Un intenso terror me deja paralizada. Un escalofrío recorre mi el cuerpo y durante un instante soy incapaz de respirar.
No puede ser.
Es imposible.
Sin soltarme, me retira el pelo del cuello y acerca su rostro, aspirando. El pánico me genera unas náuseas que a duras penas puedo contener.
- Hummm... Siempre hueles tan bien...
Intento controlar el temblor de mi mandíbula. ¡¿Qué hace aquí Francesco?! ¡Sólo puede estar en el libro, es... es...!
- Estás muy callada, ¿es que no te alegras de verme?
Me obliga a darme la vuelta y encararme con él, arrinconándome contra el mueble de la cocina y poniendo su brazo a modo de barrera. Aterrada, alzo ligeramente los ojos, sólo para encontrarme con su mirada dura, de autosuficiencia, acompañada de una sonrisa de desprecio y satisfacción.
Comienzo a mover disimuladamente la mano a ciegas por la encimera, buscando el cuchillo que acabo de utilizar para cortar las verduras.
- ¿Buscas esto?- me pregunta con sarcasmo, al tiempo que me lo muestra y lo pasa cerca de mi cuello de un modo casi casual.
Jamás he sentido el miedo que tengo ahora mismo. Esto no es un libro. Es la vida real.
- Seguramente te estarás preguntando qué hago aquí.- me comenta tranquilamente.- Este sitio... es extraño, la verdad. Se parece a... al sitio del que vengo...pero es diferente. Los coches son más rápidos, la gente habla a través de teléfonos que les caben en los bolsillos... Yo también estoy confuso, Lisa. Aunque... no te llamas Lisa, ¿verdad?
Le miro sin decir ni una palabra, con el corazón a punto de salírseme del pecho.
- Que me digas tu puto nombre, nena.- me gruñe, acercando el cuchillo a mi cuello.
- A-anna.- logro decir.
- ¿Qué más?
- Thompson...
- Ah... Anna... que bonito. Mi abuela se llamaba Anna.- me comenta tranquilamente.- Como te decía, Anna, yo también estoy confundido con todo esto. De repente, me encuentro aquí, en un sitio extraño y con un montón de recuerdos imposibles en la cabeza. En algunos vivo, en otros muero... en alguno incluso acabo en la cárcel. También hay recuerdos... muchos recuerdos... que tienen que ver con Lisa... pero no todas las Lisas de mis recuerdos tienen tu cara. Unas son altas, otras más bajas, algunas morenas, pelirrojas, negras, asiáticas... Pero tú... tú de algún modo eres diferente a todas ellas.
Pasa la hoja del cuchillo por mi piel y yo tengo que cerrar los ojos y morderme los labios para no dejarme llevar por el pánico.
- ¿Y sabes lo que más resalta de mis recuerdos contigo? - continúa.- Tu traición...
Se agacha ligeramente y acerca sus labios a mi oído.
- Tú... hiciste que me mataran...- susurra mientras una lágrima me resbala por la mejilla.- Yo te entregué mi corazón, te dejé entrar a mi casa, te presenté a mi familia... y tú ayudas al cabrón de Puzo a matarme...
- Yo... lo... lo siento.- logro balbucear.- Solo... solo quería ayudar a las niñas desaparecidas y...
- Me importa una mierda lo que querías o dejabas de querer, perra.- me interrumpe con rabia contenida.- Lo que quiero que me digas es que coño está pasando. He podido... conseguir una versión... pero quiero oír la tuya.
Abro la boca pero durante un momento no soy capaz de emitir ningún sonido.
- ¡Habla!- me grita, dando una fuerte palmada contra la encimera.
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El Atril 5: Retorno
General Fiction¿Cómo puede ser? Matt le enseña a Anna una foto de una niña desaparecida, pero no hay duda de que se trata de Stella. ¿Podrán ayudar a la niña a escapar del libro?