Al fin real - Yunando

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Se veía tan hermoso con su lencería negra: la fina tela transparente que cubría su espalda dejando ver sus preciados tatuajes, los encajes en el escote que resaltaban con su blanca piel, los cintos que rodeaban sus piernas; era perfecto.

El chico se acercó con timidez al castaño, se sentó en el regazo de este y acaricio su rostro mientras sus miradas se juntaban, ansiaba hacer eso pero con Armando Grúas, no con el hombre que lo había ido a buscar por el servicio que daba. Como una persona enamorada y no un objeto desechable.

Hizo un sensual baile encima del hombre, lo sabía de memoria pero los ojos emocionados del mayor lo hacían creer que era la primera vez que hacia todo; una sensación tan cálida recorrió su piel cuando unas morenas manos se situaron en su cintura, ahora tenía que dejar que su cliente lo recorriera, lo disfrutara. Que lo tratara como quisiera.

Los toques de Armando eran suaves y delicados, casi parecía preguntarle si podía tocarlo, se sintió en las nubes cuando su regordete trasero fue apretado; un gemido salió de su boca decorada con brillantina, mordió su labio al notar como la erección del castaño incrementaba.

Su barbilla fue tomada con delicadeza y su respiración se juntó con la contraria, dejo que sus labios se unieran aun cuando sabía que sus clientes podían hacer de todo menos besarlo, eso era demasiado íntimo; pero era Armando, era su adorado mecánico.

Dejo el paso libre a la lengua de Grúas, lo dejo recorrer cada centímetro de su boca, cuando el aire se terminó juntaron sus frentes; eso parecía tan irreal, un sueño del que no quería despertar.

Bajo el cierre de la lencería, dejando poco a poco su delgado cuerpo a la vista, sus mejillas se pintaron de un color carmín; por primera vez se sentía avergonzado de mostrar su cuerpo, le importaba demasiado qué pensaría el mayor de él. Evito a toda costa los ojos verdes pero cuando Armando le obligo a verle fue como si todo a su alrededor se detuviera, solo eran esos relucientes ojos mirándole con admiración y cariño, como si quisieran devorarlo o cuidar de él durante toda la eternidad.

Se acercó a la camisa del castaño y desabrocho botón por botón, para después recorrer cada centímetro del torso de este, beso cada cicatriz, lamio los marcados abdominales y dejo sus dedos recorrer los delicados pezones morenos. Los gemidos contrarios eran música para sus oídos, la melodía más bella que jamás había podido escuchar.

Desabrocho el pantalón marrón, y metió sus manos debajo del elástico, acariciando el erecto miembro; se detuvo y dejo que Armando se quitara por sí mismo su ropa, mientras que el caminaba a paso lento y tembloroso a la cama, esa donde tantos hombres lo habían usado, donde más de una vez había imaginado ese momento.

Se sentó en el borde de la cama, de espaldas al castaño, esperando a que este se acercara y lo tomara, lo proclamara como suyo; pero solo durante una noche, una que jamás saldría de su mente. Suspiro cuando sintió una mano en su hombro y se apartó para que Grúas subiera a la cama, ambos se observaron un momento, la desnudez en sus cuerpos, el sonrojo en sus mejillas, sus ojos brillantes de emoción.

Y una vez más, fue el objeto sexual de un hombre, pero tal vez no lo hubiese sentido tanto, si ese hombre no fuese al que había amado durante años, por el que su corazón latía cada mañana.

.

Despertó solo en la enorme cama, no se sorprendió ya que después de todo esa era la rutina con cada cliente pero una parte de su corazón deseaba que con Armando fuese diferente, que el mayor se quedara y así al despertar lo primero que viese fuera el rostro de su amado. Pero eso no era real y jamás lo seria.

Saco de un armario su ropa y salió de la habitación cojeando un poco, su cintura y trasero le dolían demasiado, subió a su moto y condujo hasta la sede de su mafia, camino hasta su cuarto y entro a la ducha dejando que el agua fría corriera por su cuerpo.

Reviso su cuerpo mientras tanto: tenia mordidas y chupetes en el pecho, lo más seguro es que también en la espalda; sus piernas estaban llenas de moretones, las fuertes manos del castaño estaban marcadas en ellas. Seco con suavidad su cuerpo una vez que termino y busco una camisa que ocultara su cuello y brazos, las playeras de cuello largo no eran su estilo por lo que solo se puso una sudadera y unos ajustados jeans.

Bajo las escaleras oyendo el revuelo en el jardín, viendo como sus compañeros jugaban en la piscina mientras el calavera los observaba desde lejos, solo faltaba Armando. Dio media vuelta dispuesto a irse de nuevo pero se encontró cara a cara con la persona que buscaba, el mayor aparto la vista avergonzado y lo paso de largo, su corazón se rompió en mil pedazos porque después de esa noche, el castaño lo ignoraba.

Jamás se había sentido tan sucio, tan usado; había dejado de existir en el mundo de su chico y eso dolía. Muchas veces paso por su mente que Armando solo había sido un cliente más, alguien que quería probar su cuerpo pero después recordaba como en la madrugada, cuando el hombre se había ido, había dejado un beso en su mejilla junto con muchas lágrimas en su rostro.

Se sumió en la oscuridad, dejo que las drogas llenaran el vacío que tenía en el alma, que el alcohol lo hiciera crear su vida perfecta; solo así era feliz. Caía desmayado al llegar a su casa, dejaba que su mejor amigo lo llevara al hospital para cuando le dieran el alta volver al bar, repetía una y otra vez la misma rutina.

No sabía si quería olvidar o tener el valor suficiente de pedir una explicación.

Entro a su habitación, sobrio por una vez en meses, se recostó en la cama y cerró los ojos intentando dormir, el ruido en su puerta lo hizo incorporarse, camino hasta la entrada y abrió. Del otro lado un tímido Armando le miraba, sus ojos se llenaron de lágrimas al ser la primera vez que volvía a ver los iris verdes fijos en él.

Lucho contra sus impulsos y dejo que el mayor pasara a su habitación, se sentaron en lados opuestos de la cama y quedaron en silencio, ¿Qué tenían que decirse? ¿Qué era correcto hacer?

Gateo hasta el castaño y tomo su rostro entre manos, debía comprobar algo, al no tener resistencia acerco su boca hasta rozar los labios contrarios y los unió en un beso. Algo torpe al principio pero tomando al final una sensación dulce y adictiva.

Se separó con brusquedad y cubrió su cara con sus manos mientras desgarradores sollozos salían de su interior, estaba tan jodidamente enamorado de alguien que ni en sueños lo veía como alguien atractivo. Al menos eso pensaba.

Los cálidos brazos de Armando lo rodearon y se fue calmando poco a poco mientras recibía mimos en su cabello, dejo su cuerpo caer en el pecho del mayor y se escondió ahí, quería quedarse así toda la vida. Su rostro fue elevado con delicadeza y abrió lentamente sus ojitos encontrando una imagen que invadió su corazón, la sonrisa más hermosa del mundo se proyectaba ante él y era dedicada solo para él.


Un te amo fue suficiente para que los corazones de ambos estuvieran completos, al fin tenían lo que tanto habían soñado y esta vez, si era real.

AU's  SpainRp y Marvella ViceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora