Capítulo 11

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Son las 2:00am. No puedo dormir, claro que no puedo dormir si antes no me había acostado con nadie, en especial un hombre. Estoy acostumbrada a descansar sola, pero por alguna razón me divierte.

Lentamente pongo los pies en el piso y me dirijo al baño, hecho un vistazo a mi reflejo. Traigo el pelo suelto un poco desordenado, me miro al espejo y me sonrío, esa sonrisa maliciosa que me hace saber que no estoy bien de la cabeza. No me gusta cuando pasa eso pero es el único momento en el que yo soy yo y hago lo que pienso.

Salgo del baño con aires de grandesa. Me dirijo a la cama y me siento a horcajadas encima de mi querido amigo. De un brinco se despierta y me mira con esos ojos tan bonitos que tiene, me le quedo mirando por unos segundos.

Daniel no articula ni una sola palabra, en realidad no tiene por qué hacerlo.

Me agarra de las caderas, pero quito sus manos con un movimiento tosco.

Yo soy la que manda ahora, él no.

En un abrir y serrar de ojos lo tenía tomado por el cuello, hacercandome peligrosamente hacia él.

-¿Estas copiandome los movimientos?- frunció el seño.

-Nop, en realidad voy a hacer algo que tú no tuvistes huevos para hacer- le dije lamiendome el labio superior y más atrás mordiéndome el inferior con gesto de deseo.

Me empecé a mover lentamente en círculos arriba de él.

-Lili no me hagas eso...- Por Dios ya tenía la cara roja, una sonrisa mezquina se escapó de mis labios.

Cuando tiene su rostro lo suficientemente serca del mío como para mezclar nuestras respiraciones, bajé a su cuello para lamerlo suavemente. Ya ha este punto mi querido Dani tiene una erección, lo digo porque lo siento debajo de mí.

Le susuro en el oído- ¿me deseas?

-Si- dijo con tono un poco grave.

La luna que se hasoma por la ventana ilumina algunos lugares de la habitación en especial el rostro de Daniel, sus piercing brillaban gracias a eso.

Se ve tan sexy- mi conciencia otra ves haciendo acto de presencia en mis pensamientos.

Fui acercando mis labios lentamente a los suyos, cuando estaban a punto de tocarce. Espero por un momento a que el gesticule el próximo movimiento, pero no lo hace. No se como pero esta utilizando muy bien su autocontrol. Su mirada desprende cierto anhelo provocando que mi alma empezara a temblar por dentro. Ya en estos momentos no se si yo sea la que pueda contenerme más.

-Te preguntarás el por qué aún no te he besado- dijo con sonrisa arrogante, rozando su labio inferior con el mío haciendo que me estremezca un poco.- Muy sencillo, se que tú en el fondo te estas castigando porque lo deseas tanto como yo. Si esperas a que te dé un beso después me lo echarás en cara y quedaré yo como la víctima desesperada- me asombra su pequeño argumento, ¿desde cuando era tan inteligente?- a si que o nos besamos a la misma ves y averiguamos hasta donde podemos llegar o te apartas a un lado para completar la tortura y ambos nos quedamos con las ganas.

Es demasiado pronto para perder el control, no le voy a quitar lo interesante a este juego. Mi objetivo es crear más deceo y pasión, para cuando llegue el momento explotar la bola de sentimientos que estoy cosechando lentamente.

"Le doy un beso corto", por muy sencillo que suene la frace, me estoy muriendo por dentro del deceo y las ganas de tenerlo más serca. Él, sin embargo parece que está calculando todo el tiempo mis movimientos sin expresión alguna, pero no puede ocultar lo rojo que tiene los cachetes en ese momento y los ligeros temblores que se apoderan de su cuerpo, sin mencionar lo que palpita como si tuviera vida propia entre mis piernas.

-Daniel si quieres puedes irte a dormir a tu casa, estas libre de castigo- dije separándome de el y acostándome boca arriba a su lado.

-No quiero- dijo abrazándome por la cintura y atrayendome a el nuevamente- ase mucho tiempo que no duermo con mi mejor amiga- me susurró en el oído- a demás no lo voy a dejar de hacer porque te allan crecido los senos, ni por el hecho de tener hormonas fiesteras- buen punto.

Al parecer no me quedaba otro remedio que acomodarme entre sus brazos –si que desprendían un calor inigualable–. Empezó a acariciarme el cabello lentanente, tarareandome una melodía que solo él y yo sabemos. Me dejé caer en un mar de sueños y en unos minutos estaba completamente dormida.




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