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Los día pasaron y la estadía en el Reino de los Lobos era demasiado tranquila para le gusto de Razor quien ya se había acostumbrado a estar por ahí con Bennett. Tirado en el suelo no podía evitar pensar en él y en su característica sonrisa.

Sentía un extraño dolor en su pecho, pero esta vez no estaba seguro de a que se debía, ya no estaba preocupado... bueno un poco, pero Bennett estaba en su casa, y sus padres lo cuidaban, no debía preocuparse, tarde o temprano el ojiverde aparecería por aquellos lares como era costumbre.

Pero aún así el dolor seguía ahí. Con una mueca en su rostro se levantó del suelo y comenzó una caminata sin rumbo mientras seguía pensando en el ojiverde.

¿A caso no podía sacárselo de la cabeza un rato?

Alzó la vista y se encontró en frente de Mondstadt.

¿Qué tan mala idea era ir a verlo? No estaba seguro, ni siquiera sabía dónde vivía, y se dijo así mismo que lo mejor era volver, pero sus piernas actuaron solas y terminó ingresando a la ciudad, las miradas de inmediato se posaron en él aumentando sus nervios.

¿Por qué rayos debían mirarlo tanto? ¿A caso había algo raro con él? Realmente no lo entendía. Sus pasos se habían acelerado sin darse cuenta y acabó chocando con una mujer. Más nervioso que nunca alzó la vista y sorprendentemente se encontró con la bruja morada.

-Razor, que sorpresa verte por aquí de nuevo.-La esbelta mujer sonaba sorprendida.-Razor, ¿Estas bien?-Preguntó observándolo detalladamente, se le notaban las ganas de querer correr lejos de allí.

-Razor querer ver amigo Bennett, pero Razor no saber donde estar.-La mujer le regaló una sonrisa y habló.

-Sigueme, yo te llevaré con él.-Lisa caminaba tranquilamente entre las personas mientras era seguida por un Razor que en aquel lugar se sentía más pequeño que nunca. Odiaba demasiado esas miradas, y era mucho peor cuando comenzaban a susurrarse cosas. Realmente molesto.-¿Le trajiste algún detalle?-Preguntó la ojiverde.

-¿Detalle?-Repitió.

-Un pequeño regalo que le das a alguien a quien le tienes aprecio, en situaciones como éstas, cuando un amigo, familiar o pareja se enferman o lastiman, uno tiende a hacerle un pequeño regalo.-Explica la mujer amablemente.

Razor por otro lado parecía pensarlo detenidamente, comprendía el significado de aquello, el problema radicaba en que no estaba muy seguro que podría darle a Bennett.

-Bruja morada ¡Esperar aquí!-Pidió mientras corría nuevamente hasta las afueras de Mondstadt, el regalo perfecto había llegado a su mente, corrió y corrió y al fin llegó hasta Levantaviento, donde sabía de sobra que allí se encontraban las flores favoritas de Bennett.

Un rato más tarde luego de un nueva corrida hasta Mondstadt, volvió a encontrarse con Lisa, quien lo dejó en frente de las puertas del hogar de Bennett.

-Mucha suerte.-Susurró antes de marcharse.

Razor tocó la puerta y luego de unos segundos fue atendido por un hombre algo mayor. No era como los otros tres que había visto cuando Bennett se lastimó, no tenía idea de quien era. Los nervios inundándolo solo pudo abrir la boca y pronunciar el nombre de su amigo.

-Oh ¿Eres amigo de Bennett? Pasa, está en su habitación descansando.-El amable hombre lo dejó pasar y le indicó el camino hasta el cuarto del peliblanco.

Una vez estuvo frente a la puerta del menor tocó lentamente, con algo de miedo, y ni siquiera sabía bien por qué. Un pequeño "pase" se escuchó del otro lado por lo que Razor abrió la puerta ingresando al cuarto del ojiverde.

-¿Razor? Wow no esperaba verte.-Soltó el peliblanco mientras se sentaba en su cama sin quitar la vista de encima del recién llegado.

-Razor traer detalle para Bennett.-Soltó mientras le entregaba una flor margarita voladora, Bennett lo miró impresionado, nunca pensó que Razor recordaría que aquellas eran sus flores favoritas.-Razor también preocupado por salud de Bennett.-

-Oh gracias por las flores.-Agradeció con una sonrisa el menor mientras las tomaba en sus manos.-Mm ya estoy mucho mejor, bueno mis heridas aún duelen un poco por eso mis padres quieren que me quede en casa hasta estar 100% recuperado y al fin poder salir a explorar de nuevo.-

Razor asintió ante las palabras de Bennett, él también estaba de acuerdo.

Bennett estuvo a punto de ofrecerle asiento a su lado a Razor de no ser porque la puerta de su cuarto fue abierta de forma drástica dejando paso a una joven rubia de dos pequeñas coletas, con atuendo totalmente extraño. 

-¡Bennett!-Soltó mientras se lanzaba a sus brazos, casi haciéndolo caer.-¡Oh mi querido amigo! ¡Los vientos y las hojas llevaron hasta los oídos de la princesa las noticias sobre tu desgracia!-Explicó mientras se separaba del joven frente suyo y se explicaba.

Razor miraba sorprendido la escena, nunca en su vida había visto a esa chica, y no había entendido ni una sola palabra de lo que había dicho, bueno, aunque Bennett tampoco estaba seguro de a que se refería su amiga.

-Quiso decir que se enteró de lo que te pasó y quiso venir asegurarse que estuvieras bien.-Explica Oz, su cuervo, el peligris ni siquiera había notado en que momento había entrado a la habitación.

-Oh, estoy bien, ya casi estoy recuperado del todo.-Respondió con media sonrisa a su amiga.

-¡Oh querido amigo! Ser conocedora de aquellas noticias trae paz y alegría al corazón de la princesa.-Bennett solo puede sonreír enternecido.

-Oh, Razor.-Llama recordando que su amigo lleva parado como estatua hacía un rato largo sin lograr abrir la boca, si ya para Razor era complicado entender a Bennett, éste se imaginaba lo mucho que se le complicaría entender a su querida amiga cuando ni él mismo podía entenderla a veces.-Ella es...-

Pero fue interrumpido por la misma.-Yo soy Fischl, ¡Princesa del Juicio, soberana del Reino de la Noche Eterna, la omnisciente y eminente jueza de la inmortalidad del mundo!-

-Y también investigadora del Gremio de Aventureros.-Agregó Oz,  ella simplemente se aclaró la garganta.

-Y una gran amiga.-Añadió Bennett sonriendo.-Fischl, él es Razor, un nuevo amigo que hice, no habla mucho, pero nos gusta comer carne.-Comenta el ojiverde feliz mientras su mente se llena de recuerdos de ellos comiendo juntos.

Ellos dos continúan hablando, y bueno, Oz traduciendo, por mientras Razor se había mantenido en una esquina intentando descifrar el significado de algunas palabras que escuchaba, repitiéndose así mismo que necesitaba aprender más para poder comunicarse mejor con Bennett.

Se mantuvo callado mientras observaba aquellos dos amigos los cuales parecían muy unidos, pero no entendía por que sentía algo raro en el pecho. Acabó levantándose del suelo y despidiéndose de aquellos dos prometiendo que volvería mañana a visitar a Bennett, con la esperanza de que la niña rubia con su cuervo no aparecieran.

Rannett | wolf friendDonde viven las historias. Descúbrelo ahora