Traicionera

No es lo que parece

Zoe

Luka me llevó a comer helado otra vez, la pasabamos bien cuando mi cerebro se congeló.

— Te dije que se te podía congelar el cerebro.

Él me sujetó y me pegó a su cuerpo, no sólo mi cerebro se congeló sinó también todo mi cuerpo.

— Con ese gorrito deberías ser inmune.

Frotó mi gorro contra mi propia cabeza, dejándome el pelo desaliñado.

— detente... – Le pedí – Ya estoy bien.

El teléfono de Luka vibró y él lo atendió, lo examinó brevemente.

— Oye, Zoe ¿Te gustaría pasar el rato en mi casa?

— ¿Yo? ¿Contigo? Eh, sí, sí, claro me gustaría.

Llegamos a casa de Luka, o sea el barco de su mamá, ella me recibió con mucha hospitalidad, aunque no se quedó por mucho, ya iba de salida por las compras de la cena. Juleka tampoco estaba, éramos nosotros solos.

Luka me dijo que fuésemos a su cuarto para estar más cómodos.

Nos divertimos un buen rato, cuando el recibió una llamada, se levantó de golpe.

— ¡¿Cómo?! ¡¿Ya estás aquí?!

Cloe entró en el cuarto con su teléfono en mano.

— ¡Ajá! ¡Lo sabía!