Lunes por la mañana. Estella se arreglaba para ir al instituto. Una sonrisa se dibujaba en sus labios y la emoción que sentía por querer ver el rostro de todos cuando llegara con Edward, era demasiado grande. Sobre todo, ver el rostro de Isabella y de Jessica, la última por sus evidentes celos que le tenía a todo aquel que quitara la atención de ella y la primera, por el simple hecho de que Estella sentía celos por el acercamiento que esta tenía con Edward. Aunque hacía un día que había confirmado que Edward solo la quería como aperitivo.
Su hermano le dijo que ya se iba, al parecer había estado parte de la noche fuera de casa. Estella suponía que asechando a Ángela.
El característico olor de Edward llegó a sus fosas nasales, eso y el sonido de la bocina del Volvo plateado del cobrizo.
Estella bajó las escaleras y fue directamente a la cocina, donde sirvió en un termo un poco de jugo de plasma, del mismo que su madre le había dado a Edward el día anterior.
Al parecer la casa estaba vacía, pero en la puerta de la nevera había una nota.
Suerte en la escuela cariño.
Tú padre dijo que hoy terminaba tu castigo, solo por esta vez.
Te quiere, mamá.
Estella sabía que Marian había dejado una nota también para su hermano, pero como siempre, él la había visto primero.
La rubia guardó la nota en su chaqueta azul y salió con su bolso y llaves de la casa. Afuera, Edward se encontraba recargado en su auto, sonrió al verla.
—Hola, cariño —el cobrizo se sorprendió por el sobrenombre, pero no le molestó. Estella le dio un corto beso y rodeó el auto para entrar y Edward en un instante le abrió la puerta y esperó a que subiera para cerrarla.
Estella abrió el termo, viendo como Edward se tensaba. Al parecer beber sangre humana no era común en él, aunque era obvio, su clan es vegetariano.
Edward arrancó a alta velocidad y la rubia no se inmutó, eso le hizo sonreír. Estella le tendió la botella al cobrizo y este con un poco más de seguridad que el día anterior, la aceptó y bebió un poco. Instintivamente soltó un suspiro cuando el líquido pasó por su garganta.
Algo de lo que se dio cuenta. Es que sus ojos solo se tornaban de color cobre, como cuando bebía la sangre combinada de animal y humano, algo que le hizo tranquilizarse, pues no tendría que esperar días para ir a la escuela por sus ojos rojos.
—Esto me encanta —estando a unos metros del instituto, Edward baja la velocidad. Estella cierra el termo ahora vacío y asiente satisfecha por el comentario del cobrizo.
—¿Puedo dejarlo aquí? —Edward asiente y la rubia pone el termo en el porta vasos.
Ángela Weber ve por su cámara como llega Edward y baja del auto para rodearlo. La peli negra tomó una foto, después de sonreír y bajar la cámara.
—¡No puede ser! —su exclamación hizo que sus amigos, incluidas Jessica e Isabella, voltearan a donde Ángela miraba.
Edward abrió la puerta del copiloto y extendió su mano, para que esta fuera tomada por la mano de la rubia, que, con elegancia y delicadeza, salió del Volvo plateado.
Edward y Estella llevaban lentes oscuros, aunque no hubiera sol. Caminaron con unas sonrisas ladinas en sus rostros. La imagen parecía ir en cámara lenta para todos los que presenciaban su entrada.
Sabía que eran pareja.
¡Qué envidia! Se ven demasiado bien juntos.
Estella se ve tan sexi, no debería estar con Cullen.
ESTÁS LEYENDO
Una Vampira Diferente «Edward Cullen»
VampiroCuando Edward conozca a esa rubia de ojos ámbar, su atracción hacia ella será evidente y las viejas costumbres de los vampiros estarán presentes en el momento en que se dé cuenta que Estella Vlad es una vampira diferente. Portada hecha por @Bremorg_