Pakõi

1.1K 104 7
                                    

Advertencia:ninguno de los animes o imágenes me pertenecen:créditos a sus correspondientes creadores.

Grayfia: ...¿Mmh?- La madre de Gokú giró su vista hacia una pared destruida, jurando haber percibido un leve movimiento en el aire pero no vio nada, por lo que en unos instantes devolvió su mirada hacia los soldados bajo su mando -Escúchenme. Por las órdenes de su majestad Lucifer, el deber de ustedes es encontrar y acabar con los demonios renegados que se hospedan aquí, por lo que seguirán en su búsqueda-.

Escuchando detrás de un maltratado pilar la afirmación efervescente de los soldados, Kuroka en su forma de gata negra emergió desde el Interior de ese uwagi gris, fijándose en la persona a la que su amor oscuro llamó "mama".

Él entretanto, hizo presión en su ojo con su mano, yéndose lejos de la intención de huir como era su objetivo previo, quedándose inmerso en su revuelo interno de emociones y recuerdos que parecían sellados por esa grisácea capa divina.

Flashback...

Un salón espacioso y lúgubre era el plano escénico presentado, donde el muy bien lustrado suelo reflejaba los movimientos artísticos de una bella dama.

Su cabellera tan gris y pura, como la más bien tallada roca se volcaba y mecía majestuosamente siguiendo atrasada el rumbo de su huésped.

Sus ojos grises-azulados deslumbrantes como dos perlas marinas se hallaban cerrados, sintiendo el flujo musical orquestado en todas y cada una de sus células.

Su hermoso vestido ya no era el de una mucama francesa, sino que usaba otro de un color indigo profundo, con bordeados menores de un índigo aperlado igual de hermoso, y más al combinarse con las ostentosas decoraciones de oro en sus muñecas, en sus lóbulos de la oreja y su fino cuello.

Su danza era inspirada y llevada al compás de un sonoro violín y piano, mientras que el que manejaba el instrumento de mano la veía sonriente ínterin cerraba los ojos para abastecer sus sentidos de las notas musicales que convocaba con suma destreza.

El piano era tocado por nadie en especial, pues era manejado por cierta magia que este violinista poseía, llevando a cabo una de las melodías más transmitivas que él haya escuchado provenir de los pilares musicales de los humanos.

Gokú: (Madre se ve tan hermosa)- Musitó en sus pensamientos al ver el baile que su madre hacía junto a su hermosa vestimenta.

Cerrando los ojos con una sonrisa, tomó hasta el último sonido de su violín y se lo guardó en su interior, bajando la intensidad en la que tocaba los instrumentos al acercarse la expiración de esta pieza musical.

Tras ambos finalizar sus actividades coordinadas y dejar un silencio grato, se vieron a los ojos y sonrieron, ambos contentos por tener este tipo de momentos madre-hijo entre tantos temas relacionados a sus deberes, tanto reina como príncipe.

Cuando dejó de lado su instrumento musical de madera fina, ya tenía a su bonita progenitora ceñida a él en un cariñoso abrazo, hundiendo su rostro en su busto ligeramente escotado por el nuevo vestido, pero Gokú jamás posó su atención en ellos o su textura con un sentido sicalíptico, y sólo correspondió con el mismo o más cariño al abrazo.

Grayfia: ¡Increíble, mi hijo tiene un gran talento en la música!- Exclamaba con cariño materno en estado puro, oscilándose a ella y a su hijo levemente pero manteniendo su abrazo.

Una deidad profana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora