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—Gojo dijo que lo esperara en este parque—pensó Yuu mientras leía nuevamente el mensaje y miraba los alrededores para buscar algún lugar para sentarse. De pronto escuchó como alguien había comenzado a insultar, el pelirrojo puso una mueca de incomodidad en su rostro y buscó quien era el culpable de esa cantidad de ruido, entrecerrando sus ojos para ver mejor.
A la lejanía, pudo divisar a un grupo de tres jóvenes molestando a una chica de su misma edad. Que bajaba la mirada intimidada y apretaba el extremo de la falda de su uniforme con nerviosismo.
—Los adolescentes son tan problemáticos—dijo en voz alta Fukushima, soltando un suspiro con cansancio y acercándose al grupo de chicos. Cuando llegó, notó que uno de ellos intentó acercarse más de lo debido a la adolescente, logrando que Yuu se parara delante de la chica y evitará que se aproximará a ella.—¿Tienen algún problema con ella?—preguntó directamente mientras miraba rápidamente la hora en su celular para ver si Gojo le había mandado algún mensaje.
—Eres valiente como para acercarte de esa manera a nosotros—lo increpó uno de ellos.
Yuu aguantó sus ganas de reírse y bajó su mirada para observarlos mejor, porqué además de no pasar de los dieciséis años ninguno lo superaba en altura.
—No me gusta golpear a personas mucho menores que yo, es mejor que se vayan—avisó con tranquilidad el pelirrojo, arreglando su corbata al mismo tiempo que notaba algo bastante curioso en la vestimenta de los jóvenes.—¿Pertenecen a una pandilla o algo? Que patéticos—les dijo sin poder aguantar la risa.
En su época, las pandillas juveniles eran más populares y solían usar ropa distintiva y exclusiva para diferenciarse. Sin embargo, con el aumento de la fuerza policial a lo largo del tiempo estas pandillas se vieron obligadas a ser mucho más discretas y usar métodos diferentes para distinguirse entre ellas. Por eso, al notar un pequeño pin en la camisa de cada uno con un dibujo que conocía tan bien solo hizo que burlara de ellos.
Claramente no se lo tomaron a bien ya que comenzaron a insultarlo y hasta uno amagó con intención de golpearlo, siendo detenido por el más alto de ellos, que solo lo miró con seriedad y observó su rostro con atención.
—¿Cuál es tu nombre?—preguntó el chico de antes.
—Fukushima Yuu—contestó el pelirrojo mientras sonreía.
Se creó un silenció por varios segundos, donde Yuu no se movió de su lugar y los tres jóvenes se miraban entre si sin saber que hacer.
—Es mejor que te vayas—se decidió a hablar el oficinista mientras se daba la vuelta y miraba a la chica que seguía escondida detrás de él. Ella solo asintió con nerviosismo y le dio las gracias antes de alejarse apresuradamente.
—¿Eres ese Yuu?—preguntó el mismo chico que intentó golpearlo.
—Que yo sepa no hay otra persona que tenga mi mismo nombre y apellido.
