estoy bien, puedes irte a casa a descansar. ¿Todo salió bien hoy?— quisiste verificar.
—Así es, todo ha salido perfecto. Motores Babel ha tenido un enorme ingreso hoy y Babel Tower está listo para ser construido— te informó.
Sonreíste con nostalgia y miraste el cristal elegante que estaba en el escritorio. "CEO Jang Han-Seok".
Nunca fue tu sueño estar a cargo de Babel, pero estabas haciendo lo que Hanseo nunca logró. Hacer de Babel una empresa limpia no del todo pero ahí estaba, funcionando sin dañar a terceros, solo era una guerra entre ustedes.
"Tenemos que hacerles creer que Corea estaría perdido sin Babel" era algo que Seok solía decirles a Hanseo y a ti.
Muchas veces pensaste en renunciar a esto y volver a tu país natal. No estudiaste para abogada y mucho menos algo relacionado con administración de empresas. Eras médico pero también eras una gran empresaria y todo eso lo habías aprendido de tu esposo.
No supiste cuanto tiempo te encontraste en ese estado hasta que Min te interrumpió— haré que le traigan algo de comer, estaré en mi oficina por si me necesita— apretó tu hombro y se dispuso a salir.
No querías llorar, no ahora cuando te habías puesto un outfit muy bonito, un maquillaje que hacía resaltar tus rasgos y todos te habían dicho que te veías muy guapa. Tu cabello castaño había vuelto y en una hora tenías una conferencia que sería transmitida.
Definitivamente esta no era la vida que imaginaste. Extrañabas a Hanseo, pero algo en tu corazón te decía que él estaba bien y feliz e incluso lo habías visto tú misma. Le habías transferido una cantidad monetaria enorme, la que le correspondía de Babel y sabías que con eso podía tener una vida tranquila y de lujo sin mover un solo dedo.
