1 conociendo al enemigo

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-¡Estoy harto de ella! -El grito retumba en el comedor y durante un segundo, todos dejan sus platos quietos y miran a Draco Malfoy, un chico atractivo y enigmático... pero no demasiado simpático...

Su mejor amigo, Harry Potter intenta controlar su arrebato de furia con una mirada tranquilizadora y a la vez amenazante.

-Ya Draco, no montes un espectáculo.

-¿Espectáculo? ¿Yo? Un espectáculo es lo que monta ella cada noche al tratarnos como basura.

Draco sigue nervioso y su voz vuelve a oírse por encima de los cuchicheos de la gente.

Draco se levanta de su silla y contempla a todos los alumnos de Hogwarts, sentados y observándole.

-¿Qué estáis mirando? Yo no soy el culpable aquí. No me juzguéis a mí.

Baja la cabeza, molesto, y su mirada plateada se adivina herida.

-Os espero fuera. -Draco mira una última vez a Harry y a Luna y abandona la sala dejando un millón de murmullos tras de sí.

-Tiene razón, Harry. -La vocecita de Luna parece algo nerviosa. -No sé por qué, pero incluso creo que a él lo trata peor que a los demás.

-¿Peor? Vamos Luna, aunque eso fuera cierto... ¿Desde cuándo le importa a Draco lo que digan o piensen de él? Especialmente si el pensamiento viene de un Slytherin...

-Es Draco. -Ron Weasley coge un pedazo de pan y se lo mete a la boca mientras escucha lo que dicen sus dos compañeros. -simplemente es raro...

Hay que reconocer que el pelirrojo y el rubio no se llevan demasiado bien, pero de haber estado allí Draco, Ron ni hubiera imaginado dirigir un insulto por nimio que fuese, a su persona.

-Por favor Blaise, vas a descoyuntarte si sigues mirando a Potter con tanto interés. ¿No te has dado cuenta de que no tienes antenas parabólicas?

-Ya lo sé, pero están hablando de por qué se ha ido Malfoy... y me parece que has tenido algo que ver en ello.

Una sonrisa se extiende lentamente por el rostro de la chica, ha conseguido molestarlo.

-Déjalo. Lo prefiero así.

-¿Y si hace algo?

La chica mira ofendida a su amigo.

-Zabinni... creía que eras más inteligente. Si hace algo simplemente me da igual. Si quiere pelea, tendrá pelea.

El chico frunce el ceño. Odia que lo traten como a un idiota, pero debe guardar silencio e intentar mirar a otra parte.

El espectáculo estará servido. Seguro.

Menuda arpía...

Luna entra corriendo a la sala común, donde Draco está sentado en un sofá con el ceño fruncido.

-Has tardado exactamente veintisiete minutos y cuarenta segundos más en venir de lo que esperaba.

Luna se relaja. Al menos no parece enfadado con ella.

-Deberías no ser tan egoísta, Draco. Por tu culpa el aire se llena de Crookers.

Ignorando la tontería de su amiga, Draco se levanta.

-¿Y Harry?

-Ah... es verdad... Draco tienes que bajar y ver esto. Todos se han agrupado y están... -Luna baja la voz y se acerca un poco más a su amigo. -Están haciendo apuestas...

Draco se sobresalta.

-¿Apuestas? ¿Para qué?

-Creen que va a haber una pelea... entre tú... y bueno, ella...

Draco clava sus ojos plateados en los azul pálido de su amiga y Luna se sorprende al ver que en el rostro de Malfoy aparece una sonrisa.

Al instante se da cuenta de que no debería haberle dicho nada. Si alguien es más propenso a crear y entrar en peleas con cualquiera en todo el mundo mágico, sí señor, ese es Draco Malfoy.

-Vamos abajo, Luna.

Luna Lovegood es agarrada suavemente por la mano de Draco Malfoy y se sonroja cuando éste la conduce hasta el piso de abajo. Donde ya comienza a oírse el bullicio de la multitud sedienta de sangre.

Draco tiembla de emoción mientras Luna teme la bronca que le echará Harry al darse cuenta de que en vez de haber distraído a Draco, lo había llevado hasta el corazón mismo del bullicio.

Toda la gente aplaude a Draco en cuanto aparece de la mano de Lunática Lovegood. Bueno, todos menos los alumnos de Slytherin, que lo miran con cierto... ¿Asco?

Estúpidos racistas y asquerosas serpientes... Draco los mira con desprecio y espera que no tarden mucho en reunirse todos y comenzar la pelea.

Arriba, en el segundo piso, una impaciente Ginny Weasley vigila que no se acerque ningún profesor a la vez que hace conjuros para insonorizar el gran barullo de la sala.

Draco se coloca en el medio de toda esa locura y con una mano retiene bien sujeta su varita. La necesitará para acabar con esa loca... y ya de paso hará lo propio con algunas serpientes más.

No puede esperar el momento.

-¡Draco! -Harry intenta esquivar a la gente para acercarse a su amigo, pero no lo consigue. Tras unos empujones y unas cuantas patadas recibidas en lugares débiles para los hombres, Harry acaba siendo aplastado contra Draco.

-Potter, suéltame de una vez...

-No es mi culpa, me están empujando...

La gente sigue haciendo espacio unos segundos más, hasta que Draco advierte que quienes están empujando son los alumnos de Slytherin, que se están agrupando.

Al mismo tiempo, la casa de Gryffindor se acerca a ellos dos, protectores.

Harry examina la expresión ansiosa y excitada de Draco y no puede evitar sentir un nudo en el estómago. Harry está acostumbrado a luchar contra el mal desde hace siete años, pero aun así no se puede explicar por qué siente la misma sensación cuando su amigo se va a enfrentar a la Slytherin.

No es lo mismo. Bueno, no exactamente, por supuesto.

-Draco, no hagas más tonterías... Sabes que incluso yo puedo participar alguna vez en una pelea, pero esto va más allá de algo tan simple... queréis haceros daño de verdad.

-¿Y qué hay de malo en querer que alguien pague por realizar una tortura día tras día tras día?

-Draco, yo tampoco la aprecio, pero no es razón para...

-Harry. -Lo interrumpe. -Déjame tener mi lucha al igual que tú has tenido las tuyas. ¿Vale?

Harry tiene que bajar la cabeza, decepcionado por la cabezonería del que para él es como su hermano y se aparta del círculo perfecto que ya se ha formado ante Draco.

Toda la fila de Slytherin se encuentra ordenada, en cambio los leones de Gryffindor están cada uno en un sitio, sin orden ni concierto pero con un propósito final. Ganar.

Draco traga saliva y durante unos segundos espera ansioso la entrada de ella. Se imagina cómo será: Su andar relajado y ligero, su túnica verde moldeándola completamente, su sonrisa sardónica dibujada en su bello rostro...

Sí, una perfecta Slytherin a la que él, particularmente no soporta.

Carraspea rozando con sus dedos la varita, aunque aún no debe usarla y contempla algo nervioso pero aun así sorprendido, cómo la fila de Slytherin se rompe y de detrás del todo aparece la imagen exactamente como se la ha imaginado.

Incluso su sonrisa es exactamente igual a la que él esperaba de la Princesa de Slytherin: Hermione Granger.

Cambiando Los Papeles [Dramione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora