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Malvado era una palabra que odiaba para describir a Yuu por más que él dijera lo contrario. Pero a veces, cuando tenía esa mirada opaca y sonrisa burlona, malvado era lo único que pasaba por su mente. Simplemente no podía pensar en otra cosa, era incapaz de saber en qué podría pensar el pelirrojo y lograba darle un escalofrío.
Negar su cambio sería hipócrita, sea para bien o para mal. Aunque en su mayoría fue bueno, saber que hace unos meses ni siquiera sabía portar un arma y ahora no le temblaba el pulso en asesinar a alguien le sacaba el aire por varios segundos.
Sin duda, se convertiría en una amenaza.
Claro, es imposible que sea más poderoso que el gran Satoru Gojo y podría derrotarlo en solo unos segundos. Pero un cambió tan radical en poco tiempo, un talento innato y con una personalidad como esa solo podría convertiste en peligro
Pretendía no darse cuenta de todo lo que Yuu ocultaba o, al menos, se negaba a decirle para que no se preocupara. Las incontables llamadas, sus magulladas manos por culpa de entrenar en secreto y pequeños cambios en su aspecto físico le helaban la sangre. Porque no podía descubrir lo que hacía, porque cada vez que lo notaba tenía esa expresión que le impedía moverse y porque las pocas veces que fue capaz de abrir su boca sentía una presión en todo su cuerpo obligándolo a callarse.
Una persona que podía lograr eso sin esfuerzo, tener a alguien como Gojo a sus pies y hacer que se sienta derrotado aunque sea el más fuerte, era casi imposible y simplemente único.
. . .
—Dónde estará —pensó Gojo mientras caminaba y silbaba, escuchando los murmullos de todas las chicas del lugar. Detuvo su paso al notar una espalda conocida y sonrió maliciosamente—. Hola chihuahua —saludó con su tono habitual a la rubia una vez se acercó lo suficiente y se paraba a su lado.
Himiko pareció temblar del enojo y comenzó a insultarlo en voz alta, ignorando por completo a las personas que podían escucharla.
Esa misma mañana había recibido una llamada de Yuu, donde le pedía que fuera a buscar Himiko al instituto ya que nadie podía hacerlo. Si pudiera no habría aceptado, pero como el pelirrojo parecía bastante ocupado y preocupado, no le quedó otra opción.
—¿De vuelta te estás burlando de mi? —le preguntó la adolescente bajando su tono de voz, tironeando a Satoru para que salieran del lugar e intentando que nadie lo viera junto a él.
—Mmm, parece que no tienes tantas amigas como pensaba —se burló de ella luego de que la hubiera visto completamente sola.
