CAPÍTULO 3

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Abro los ojos mientras tengo una fuerte sensación de caída. Cuando mi visión se aclara, me encuentro en un sofá, encima de Vittorio. Parece estar tan confundido como yo mientras me sujeta por la cintura.

Miro a mi alrededor. No estamos en la mansión, sino en la vivienda personal de Puzo. Observo la decoración y distribución de los muebles y me doy cuenta de que aún no ha tenido lugar el tiroteo con Filippo.

Eso significa que no estamos en el punto del libro donde deberíamos.

- ¿Qué hacemos aquí?- murmuro en voz baja, con la mano apoyada sobre el pecho de Vittorio.

- No lo sé. Parece que hemos entrado en un momento muy anterior al que deberíamos.

Trato de concentrarme en los recuerdos de Elizabeth: ahora mismo estábamos practicando las técnicas de seducción que Alicia me ha enseñado y, tras fingir tropezar con mi vestido, he caído sobre Vittorio.

Parpadeo sorprendida, sin saber muy bien qué hacer.

- ¿Cómo puede ser?

- Tal vez Caron se haya equivocado...- aventura Vittorio, con voz ronca.

- Puede ser... aunque me resulta extraño.- murmuro más para mí misma que para él, girándome sobre él para echar un vistazo.- Bueno, esto no cambia nada. Sacamos a Stella y nos vamos.

- ¿A estas horas? No creo que nos dejen entrar al hospital...

- Tienes razón...- suspiro alicaída, moviéndome de nuevo. En ese momento, empiezo a notar algo justo debajo de mí. Sorprendida, miro a Vittorio enarcando una ceja.

- ¿Por qué crees que la otra vez me levanté tan rápido?- me dice como toda explicación.- Y si encima no dejas de moverte...

Me ruborizo ligeramente mientras se me escapa una risa. En ese momento me doy cuenta de que las sensaciones de Elizabeth me inundan. Los nervios, la emoción... la excitación...

Vittorio presiona ligeramente mi cintura, animándome a bajar un poco.

- ¿No deberíamos pensar en cómo sacar a Stella?- le susurro inclinándome sobre él hasta que quedo a escasos centímetros de su cara. Deslizo los dedos sobre su labio inferior, separándolo ligeramente.

- Hasta mañana por la mañana no vamos a poder hacer nada.- responde en voz baja. El ritmo de su respiración se ha acelerado y profundizado. Su mano comienza a bajar y abandona mi cintura, agarrándome por la cadera.

- Y... ¿qué sugiere que hagamos, señor Puzo?

- Lo que me quedé con ganas de hacer la otra vez, señorita Colvin.

Ni siquiera me da tiempo a contestar. Con la mano que le queda libre, me toma de la nuca y presiona mi boca en la suya. Apenas soy capaz de contener un gemido por la sorpresa y la excitación. Mis labios de abren de modo instintivo y la lengua de Vittorio no duda en aprovechar para explorar mi boca, dejando escapar un gruñido.

La mano que tiene sobre mi muslo comienza a subir con cierta urgencia el vestido, luchando con la capa vaporosa y la suavidad de la seda, hasta que llega a mi ropa interior. Sin dejar de enredar su lengua con la mía, desliza un dedo hasta llegar a mi intimidad, ya empapada.

- Y parece que no fui el único...- murmura sonriendo, separándose de mi boca lo mínimo.

Sin darme tiempo a contestar, me sujeta de las caderas con una mano y de la cintura con la otra, alzándome en un movimiento fluido que termina recostándome al otro lado del sofá y quedando sobre mí, devorándome con la mirada.

El Atril 5: RetornoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora