Mbohapy

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Advertencia:ninguno de los animes o imágenes me pertenecen:créditos a sus correspondientes creadores.

Kuroka, una diablesa reencarnada, siendo originalmente una nekomata, más específicamente de la rama de los nehoshou, un tipo de nekomatas muy raro.

Se unió a la brigada del caos después de que el inframundo entero la clasificara como criminal de clase SS, cuyo motivo fue el homicidio de su "rey" a manos de la pelinegra, basándose en la posibilidad de que ésta hubiera perdido el control debido a su gran flujo de "senjutsu", "youjutsu" y su dominio con la magia de obispo.

Su unión al escuadrón del aclamado "Vali" fue concretada sólo unos meses atrás, donde ya en este presente se encontraba frente al príncipe del inframundo.

Kuroka: Al fin despiertas niño, nya~- Dijo poniéndose dentro de la habitación y con una mirada... inusual sobre el ojiplateado, quien seguía con los rabillos de sus ojos el acercamiento de la ojiambár, el cual era un tanto curioso y seductor -Gran estatus como demonio y sumamente atractivo. Me pregunto ¿a qué sabrás?-.

Gokú: "Aléjate, demonio corrupto"- Habló mirando de forma aterradora y amenazante a la chica gato, quien sólo dio una risilla y continuó, aunque ahora con más cautela y con una que otra gota de sudor bajando por su sien.

Kuroka: Vaya, ¿me conoce su alteza? Jiji, y dime, ¿no deseas...- Posó su dos mano sobre los hombros ajenos y acercó su rostro hasta la cercanía de su oído derecho -"...saber algo más de mí?"-.

Al término de esto, y antes de que la nekoshou aparentemente realizara una lamida en su mejilla o hiciera algún otro acto de incitación, fue ferozmente tomada de su boca por la mano diestra del peliplata, quien la acercó un poco a él y la miró con desdén.

Gokú: ¡Escúchame! No necesito saber datos irrelevantes de alguien en quien me debato si asesinar o no. Tampoco tengo intenciones de rebajarme a complacerme con una criminal cualquiera- Vociferó con desprecio ante la actitud de la nekomata, quien veía directamente a esos ojos supuestamente amenazadores, pero en lugar de sentir miedo o nerviosismo, la excitación recorría su cuerpo.

Al final, el apriete en sus mandíbulas y la falta de aire irrumpieron sus pensamientos, y al Gokú notar como la mirada apetitosa de la fémina cambiaba a una expresión de irritación y dolor, éste la soltó.

Gokú: Como sea, no me interesa matarte pues yo ya no soy un príncipe. Además seremos compañeros entre nosotros tres, ¿verdad mocosa?-.

Al decir esto, el hechizo de invisibilidad puesto por Le Fay sobre sí misma desapareció, permitiendo observar a la joven maga, mirar nerviosa a un Gokú inexpresivo y a una Kuroka ya recuperada pero que seguía acariciando sus mejillas instintivamente.

Le Fay: Lo siento por ocultarme, señorita Kuroka y joven Gokú, pero todo parecía muy tenso y me incomodaba- Habló con nerviosismo y rascándose su mejilla con su dedito.

Gokú: No hay problema, buena magia compañera. Y me disculpo contigo, talvez seas una criminal pero después de todo, ya no soy alguien que pueda juzgarte por tus crímenes- Comentó a secas, pero de pronto sintió como sus músculos se tensaron y como volvía a sentir una efímera parte de aquel dolor de hace varias horas -¡Tsk!... Kuroka, ¿podrías llevarme con Ophis?-.

Kuroka: ¿Nya?¿porqué ese cambio tan de repente?-.

Gokú: Sólo me cuesta dominar mis emociones. Vamos, antes de que me enoje de vuelta- Comentó indiferente pero muy serio por dentro, hasta que un glifo mágico se hizo presente en el suelo, a lo que todos pusieron atención y vieron como del círculo salió una niña azabache, con un lazo rosa en su cabello, ojos grises y muertos(aún más que los de Gokú), y una vestimenta sugerente pero ilógica para la apariencia infantil que tenía.

Una deidad profana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora