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—¿Estás libre el jueves a la noche? Quiero que cenemos juntos —le preguntó Yuu al peliblanco—. Estos días vi muchos programas de pastelería, intentaré prepararte algo —a pesar de que no fuera un fan de la cocina, en este último tiempo se obligó a sí mismo a comer de manera más saludable. Además, ahora que era probable que cenara con Gojo o sus estudiantes, estaba buscando nuevas recetas para impresionarlos.
—¡Eso es muy tierno de tu parte Yuu-chan! —exclamó Satoru mientras rodeaba sus hombros con uno de sus brazos y lo acercaba a él, sacándole el aire a Yuu por la fuerza que había aplicado—. Estaré ahí, te lo prometo.
Ambos siguieron caminando, hablaron de cosas triviales hasta que llegaron al departamento del mayor. Ambos eran adultos ocupados (sobre todo estos últimos días) por lo que Satoru fue a buscarlo al trabajo, esa caminata era lo único que podrían compartir ese día.
—¿A que hora terminas mañana? Si no es tan tarde podemos vernos —comentó antes de que pudiera entrar.
—Conociendo a mi jefe no podré escapar hasta la noche... como sea, te mantendré al tanto si termino temprano.
Gojo asintió y bajó su rostro para besar brevemente al pelirrojo. No duró más de dos segundos, era solo para despedirse. Le dio unas palmadas en la cabeza y lo observó bufar y sonrojarse un poco.
—Suerte, puedo mandarte mensajes para que no te aburras.
Yuu rio y le dio las gracias, se estaba sintiendo ansioso por mañana pero Satoru realmente lo había ayudado. Estaba feliz de que en poco tiempo podrían estar juntos sin tener que preocuparse por cualquier cosa.
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Todo había salido a la perfección, la inauguración salió según lo planeado y ahora estaba en una fiesta de celebración hecha en el mismo hotel. Yuu tenía un dolor de cabeza y estaba cansado de estar rodeado de tantas personas, no estaba ni de humor para comer algo. No dejaba de mirar la hora en su celular, no faltaba mucho para las nueve y eso lo frustraba. El tiempo pasaba extremadamente lento y fácilmente faltaban tres horas más antes de que pudiera irse.
Yuu se levantó de donde estaba sentado y le pidió perdón a su jefe por irse de esa manera, diciendo que necesitaba hacer una llamada. Eso no era mentira, por más que no fuera nada urgente aprovecharía la oportunidad para tomar un poco de aire.
Llamó a su sobrina como tres veces, no le contestó. No estuvieron hablando mucho estos últimos días, y aunque era entendible porque él estaba ocupado era bastante extraño que Himiko ni siquiera le mandara un mensaje. Se comenzó a preocupar, intentaba no ser tan sobreprotector con ella. Sin embargo al menos quería saber si estaba bien. La siguiente vez que fue recibido por el buzón de voz profirió llamar a su madre, que contestó casi de inmediato.
