capítulo 10

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      A veces aparentamos ser lo que no somos solo porque queremos ver felices a las personas que nos importan. No queremos que se decepcionen de nosotros por no ser lo que esperaban. Ese era el caso de Marta Steven. Esa chica es una caja de sorpresas andante y una muy buena mentirosa.

       ......

       Llegó la hora que estaba esperando, la despedida. Al fin iba a salir de la manción esa.

       De repente una mano me arrastró a el cuarto de la limpieza, corrijo: a el pequeño cuarto de la limpiesa, esa habitación donde se deja los utensilios como trapeadores, escobas, cubos etc. Milosh sierra la puerta de tras de el y se gira para enfrentarme de cara a cara. No me sorprende, el tiende ha hacerlo muy seguido.

       -Liliana, ¿te puedo pedir un favo?- me dice con tono un poco alto.

       -No quieres que le diga a tus padres que trabajas en una pizzería repartiendo en a domicilio, si lo se. ¿Por qué trabajas ahí?

       -¿Me vas a hacer el favor?

       -Si me respondes la pregunta, puede que sí

       -Que terca eres- me hizo una mueca de disgusto.

       -De nacimiento- Dije sin pensarlo.

       Pasa unos segundos en silencio dudando si decírmelo o no- Bien, hace poco conocí a una chica de mi clase de esgrima- dijo con una amplia sonrisa- resulta ser que está muy buena, tiene un culo y...

       -Al grano por favor- rodee los ojos

       -Al parecer trabaja en la pizzería Dominio, me metí con ella pero resulta ser que la chica tiene unas espuelas kilométricas, se empezó a burlar de mi porque era rico y no me ganaba la vida justamente (me dijo mantenido a la cara) y lo peor de todo es que es verdad. A si que empecé a trabajar en la pizzería, ella hacía las pizzas y yo las entregaba, perfecto ¿no crees?

        -¿Y todo para follartela?

        -Es que está muy buena- dijo con esa mirada pícara que siempre tiene.

        -Si claro. Ahora por favor déjame salir- lo aparté a un lado y abrí la puerta.

        -Espera, no vas a decir nada ¿verdad?

        -Claro que no. Tienes mi palabra.

       En realidad no me importaba mucho la vida de Milosh. Me daba igual los secretos que escondía. No tenía nada que ver con él.

        La despedida fue rápida, uno que otros besos, abrazos y apretones de manos. Después de un largo y agotador viaje al fin llegamos al apartamento.

        Subí a mi cuarto lo más rápido posible. Todo estaba oscuro, encendí las luces con cuidado de no chocar con ningún objeto.

        ¿Adivinen quién estaba tendido en mi cama esperando mi llegada con solo unos chors? Sip Daniel. Oh Dios mío, a mi amigo se le da muy bien ser sexy. Se había picado el pelo, parece uno de los muñecos mangas que tanto le gustan. Está sin camisa dejando a la vista su definido abdomen y un tatuaje en las costillas que le hace contraste con su piel pálida.

       Me miró fijamente. Oh Dios, tengo la garganta seca, no puedo tragar casi. Mis pómulos se están tiñendo de rojo intenso.

       Liliana actúa normal

       -Hola Daniel ¿Que haces aquí?- dije sin mucha importancia buscando algo cómodo para cambiarme

       -¿No te sorprendí?- Dijo un poco incrédulo.

       La verdad, si. No de lo di a demostrar porque ya creo que es hora de un castigo -Nop, para nada- dije riéndome por lo bajo.

       Tengo el castigo perfecto para el. Me dirijo al baño con la ropa que escogí

       -No te muevas- dije antes de serrar la puerta detrás de mi y darme una larga ducha. Todavía no puedo creer que voy a hacer lo que estoy pensando pero por algo se empieza.

       Salgo del baño con una blusa corta casi transparente y un pequeño blumer de encaje color piel. Le pongo el cerrojo a la puerta y me enfrento a mi querido amigo.

       Su expresión es algo entre lujuria y deseo, justo lo que quería. Me dirijo a la cama con pasos suaves y vacilantes.

       -Dani, no babees la cama- le digo con tono burlón- por sierto, ya se cual va ha ser tu castigo.

       Se que Dani no sabe utilizar muy bien el autocontrol como yo, por eso se me ocurrió esta magnífica idea. Va a tener que enjaular sus hormonas por un buen rato.

      Me senté lentamente en la cama optando una poción de flor de loto, dirigiéndome hacia el le dije.

      -Hoy no vas a dormir en tu casa- le apreté los cachetes con una mano y solté una sonrisa maquiavélica.

      -¿Ha no?- preguntó confundido

      -Nop, vas a dormir conmigo sin intentar hacer nada, solo abrazarme. Utilizarás tu autocontrolo que es escaso para ello.- en mi cara se dibuja una sonrisa victoriosa.

       Me mira de arriba a abajo mordiéndose el labio inferior. Es tan goloso- ¿en verdad crees que pueda hacer eso?- Asiento con la cabeza.

       Me acuesto en mi cama y agarro uno de sus brazo para rodearlo por mi cintura, el pobre está a una distancia prudente así que para que esto sea un poco más interesante acerco mi trasero a su amiguito. ¡Oh por Dios! Me está pinchando. Trato de calmarme un poco, el perjudicado tiene que ser él, no yo.

       -¿Lili?- me susurra al oído

       -¿em?- digo fingiendo una soñolienta voz.

       -Te ves muy sexy con poca ropa- Empezó acariciadome las costillas, hilos de electricidad pasaban por todo mi cuerpo, ese chico era un provocador profesional. Me giro para tenerlo de cara a cara.

       Cambio mi expresión momentáneamente y me pongo seria- Dani. Es tu castigo, no una discoteca para tus hormonas.

       Dani me hace pucheros, es tan sexy hasta cuando hace eso.

       Lili autocontrol, vas bien. No lo heches a perder.

       Daniel no dijo nada más, yo volví a mi posición anterior de espaldas a el y serre los ojos.

      

      

      

     

      

       
      
      

     

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