Capítulo 11

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Estella y Edward se encontraban en su lugar, era maravilloso estar juntos disfrutando de la naturaleza. Se sentían libres y seguros. Era su lugar seguro.

Estella había llevado un libro. Orgullo y Prejuicio. Aún teniendo varios años, nunca lo había leído, pues no le había llamado tanto la atención, ahora lo empezaba a leer y le encantaba.

Edward llevó un juego de ajedrez, quería concentrarse en diferentes jugadas que podría hacer para ganarle a Jasper, él era muy bueno en el ajedrez, aun cuando Edward leía sus pensamientos.

Estella bufó dejando el libro de lado, llamando la atención de Edward, quien la miró con una ceja alzada.

—Mr. Darcy es muy complicado, y prejuicioso, lo cual es lógico por el título del libro.

—Aún no llevas ni la mitad del libro.

—Déjame odiarlo, ya después tendré mucho tiempo para amarlo —la rubia lo había dicho tanto para el libro, como para Edward, pero al parecer el cobrizo no entendió el mensaje. Estella guardó el libro y se acercó a Edward, viendo como estaban acomodadas las piezas de la jugada que él mismo hacía.

Movió una pieza para darle solución al problema que parecía tener su jugada.

—Eres brillante —Edward le dijo cuando entendió lo que la rubia había hecho.

—Lo sé —un trueno se escuchó a lo lejos—. Ya es tarde, debo regresar a mi casa.

—¿Algún día me dejarás llevarte a tu casa? —pregunta Edward mientras guarda las piezas de ajedrez.

—Por supuesto —ya estaban listos para irse. Edward no desaprovecharía la oportunidad, y al parecer Estella tampoco.

Estaban saliendo del prado cuando Edward arrinconó a Estella entre un árbol y él.

—¿Qué...? —No la dejó terminar porque sus labios aprisionaron los de ella.

Después de tantas semanas por fin se besaron. Todos habían sentido la tensión que ellos desprendían. Las manos de la rubia fueron directo a la nuca del cobrizo. El movimiento de sus labios era vivaz. Sus labios se movían con intensidad y pasión. Lo disfrutan saboreando cada parte de sus labios.

Sus lenguas se juntaron creando una lucha por quien tomara el control, haciendo que el beso se volviera con más pasión, desenfreno y por decir demás, con más deseo. La rubia soltó un gemido ahogado ante la sensación que el beso le producía. Edward pasó sus manos por la cintura de la chica, sosteniéndola con fuerza ante el beso.

Se separaron, viéndose a los ojos para después Estella tomar la iniciativa y volver a juntar sus labios. Las manos del cobrizo fueron a los muslos de Estella y la alzó, haciendo que esta enredara sus piernas en la cintura de Edward.

El árbol se movía por el brusco e intenso beso. Los movimientos que hacían queriendo tener más, producían una sensación placentera.

Sus labios se separaron. Edward junto su frente con la de Estella y cerraron sus ojos sin decir absolutamente nada. Se escuchaban los árboles moverse y las gotas de lluvia que empezaban a caer.

—Me gustas —hablaron al unísono, sorprendiéndose ante lo dicho por el otro.

—Tú plan funcionó, Edward. Causaste celos en mí, haciendo que me diera cuenta lo mucho que me gustas —la rubia lo abrazó y enterró su rostro en el cuello del cobrizo, inhalando el olor que este desprendía y que le encantaba.

—Y tú me gustas más de lo que te puedas imaginar. Y el verte con Nick solo me hizo darme cuenta de cuánto me gustas —los labios de la rubia se curvaron en una sonrisa. Alzó su mirada y vio a Edward.

Una Vampira Diferente «Edward Cullen»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora