CAP 17. "Mac and the scotts vs Taylorey"

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A la mañana siguiente Jaime me trajo a casa temprano, no hablamos ni comentamos nada de lo ocurrido la pasada noche. No me apetecía hablar de ello, prefería seguir teniendo la imagen de Jaime intacta, perfecta. Sé que al fin y al cabo Jaime no iba a ser una persona ideal, fuerte y madura, pero yo quería que fuese así, y si tenía que idealizarlo para conseguirlo lo haría.

Nos habíamos despedido con un abrazo, rechazando yo sutilmente un beso suyo, había salido inconscientemente de mí. Creo que Jaime no lo había notado, o quizás sí, pero como era tan difícil leer su cara, ya que el controlaba cada una de las expresiones que mostraba no sabría decirlo. Eso era algo que temía de Jaime, la facilidad con la que tapaba sus emociones, mentir para él parecía muy sencillo, sus expresiones estaban intactas. Solo le había visto salirse de su expresión opaca una vez, ayer por la noche. Y sinceramente no quería volver a verlo así.

Esperó a que entrase a casa para subirse a su coche impoluto e irse calle abajo. Cerré con llave y subí a mi cuarto. Había sentido demasiadas emociones en un día, de una felicidad infinita a una desoladora inquietud. Quería creer sus palabras, necesitaba creer sus palabras, pero me costaba mucho, no soy una persona ingenua, ni mucho menos estúpida, por eso necesito más pruebas, y aunque confío ciegamente en él cada vez se me hace más complicado, y no me está poniendo nada fácil creerle.

Enchufé mi teléfono para que se cargase, me quité la ropa que llevaba desde ayer y me puse ropa cómoda, las temperaturas habían vuelto a bajar, y los avisos meteorológicos volvían a avisar lluvias después de un fin de semana soleado. Por eso opté por una sudadera con un pantalón de felpa, y unos calcetines que me había regalado Dani en la navidad del año pasado, eran de lana, con la cara de un oso panda dibujada en la parte de adelante, y unas orejas cosidas en cada lateral.

Bajé a hacerme el desayuno, le había dicho a Jaime que no tenía hambre para volver en cuanto antes aquí, y me moría de hambre.

Encontré una tetera en fondo del armario, puse agua a hervir, el sonido del agua burbujeando me relajo y despejo mi mente, todavía estaba un poco dolorida por las piernas de anoche. Jaime podía ser malos en algunos ámbitos, pero en el de la cama no tenía ningún defecto.

Busqué la caja donde mamá guardada las bolsitas de té. Solo quedaban las de polio, asique abrí una y la deposité en la taza donde había puesto anteriormente el agua caliente, un humo reconfortante choco con mi cara cuando me acerqué la taza a los labios, todavía estaba muy caliente para poder beberlo, deje la taza en la encimera y abrí la nevera para agarrar unos rollitos de canela que mi madre había horneado hace un par de días.

Cuando fui a agarrar un plato donde poner los rollitos vi una nota de mamá en un post-it amarillo pegado en el mueble de la cubertería:

Hoy me han dado un doble turno, no volveré hasta el domingo al medio día, la comida esta en un tuper con la tapadera verde.

Te quiere, mamá.

Iba a estar toda la mañana sola, genial.

Subo mi desayuno a mi habitación y cierro la puerta, enciendo la calefacción para calentar mi habitación, todavía hay algunos rayos de sol entre las nubes, aún así, cierro las ventanas, por si acaso.

Enciendo el móvil y una llamada perdida de Daniela aparece en la pantalla, la llamo sin dudarlo dos veces, cuanto menos esté sola con mis pensamientos mejor.

No me coge la llamada.

Vuelvo a intentarlo un par de veces más hasta que me rindo, llamo a Lucas y tampoco me lo coge. Perfecto, cuanto menos quiero estar sola más lo estoy.

Resoplo para mis adentros, y golpeo mi cabeza con una almohada, necesito estar distraída, prefiero evitar mis pensamientos, asique enciendo mi ordenador y me pongo algo de música para no estar en completo silencio y que mi mente de rienda suelta a mi imaginación.

TÚ ERES MI PROBLEMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora