11 debilidades

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La visita a Hagrid no ha sido tan interesante como de costumbre. En varias ocasiones Harry y Luna han observado a Draco y él estaba callado y absorto en sus pensamientos. ¿Pero cuáles eran?

Harry no puede evitar pensar que sus sospechas sobre la relación de su amigo y la Slytherin son ciertas. ¿Cómo ha podido suceder?

Cuando se despiden del medio gigante, ambos amigos se ofrecen a acompañar a Draco hasta su habitación en Hufflepuff, pero éste se niega y sonriendo a duras penas les contesta con evasivas y con un frágil: Chicos, tengo que pensar.

Se separan. Harry y Luna miran a Draco alejarse. Está cambiado, está distinto. ¿Dónde está su carácter tan ofensivo y salvaje?

-También ella está así de extraña. ¿No te has dado cuenta, Harry?

El chico se sobresalta. Estaba casi seguro de que Luna no diría nada sobre la relación que parecer ser ha florecido entre los dos jóvenes. Y Harry sabe que a ella le duele pensarlo.

El silencio se extiende y los ojos azules celestes de Luna se clavan en los verdes del chico. Parece que le está suplicando que la mienta. ¿Lo está haciendo realmente?

Harry opta por sonreír y darse la vuelta, arrastrando también a Luna.

-Ese Laccio debe volverlos muy locos.

El rubio se para frente a la puerta sin atreverse a entrar.
Tras unos segundos dudando, da unos pasos dentro de la sala. Ella no está allí y eso no lo tranquiliza.

Draco se sienta en su cama y por fin se siente libre. Baja la cabeza hasta casi ponerla sobre sus rodillas y por primera vez desde que empezó toda esa locura, respira hondamente.

-¿Qué estás haciendo, Draco…? –Se susurra a sí mismo mientras no deja de recordar una y otra vez los momentos que ha vivido con ella. Nunca se había sentido así con ninguna chica, pero Draco no es tonto y sabe lo que está pasando, aunque no lo quiere aceptar. Ya hace un par de días que en su cabeza se ha empezado a formar la idea de que tal vez lo que siente por Hermione no son sólo ganas de poseerla y así someterla a su voluntad, cosa que no ha conseguido…

Un ruido tras él lo alerta y ve cómo la chica en la que justamente está pensando se levanta. Estaba tirada detrás de la cama.

Ninguno de los dos se atreve a hacer ni decir nada. Se miran durante unos segundos y finalmente Hermione se tumba en su lecho. Está optando por ignorar al chico pero ella sabe mejor que nadie que no puede hacerlo. No sabe cómo, pero entre ellos han empezado a surgir demasiadas cosas y eso la asusta terriblemente.

La Slytherin siente la sangre fluir por su cabeza dolorida. Nunca lo admitirá, pero esos ojos rojos y algo hinchados que está luciendi en ese momento no son alergia ni furia contenida.

Por su parte, el chico no se mueve. Intenta no mirarla, pero no es posible. ¿Qué estudiante de Hogwarts, sea de la casa que sea, se resiste a sucumbir a la tentación de mirar y admirar a la Princesa de Slytherin? Ningún chico que él conozca no ha mencionado alguna vez la sensualidad de su cuerpo o la modesta pero impactante belleza de su rostro.

Las ganas de comprobar si realmente sus labios son tan perfectos como recuerda en su mente lo vencen y termina por posar su mirada plateada en su cuerpo, sencilla y accidentalmente apoyado en su cama.

-Draco, Draco… contrólate… -Su propia voz resuena en su mente. -¿Qué me está haciendo?

Traga saliva, sintiendo la boca mortalmente seca. Es por la incomodidad del momento, nada tiene que ver que la falda de la chica se haya levantado unos pocos centímetros más…

Cambiando Los Papeles [Dramione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora