Pateī

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Advertencia:ninguno de los animes o imágenes me pertenecen:créditos a sus correspondientes creadores.

Ambos demonios descendieron hasta el techo de una estructura, viendo los dos con detalle el nauseabundo y tétrico estado de la ciudad.

Kuroka: Parece que llevan mucho tiempo aquí nya- Dijo bajándose de la espalda de Gokú y olfateando un poco el feo ambiente.

Gokú: Sí, y son más de uno...- Comentó tras detectar vestigios de tres fuentes distintas de poder demoníaco, pero desvió su vista hacia el nordeste, donde comenzó a percibir varios demonios de media clase regular acercándose, aunque había una presencia mucho mayor a la de los otros -¿Lo sientes también?-.

Kuroka: Así es, parece que el rey demonio ya envió a alguien aquí nya- Dijo con seriedad, pues aunque estuvieran lejos, el demonio con ese poder tan extraordinario era una clara amenaza.

Gokú: Si nos apuramos en acabar con los diablos corruptos no habrá problemas- Comentó antes de dar un salto y empezar a caer.

Kuroka: ¡Oye espera, retirémonos y volvamos después!- Gritó desde arriba y como no la escuchó, ella sin más opciones también se lanzó donde él.

Gokú: No podemos, ya postergamos mucho esta misión. Démonos prisa- Dijo comenzando hacia el centro de la capital, siendo seguido por una Kuroka refunfuñante.

Kuroka: ¡Pero ellos son el ejército de tu padre nya, deben ser muy fuertes, sin contar a ese demonio de poder tan monstruoso que venía con ellos nya! ¡vamos Gokú, esos diablos vagabundos aún no se han dado cuenta de nuestra presencia nya!- Exigía y suplicaba la nekoshou con alta preocupación.

El peliplata siguió caminando unos segundos más, escuchando con fastidio los berrinches de su pareja, hasta que decidió parar de inmediato y darse una vuelta para verla a los ojos, a lo que ella dejó de lloriquear y se lo quedó viendo un toque sonrojada, un poco de vergüenza y pena.

Gokú: ...No te preocupes- Le dijo guiando su mano hacia su mejilla, aumentando minoritariamente el matiz rojizo en ellas -Ninguno de los dos bandos te hará daño conmigo aquí. Acabaremos con esto rápido y talvez nos besemos mucho cuando volvamos-.

Esto fue dicho con otra minúscula sonrisa suya, demostrando no ser un caparazón vacío o un témpano de hielo en el cero absoluto, pero eso era sólo lo que él le podía demostrar a su futura mujer.

Ella estaba en su punto de ebullición, aunque sentía también por los latidos acelerados suyos, que su corazón saldría corriendo de su pecho y los abrazaría a los dos.

Ella estaba a punto besarlo profundamente y también de abofetearlo por apenarla tanto, sino fuera por una delgada, extensa y voluminosa extremidad a punto de azotar por su espalda.

Antes de que ese tentáculo horroroso la golpeara, la pareja desapareció de su rango en un borrón de luz, apareciendo segundos después a un costado de donde se estrelló dicho miembro, creando un cráter con grietas a su alrededor.

Gokú: Tranquila, no te tenses. No te pasará nada- Dijo abrazando su cintura con su brazo derecho, mientras que Kuroka estaba apretada a él tras sobresaltarse, pero Gokú mantenía su mirada estoica y asesina donde estaba esa especie de raíz o tentáculo; no sabría deducir cual de las dos era o si eran las dos.

La extremidad se retiró de donde impactó, y al instante las demás raíces se despertaron y alzaron en una postura amenazante.

Kuroka: Nya, ¿qué son estas cosas?-.

Gokú: Creo que sí son tentáculos, pero secos y descompuestos, además de que tienen un grueso revestimiento de corrupción- Lo dijo viendo a cada uno de ellos mecerse de vez en cuando, aunque el aura de todos era la misma y provenían desde debajo de la tierra, algo que podría significar que allí estaban los otros demonios -Hay que ir abajo, todos los tentáculos son manejados desde ahí-.

Una deidad profana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora