CAPÍTULO 4

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Unos fuertes golpes en la puerta me despiertan.

- ¡¡Arriba, hay mucho que hacer!!- escucho gritar a la señorita Molly.

En la cama de al lado, Natasha se levanta de un salto, frotándose los ojos. Ella es una de las bailarinas que suben al escenario, así que se acostó más tarde que yo. De hecho, ni siquiera la oí entrar. Yo he dormido poco pero ella aún menos, puesto que estuvo actuando.

- Buenos días.- la saludo.- ¿Qué tal el show de ayer?

- Como siempre.- suspiró la muchacha.- Pero los tacones nuevos me han reventado los pies...

Echo un vistazo y veo que, efectivamente, tiene los dedos enrojecidos y con ampollas.

- Uf, eso debe doler mucho.- murmuro.- Espera, te traeré algo para desayunar y un poco de hielo. Tengo aguja e hilo en mi mesita. Y algo de yodo en el botiquín.

- ¿Me vas a coser el pie o qué?- se echa a reír.

- No, tonta.- le respondo sacando al lengua.- En el campo, cuando nos hacíamos ampollas, las atravesábamos con una aguja que llevase un hilo empapado en yodo. Con eso las vacías y las desinfectas. Ya verás como luego estarás mucho mejor...

Me visto con ropa cómoda, preparada para los ensayos. No sé a qué hora llegará Leonard para sacarme de aquí, pero tengo que disimular.

Voy corriendo por los pasillos de camino a la cocina. Cuando llego, me encuentro a todas las chicas alrededor de la mesa del desayuno, agarrando todo lo que pillan. Tomo un par de platos y me abro paso como puedo.

- Eh, no empujes.- me gruñe Lily.

- No te he empujado, solo quiero coger algunas salchichas.- le replico.

- Pues te esperas a que terminemos las demás. Tú acabas de llegar.

- Ayer mismo me diste un empujón para conseguir el bacon que quedaba, pese a que yo llegué antes.- le respondo, mientras echo varias salchichas en los platos que llevo.- En lugar de discutir conmigo, te recomiendo que aceleres.

Me doy la vuelta con cuidado con un plato cargado de comida en cada mano. Estoy saliendo de la cocina cuando alguien me da un fuerte empujón, haciéndome perder el equilibrio.

- ¡Ay!- grito al chocar contra algo que frena mi caída. Los platos caen al suelo con estrépito al romperse en mil pedazos y desperdigando por el suelo la comida que había para Natasha y para mí.

- Cuidado por dónde vas, bonita.

Un sudor frío me recorre la espalda al reconocer esa voz. Alzo ligeramente los ojos, confirmando mi miedo.

¿¡Qué hace Francesco aquí?! ¡Solo viene un par de veces por semana y siempre por la noche!

- Yo... ehh... lo... lo siento...- murmuro asustada y tratando de esquivar su mirada.

- ¿Estás bien, nena?

No me queda más remedio que mirarle a la cara. Él inclina ligeramente la cabeza, como si fuese la primera vez que me ve, pese a que he estado actuando en el escenario muchas veces, tratando de llamar su atención.

- Hum... sí, sí...- asiento. Tengo que alejarme lo más rápido que pueda sin llamar la atención.

- Eh, tú.- gruñe en dirección a Lily.- ¿Por qué coño la has empujado? ¿Es que quieres dejarme sin bailarinas?

- Yo... yo...- balbucea la bailarina, pálida como el papel.- Ha sido sin querer...

Pasa un brazo sobre mis hombros con confianza, sin quitarle los ojos de encima a Lily, con el ceño fruncido. Claramente no la cree.

El Atril 5: RetornoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora