Capítulo Diez

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Él sol salió en la ciudad, mientras que ella caminaba por todos los panteones del cementerio.
Katherine cargaba con un ramo de flores y solo tenían un pensamiento en la cabeza. Uno de perdón. Ya que no había asistido al funeral del hombre que amo hasta su muerte.
Cuando ella llegó a la tumba de Víctor, las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos.
Katherine seguía con ese sentimiento de culpa sobre su pecho. Más aún cuando veía a su mejor amigo donde ahora se encontraba.
Ella rezó por su alma, mientras que pensaba en los buenos momento que tuvo con él.
Tras hacerle una breve visita, Katherine fue a la tumba de sus padres y se quedó un rato más para poder sentir esa paz que notaba en su interior en esos momentos.

Anne se despertó y vio que Kilian no estaba a su lado. Por lo que levantó su cuerpo de la cama y fue en busca suya.
Ella caminó por el breve pasillo que tenía delante cuando salió de la habitación y tras escuchar la voz de Kilian en el salón, fue ahí.
Cuando entró, se percató que había un hombre junto a él. Algo que no se esperaba.
―Buenos días ―dijo ella―. ¿Qué ocurre, Kilian?
―Te presento a Jerome, Anne. Es el hombre que te va a poner el localizador.
Ella se puso un poco pensativa y después ella le dijo:
―Va a doler.
―No, señorita Fermosel ―dijo Jerome―. Se aplicará por medio de una inyección y no será doloroso. Solo un poco molesto con el pinchazo. Pero no notará que el localizador está en su brazo. Eso nos dará a nosotros una ventaja más para tenerla protegida.
―Nena, así sabre yo donde estas en el caso que ese tipo aparezca de nuevo.
―Kilian, solo haz lo que tengas que hacer. No quiero saber nada de esto. Solo actúa por favor.
―¡Estás segura!
―No lo estoy. Pero si no hago lo que me dices, quizás que Demir acabe por matarme.
―En ese caso, procedamos a ponerle el localizador Jerome.
―De acuerdo, señor Riaza.
Anne se puso enseguida al lado de Kilian y enseguida, ella le cogió la mano.
Jerome preparó el localizador en una jeringuilla con agua suficiente.
En segundos, él procedió a poner el localizador en el brazo de Anne y ella se quejó un poco.
―Listo, señorita Fermosel.
―Con esto nos aseguraremos que estas bien, nena ―dijo Kilian.
Jerome se marchó del salón junto con Kenan.
Kilian y Anne se miraron. Pero enseguida, ella le apartó la mirada.
Él le levantó la mirada de nuevo. A Kilian le gustaba mucho y lo que menos le gustaba era que no le mirase. Fue cuando él se percató de la preocupación de Anne.
―¿Qué te ocurre? ―le preguntó.
―Es todo esto. Estoy deseando que pillen a Demir y pague por todo lo que ha hecho.
―Sabemos que no podemos hacer milagros. Pero no te preocupes por él. Vamos a desayunar. Después te llevaré a la universidad.
Ella asintió.
―Luego te llevaré a cenar fuera del departamento. Te iré a buscar a la puerta de la universidad y nos iremos a donde quieras.
―Solo quiero pasar un rato agradable, Kilian. Aun no estoy de humor para hacer grandes cenas en un restaurante.
―Lo sé. Pero necesitas distraerte un poco. Así que, no se hable más.
Ella volvió a asentir.
Después se movieron para ir a desayunar.
Tras una hora, Kilian y Anne se marcharon a la universidad.
Mientras que Kenan y Beltrán conducía, Kilian recibió una llamada inesperada de alguien que no esperó. Por lo que él le dijo que le llamaría en cuanto tuviera un poco de tiempo cuando llegara a casa.
Anne en cambio, solo escuchó el ruido del coche mientras que paseaba por las calles de Gales, rumbo a la universidad.

―Si entramos por la zona norte con la mercancía, la interpol y el FBI darán con nosotros. Tenemos que buscar otro plan, Demir.
Este comenzó a dar vueltas sin parar por el salón. Pero uno de sus movimientos, hizo que se quejase un poco por el dolor de la herida de bala.
―¡Demir!
―Cállense ineptos. No me dejan pensar ―dijo él.
Tras su último paso, pensó en dos únicas soluciones. Y sabía que una de ella le saldría efectiva.
―Podemos hacer creer a esos idiotas que vamos por la zona norte. Mientras tanto, podemos movernos debajo de tierra.
―Es una buena solución.
―Claro que lo es. Siempre logro que mis mercancías estén a tiempo donde tienen que estar. Excepto aquel día que cometí un error. Algo que llevo evitando que ocurra.
Pero sus socios no dijeron nada.
―Podéis iros. Tengo que pensar en otra cosa.
―Sí, señor.
Después, ellos se marcharon a excepción de Walter. Que sabía que Demir no estaba bien desde que recibió ese balazo en el hombro. Pero como también, desde que vio a la mujer que lo tenía loco por todo lo que le había hecho.
―¿Qué demonios haces ahí parado idiota? ―preguntó Demir―. Pareces mi sombra, Walter.
―No lo soy señor.
―Pues lo pareces. ¿Qué quieres? Acaso me tienes noticias.
―No le tengo noticias, señor. Pero si tengo que decirle que él sigue en paradero desconocido desde que usted estuvo en su casa.
―Le habrá pasado algo.
―No lo sé, señor. Esperemos que no.
―Está bien. Retírate Walter. Quiero meditar para pensar con claridad en la mercancía y en como la pasaremos a nuestro lado.
―Sí, señor.
Pero Walter sabía que no era tan solo en la mercancía, si no, en esa mujer que lo tenía así y por la cual recibió ese balazo.
Demir en cambio, pensó mientras que desgastaba el suelo del salón.

Él caminaba por los pasillos de la universidad con la esperanza de no encontrarse con Katherine. Lo que menos quería era un problema. Más aún cuando tenía exámenes en los próximos días.
Por unos momentos, Osman pensó en Anne y en como estaría en esos momentos tan duros que aún seguían presentes.
Sin embargo, él no quería llamarla. Ya que sabía que había hecho algo mal con acostarse con la hermana del que ahora era su prometido. Para Osman seguía siendo un misterio de como de la noche a la mañana, Anne pasó de amarle a él a estar prometida con el dueño de una mansión que se dedicaba a ese tipo de cosas. Y sabía que la dominación y la sumisión era demasiado cruel cual se trataba de someter a la persona que quería ser sumisa.
Su teléfono móvil comenzó a sonar de pronto. Ahora le daba más miedo coger una llamada.
Él miró en la pantalla del teléfono quien era. Pero cuando vio que era número oculto, ni siquiera lo cogió. Pues sabía que podrían ser problemas.
Osman volvió a meterse el teléfono móvil en el bolsillo del pantalón y continuó su camino hacia la biblioteca para poder estudiar en silencio y lejos de tanto ruido como había en los pasillos.
Cuando llegó ahí, puso sus libros encima de la mesa y cuando abrió la carpeta; vio dos fotos que le trajo muy buenos recuerdos. Una era de sus padres y la otra, estaba con Anne en el lago. Esa foto se la hicieron cuando apenas ambos se estaban conociendo y ella tenía ese carácter. Pero él conocía el motivo de sobra.
Cerrando la carpeta, Osman se centró y después se puso a estudiar para aquel examen que tenía a media tarde.

Anne salió de la universidad cuando dieron las ocho de la noche. Aquel día le había tocado hacer unos trabajos extras y buscar a fondo en la biblioteca algunos libros que tenía que leer. Ella no recordaba lo duro que era estudiar, hasta que volvió a hacerlo.
Cuando ella se despidió de James, observó que en la puerta la facultad estaba Kilian sentado. Pero estaba con el ceño fruncido.
Ella se acercó a él y le dio un beso. Pero Kilian seguía furioso.
―¿Qué ocurre? ―preguntó ella.
―¿Quién era ese tipo? ―le preguntó.
―Es James. Es un amigo de la universidad.
Ella hizo una breve pausa.
―No sentirás celos.
Pero Kilian no le dijo nada.
―Por Dios, Kilian. Solo es un amigo. No tienes que tener celos porque James sabe que estoy comprometida.
―Bueno, yo aun no te he dado el anillo.
―Pues porque en realidad nuestro compromiso es por el convenio que hiciste con mi padre.
―Tu padre ya no está, Anne. Por lo tanto, mi compromiso es contigo.
Anne le miró extraña y después le dijo:
―¿Qué quieres decir?
―La herencia de tu padre ha llegado esta mañana.
―¡Qué!
―La llamada que recibí era del abogado de tu padre. Llevaba tiempo detrás de él para hablar de este tema y quedar atrás el convenio que hice con él. Anne, eres libre. Ya no te une nada a mí.
―Te equivocas, Kilian. Claro que tengo algo que me une a ti.
―¿Qué cosa? ¡Oh Dios! ¿Estas embarazada?
―No, Kilian. Lo único que me une a ti, es mi pasado contigo y ahora mi presente. He puesto mi vida en tus manos por ese motivo y por qué confió en ti. Así que, no soy libre. Sigo siempre tu futura esposa y también tu sumisa.
―Anne, solo eres la mujer de la que me encapriche.
―Y tú el hombre que me ha hecho sentir diferente. Nunca nadie ha domado mi carácter desde que me revele cuando estaba con Demir. Solo tú. Así que, no me pidas que me vaya porque no me voy a ir.
Pero ella sabía que había algo que le inquietaba. Algo había que Kilian no quería decirle.
―¿Dime lo que pasa en realidad, Kilian?
―No te preocupes. Yo no te he dicho nada ―le dijo cambiando de conversación―. Solo es que me he quedado en blanco cuando he sabido esto cuando hablé con tu abogado.
En él se hizo el silencio y después, ella le dijo:
―Kilian, si quieres que me vaya lo haré. Pero, ¿Qué harías si yo en realidad muero en manos de Demir? ¿Aguantarías la noticia de que estoy muerta?
Pero no le dijo nada. Eso le dio muchas más respuestas.
―Vayámonos, Kilian.
Y ambos se montaron en el coche.
En breve, se marcharon a cenar y ambos olvidaron la conversación que habían tenido.
Cuando llegaron a casa a las once de la noche, Anne dejó las cosas en la entrada y se marchó a la habitación.
Ahí, se dio una larga ducha pensando en lo que había hablado con Kilian y pensó que todo aquello era una broma. Pero cuando vio que todo era real, quiso desaparecer.
Ella salió de la ducha y al entrar de nuevo en la habitación, vio que Kilian estaba tumbado encima de la cama.
Cuando se acercó a él, vio que se había quedado dormido. Por lo que se quedó desnuda y decidió también echarse encima de la cama y dejar que el sueño le invadiera.
Y cuando se durmió, su padre apareció sonriendo en sus sueños como una imagen borrosa. Por lo que ella también sonrió. Sintiendo una completa paz.

Deseos Ocultos (Mi Amuleto #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora