Capítulo 30

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Habían pasado dos semanas desde el secuestro de Estella Vlad y Ángela Weber. Ninguno sabía de su paradero y tampoco tenían alguna pista de dónde podrían haberlas llevado.

Drácula tenía una idea del lugar en el que podrían estar, pero quería descartar todos los demás lugares posibles que aún había, también por el hecho de que el mundo sobrenatural vampiro estaba empezando a ser un caos porque varios vampiros empezaron a esparcir el rumor de la poca capacidad del conde Drácula de controlar dicho mundo.

La familia Cullen —a excepción de Edward y Jasper—, regresó a Forks porque aún tenían que asegurarse que los metamorfos siguieran creyendo que Edward no tenía nada que ver con lo acontecido con la chica Swan, sabían que, si se iban sin informar o sin alguna buena excusa, lo más seguro es que se podrían crear sospechas.

El jefe de policía se encontraba triste y enojado por no procurar más a su hija. Reneé, la madre de Isabella, lo había despotricado hasta cansarse y había hecho mucho papeleo para trasladar el cuerpo de la fallecida al lugar donde ahora residía y poder darle un sepulcro.

Los metamorfos revisaban día y noche la zona en caso de que los vampiros, Victoria y James, llegarán a aparecer y arrancarles la cabeza, pero parecía que la humana muerta fue su última víctima de Forks y todo Seattle, pues habían desaparecido de la zona como si nunca hubieran estado allí.

Carlisle Cullen había llegado a la estación de policía para hacer su declaración. Aunque en el expediente forense estaba claro que Isabella había muerto por un animal, Charlie Swan quiso abrir el caso al encontrar marcas de forcejeo que otro médico dictaminó cuando Carlisle estuvo fuera de Forks.

—Siéntese —Carlisle hizo caso y se sentó en una se las sillas frente al escritorio del jefe Swan. Charlie se encontraba frente a él junto a otro hombre, el cual tenía una libreta en mano para tomar la declaración—. Disculpe por hacerlo venir, doctor Cullen, pero necesitamos su declaración con respecto a la muerte de mi... —Charlie carraspeó y con el nudo en la garganta continuó hablando—, con la muerte de la joven de 17 años, Isabella Swan.

Todos en la estación habían querido persuadir al jefe Swan para que otro oficial se hiciera cargo del caso, pues no se deben meter asuntos personales en el trabajo, así como los médicos no atendían a sus familiares y los abogados no asesoraban a integrantes de su familia, los oficiales tampoco debían de meterse en los casos que incluyesen a algún familiar, pero ante las constantes negativas de Charlie, no pudieron hacer nada más que dejarlo que siguiera con el caso.

—No tengo problema en ayudar con el caso —Carlisle al siempre tener un excelente autocontrol no demostraba ningún signo de nerviosismo, algo que sin duda era bueno ante la situación.

—Le haremos unas preguntas, tiene que contestar con la verdad y decirnos todo lo que pedimos —el patriarca Cullen asintió—. ¿Conocía a la... víctima?

—No personalmente —respondió seguro.

—Pero tenía conocimiento de su existencia ¿no es así?

—Así es, mis hijos asienten al instituto de Forks, al mismo que tengo entendido, la chica asistía.

—¿Sabía que su hijo Edward tenía cercanía con la víctima? —Charlie observó detenidamente la expresión del rubio ante la pregunta, pero este no se vio en ningún momento afectado por dicha pregunta.

—Sí, lo sabía. También sé que dejaron esa cercanía hace aproximadamente un mes —era bueno que Edward y él tuvieran una excelente comunicación, gracias a eso podía responder correctamente las preguntas que le hacían.

—No lo sabía —susurra Charlie. Claro que no sabía eso, pues Isabella le había hecho creer que empezaba a salir con Edward—. ¿Cómo está tan seguro de eso?

Una Vampira Diferente «Edward Cullen»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora