CAP 9. ¿Quién eres?

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POV: Cristina

Al día siguiente me levanté con demasiada resaca, me dolía tanto la cabeza que con el simple hecho de abrir los ojos me mareaba.

No sabía dónde estaba, empecé a hacer memoria: Había ido a casa de Dani. Marcus le había puesto los cuernos a Dani. Ella y Alex me llevaron a una discoteca. Me emborraché. Pensé en morir virgen. Le tiré toda mi bebida a un chico en la camisa. Jaime.

¡Estaba tumbada en la cama de Jaime!

Me levanté sigilosamente y mire a mi alrededor, la persiana de la única ventana de la habitación esta bajada completamente, el color gris reinaba en el cuarto. Salí de la cama y camine hacia la puerta de madera grisácea que había frente a mí, a la derecha había un espejo, decidí asomarme, y di un salto para atrás al ver que no llevaba la ropa con la que había ido a la fiesta. ¿Jaime y yo...?.No .Imposible.

Mi móvil vibró desde la mesilla, al lado de la cama. Veinte llamadas de Dani y cuatro de Alex aparecieron en la pantalla principal. Le envié un mensaje a Dani explicándole lo que pasó anoche (o de lo que recordaba, claro). Me respondió al instante, enfadada porque no había podido dormir en toda la noche por mi culpa, me disculpe y le dije que en menos de veinte minutos volvería a su casa, a recoger las cosas, y así luego irme andando a mi casa. Dijo que dejaría la puerta de atrás abierta, que me esperaba despierta.

Al salir el olor a café recién hecho inundo mis fosas nasales, y la luz del exterior me cegó por unos segundos. Camine por un pasillo color blanco liso y sin ninguna fotografía o cuadro que lo decorase, hasta llegar a un arco enorme dando lugar a una cocina americana, los armarios color azabache equipaban toda la cocina, con una nevera sin ninguna foto ni imán, cosa que me pareció extraña, comparada con mi nevera que no tenía casi espacio. Dos grandes ventanales proporcionaban luz a la sala. Las paredes azul cian eran altas y sin ninguna foto ni cuadro. Era como si no habitase ninguna persona en la casa y solo estuviese de exposición en alguna tienda, ya que todo estaba impoluto.

-Buenos días Díaz-la voz de Jaime me sacó de mi escáner de la casa.

Me di la vuelta y Jaime tenía unos pantalones de chándal grises, y en fin, ya sabéis lo de los pantalones grises. Tremendo. A conjunto llevaba una camiseta de tirantes blanca, una cadena de oro asomaba por el cuello de la camiseta.

-Dime que ayer no paso nada-dije apartando la mirada de... allí abajo.

-¿Tan malo piensas que soy?- rio, no le di respuesta a esa pregunta, solo me limité a alzar las cejas- Tranquila, no pasó nada, olvidaste las llaves de casa, te traje a la mía, te di un pijama y ya está.

-ah, gracias- respondí secamente, me costaba admitir que era una buena persona.

Me ofreció una taza de café, pero se la  rechace, por mucho que lo intentase no me gustaba, como Lucas.

-No tengo nada para ofrecerte. Lo siento, no esperaba tener visita-dijo rascándose un lateral de la cabeza y mirando hacia otro lado.

-No importa, de hecho, te pediría por favor si me puedes llevar a casa de mi amiga Dani, le he enviado un mensaje diciéndole que iba hacia allí-sugerí.

-Claro, deja que me lave los dientes, tu ropa está en la terraza, la tuve que lavar ayer porque... digamos que tenía un poco de vomito por todos lados, ahora te la traigo.

Jaime salió por la puerta por donde yo había entrado y me dejó sola en su cocina. Comencé a inspeccionar silenciosamente, abrí y cerré cajones para encontrar algo relacionado con la vida personal de Jaime. Pero no había nada fuera del común o que me diese algún tipo de información sobre su vida. Terminé sentándome en una banqueta que había enfrente de una barra. Ahí tenía varios libros de cocina impecables, con las esquinas perfectas y las hojas sin ningún rasguño. Cogí el primero del montón para ojearlo, al abrirlo una postal cayó del libro. Deje el libro en la encimera y bajé de la baqueta para coger la postal.

TÚ ERES MI PROBLEMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora