Daniel era el único chico que me comprendía. Mi madre me escuchaba y aconsejaba, pero Dani era un faro de luz en la oscuridad absoluta que yo llamaba soledad.
Nos conocíamos desde pequeños porque el vivía en el apartamento de al lado y nuestras madres eran mejores amigas, a veces nos vestían igual. Con el tiempo se convirtió en mi mejor amigo, en la secundaria me ayudaba con el tema de los chicos con la excusa que no todos vendrían a mi con buenas intenciones al igual que en la preparatoria.Un día lo vi llorando en el balcón de su cuarto y salte del mío hacia el para averiguar el motivo de sus sollozos. Me acuerdo perfectamente.
- ¿Por que llora mi Dani?- me senté al lado de el y lo abrazé con el fin de calmar sus lágrimas, pero nada. Algo grande estaba pasando.
- Lili me iré de la ciudad, ya no te veré más- cogio una bocanada de aire tratando de dominar la respiración pero no le resultó, estaba derrotado y yo también.
Esa noche se había quedado dormido en mis brazos entre caricias y sollozos. En ese momento me di cuenta de lo que había perdido: un consejero, un protector, un amigo e incluso a el primer amor de mi vida.
- Bien Dani. Ven dentro de un rato, espera que me cambie. Vienes tú no tu robot sale?
- Y vale
- Como el Chavo del ocho- decimos al unísono. Lo extrañaba demasiado y esperaba con hancias verlo en persona pero primero me tenía que vestir.
...........
Me cance de esperarlo, ¿no va a venir?
- Idiota!!- solté unos chillidos de rabia, maldito ¿por que me deja esperando? Yo no soy como las novias pegajosas de el.
- ¿A quien le dices idiota?- Daniel aparece entre las cortinas de mi cuartoWao está más alto que antes, han pasado 2 años. Daniel es de esos chicos rockeros que se deja el pelo largo le queda por encima de los hombros, con unos cuantos piercing en el rostro pero no de manera exagerada, esos ojos negros profundos que siempre le e envidiado de lo contrario los míos parece que no tienen casi color. Mierda es tan guapo.
-Buenas señor demoron, ¿crees que me voy a pasar una hora vistiendome?- se me queda mirando por un momento sin expresión alguna.
De repente se lanza hacia mi tomándome de sorpresa y me abraza con una fuerza imaginable ¿habra hecho ejercicio? No importa disfruto cada segundo de la calidez de sus brazos. Ambos nos separamos pero no completamente aún tenía las dos manos en mi cintura. Me dio un fuerte beso en la mejilla y se me acercó a l oído para susurrarme un:
- Te extrañé mucho
A veces los sentimientos se van para el lado equivocado y te hace pensar sandeces como las que pasan por mi cabeza ahora.
Me despegue un poco para mirarlo a los ojos y responderle con una sonrisa:
- Yo también.